domingo, 25 de julio de 2021

La segunda reconducción (III)

(Continuación del artículo "La segunda reconducción (II)": https://justiciasolidaridad.blogspot.com/2021/07/la-segunda-reconduccion-ii.html). 

TESIS 2: Los gobiernos de Adolfo Suárez van a desarrollar una política cada vez más autónoma, que en el plano interno se resiste a acatar el dictado norteamericano de una integración inmediata en la OTAN que rompe la política de consensos. Y en política exterior impulsa un proyecto en el que, sin cuestionar el alineamiento de España en el bloque occidental capitaneado por EEUU, se dote de un papel propio apoyándose en su dimensión iberoamericana y sus relaciones con el mundo árabe.

1.- La política de los gobiernos de Suárez va a chocar en los hechos con los límites que impone EEUU a un país bajo su dominio.

Tres hitos -impensables en cualquier presidente posterior- marcan la política exterior de Suárez:

  1. -El 9 de septiembre de 1978, Suárez visita Cuba. Es el primer presidente de Europa Occidental que lo hace, rompiendo el veto que imponía EEUU. Se negocian acuerdos comerciales con Cuba, en un claro gesto contra el bloqueo norteamericano. Y se anuncia una invitación para que Fidel Castro visite España en 1979. Consciente de que lo iba a airear públicamente, Suárez confiesa a Castro que él también es contrario la entrada de España en la OTAN.
  2. -El 14 de septiembre de 1979, Suárez recibe en Madrid a Yasser Arafat, líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) con honores de jefe de Estado. Vuelve a ser el primer presidente de Europa Occidental que se atreve a hacerlo. EEUU consideraba a Arafat como terrorista, y se había comprometido a no reunirse con él, imposición que era extensible a todos los países “aliados”. Arafat agradecerá en Madrid que “España no haya establecido relaciones diplomáticas con Israel”.
  3. -Y, en un acto insólito en un país que alberga bases militares norteamericanas, España participa, en plena Guerra Fría, como país observador en la VI Cumbre del Movimiento de Países No Alineados, que se celebra en La Habana en septiembre de 1979. Fidel Castro alabó públicamente la postura española por “no dejarse manejar por la OTAN”, afirmando que “ en la Europa occidental industrializada también necesitamos amigos que no marchen atados al carro imperialista”.

    Durante esos años, España se alinea sistemáticamente en la ONU en contra de las propuestas de EEUU y de los países de la CEE, votando a favor de las propuestas del bloque iberoamericano, de los países árabes en los asuntos relacionados con la cuestión palestina y del Movimiento de Países No Alineados en los asuntos donde se juega la disputa entre el bloque soviético y el norteamericano.

En el plano interno Suárez va a desarrollar una creciente resistencia a acatar el mandato norteamericano de integrar a España en la OTAN de forma inmediata. Considera que una decisión como esa quebraría el consenso con la izquierda, necesario para estabilizar y consolidar el nuevo régimen democrático.

En las elecciones de 1979 la entrada en la OTAN desaparece del programa electoral de UCD y en la sesión de investidura tras su renovado triunfo Suárez reitera la vocación atlantista de su partido, pero anuncia a continuación que la integración en la OTAN no está en la agenda de su gobierno para los siguientes 4 años.

El 14 de enero de 1980, Suárez realiza una visita  relámpago a Washington. Carter le brinda “apoyo” para que España ingrese en la OTAN, y Suárez lo rechaza.

Y el 15 de junio de 1980, Marcelino Oreja, ministro de Exteriores, concede una entrevista a El País en la que hace una encendida defensa de la entrada de España en la OTAN, el título de la entrevista es “Podemos adherirnos a la OTAN en corto plazo”. La respuesta de Suárez es imponer su cese inmediato.

2.- Suárez intenta desarrollar un proyecto de política exterior en el que, sin cuestionar su alineamiento con el bloque occidental capitaneado por EEUU, España pueda ganar peso en el mundo proyectando todas sus potencialidades globales y especialmente su papel de puente con Iberoamérica.

Los actos de los gobiernos de Suárez en la escena internacional forman parte de un proyecto global sobre el papel que España debe jugar en el mundo. Es la única vez en los últimos 80 años que un gobierno español intenta desarrollar una política exterior propia, guiada por intereses nacionales, aunque sea limitadamente.

Es lo que el propio Suárez va a denominar como “la tercera vía” de la diplomacia española: la búsqueda de una política de equilibrio que pretende escapar a la rigidez del encuadramiento en los bloques.

No supone un cuestionamiento de la pertenencia de España a la órbita norteamericana; Suárez no es, en este sentido, el representante de una burguesía nacional y antiimperialista del Tercer Mundo –por mucho que algunos le acusaran de tercermundista–, pero sí la búsqueda de un espacio autónomo donde poder desplegar los intereses propios y revaluar al alza el papel de España en la escena internacional.

