sábado, 30 de abril de 2011

Por la dignidad del trabajo

Comunicado ante el primero de mayo de 2011
MUJERES TRABAJADORAS CRISTIANAS (MTC), HERMANDAD OBRERA DE ACCIÓN CATÓLICA (HOAC), JUVENTUD OBRERA CRISTIANA (JOC). ESPAÑA.

ECLESALIA, 29/04/11.- Los movimientos especializados de Acción Católica para la evangelización del Mundo Obrero: JOC (Juventud Obrera Cristiana), MTC (Mujeres Trabajadoras Cristianas) y HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica), en esta celebración del Día Internacional del Trabajo, queremos estar cercanos a las alegrías y a las angustias de los trabajadores y trabajadoras y sus familias, especialmente de quienes sufren el paro o soportan unas condiciones de trabajo que imposibilitan una vida digna.
En este año queremos seguir llamando la atención sobre la crisis económica del sistema financiero que estamos padeciendo. Una crisis que también es moral, ética. Un escenario altamente corrosivo para el digno desarrollo de la vida de más de cuatro millones de personas en nuestro país que no tienen trabajo. En el 4º trimestre de 2010, teníamos más de 1.300.000 hogares con todos sus componentes en paro. Mientras tanto, entre enero de 2008 y junio de 2010, los bancos dejaron sin vivienda a más de 200.000 familias. Las estadísticas nos hablan que las medidas establecidas en la reforma laboral dictada por el gobierno, no han dado los resultados que se plantearon, sino que han supuesto un paso más en la vulnerabilidad que sufren las mujeres y los hombres del trabajo, especialmente los más empobrecidos.

También vemos con preocupación la reforma del sistema de pensiones, que va en la línea de alargar la edad de jubilación, y no favorece la creación de empleo para los más jóvenes, cuyo índice de paro supera el 40 % ¿Cómo alcanzarán las actuales generaciones de jóvenes los años de cotización?.
Cuando está a punto de cumplirse el 30º aniversario de la publicación de la Encíclica Laborem Exercens y celebramos la beatificación de Juan Pablo II, autor de dicha encíclica, queremos proclamar la plena vigencia de su apuesta por la dignidad del trabajador; de la obligada subordinación de la economía al desarrollo de la persona; y del respeto innegociable por toda persona, imagen de Dios, en cualquier escenario socio-económico