En Iberoamérica, principal prioridad que formula el ministro de Asuntos Exteriores de Suárez tras su investidura, desplegará una intensa actividad (con un destacadísimo papel del rey recorriendo todo el continente) que busca transformar las retóricas y vacías fórmulas de hermandad características de la era de Franco por nuevas relaciones y vínculos institucionales (políticos, económicos, diplomáticos, culturales,...) que empiezan a diseñar lo que década y media después se transformará en la Comunidad Iberoamericana de Naciones, cuyo germen comienza a desarrollarse en este período que junto a otras iniciativas darán lugar a las actuales Cumbres de la Comunidad Iberoamericana.

En el Mediterráneo, afirmando y desarrollando la tradicional política de amistad con los países árabes y de pleno apoyo a la causa palestina. El recibimiento de Arafat con honores de jefe de Estado en Barajas y las reiteradas negativas de Suárez al establecimiento de relaciones diplomáticas con Israel son la plasmación de una orientación estratégica que, además de mantener un cierto grado de influencia en Oriente Medio, busca, a través del desarrollo de una política autónoma, la defensa de los intereses estratégicos de España en el norte de África, incluyendo el apoyo a la causa saharaui y a su representante político, el Frente Polisario.

Suárez se atreverá a presentar a Helmut Schmidt y Jimmy Carter, presidentes alemán y norteamericano, la “teoría del cuello de botella”. Si el estrecho de Ormuz -vía de tránsito del petróleo del Golfo Pérsico hacia Europa- es vital, tanto o más lo es el estrecho de Gibraltar, porque puede ser un puente o un tapón. Tal y como plantea Pilar Urbano el atrevimiento de Suárez le coloca en la diana de Washington: “La teoría del cuello de botella y el rol pacificador que España puede jugar influyendo y mediando con los países árabes impresiona a Schmidt. O tal vez le hace abrir los ojos ante el audaz Suárez. Lo cierto es que le parece importante que la Casa Blanca conozca su posición. Y eso será lo que perderá a Adolfo”.

3.- La oligarquía española va a alinearse en bloque con Washington, participando en el acoso y derribo de la política con tintes neutralistas que Suárez representaba.

Suárez dispone, hasta 1980, de un margen de autonomía en política exterior. Está determinada tanto por la línea de distensión y derechos humanos seguida por Carter, como por la situación de relativo desconcierto de una clase dominante española necesitada de acomodar su poder a las nuevas formas de dominación de un régimen democrático, que ha ido mucho más rápido y bastante más lejos de lo que inicialmente se había diseñado. Y en él influye la autoridad, el prestigio y el liderazgo personal de Suárez conseguidos por su hábil pilotaje del proceso de transición.

Como presidente del gobierno, Suárez se atreverá trasladar al plano internacional la audacia con que había dirigido el desmantelamiento del aparato franquista y la instauración del régimen democrático.

Conecta con la arraigada tradición neutralista de l a mayoría del país. Además de que no está dispuesto a poner en riesgo el consenso con una izquierda –profunda y radicalmente anti-yanqui en su base social– por satisfacer las exigencias de Washington.

Suárez es respaldado por un pequeño equipo de cuadros políticos y del Estado fieles a la línea que encarna. Pero Suárez está solo, en el sentido de que detrás de él no hay fuerzas políticas y de clase dispuestas a sostener un proyecto de esa naturaleza. Este va a ser su punto más débil cuando cambien las condiciones internacionales. 

A medida que aumenten las presiones del hegemonismo yanqui y la encrucijada entre las dos opciones para la colocación internacional de España revelen su carácter antagónico, los dirigentes más pro-yanquis de su propia formación política, la UCD, van a arremeter contra él, a costa incluso de liquidar el partido.

Y, sobre todo, la oligarquía financiera va a cerrar filas en bloque con Washington y contra Suárez. Participando activamente en la reconducción impuesta por las necesidades de la superpotencia, y sellando la renuncia a encabezar ningún proyecto propio. Su carácter congénitamente vende-patrias se evidenció una vez más.

En plena agudización del enfrentamiento entre EEUU y la URSS, cuando la línea Reagan se impone en la cabeza del Imperio y su secretario de Estado Haigh exige que España fije fecha y hora para su entrada en la OTAN, la política que representa Suárez sin ser “anti yanqui” será sin embargo contraria a las urgentes necesidades de la superpotencia. El margen de autonomía del que disfrutó Suárez se volvió incompatible .

La defenestración de Suárez impondrá una “regla de oro” en la política española: no se debe permitir a ningún dirigente político el margen de autonomía que Suárez dispuso.

(CONTINUARÁ).

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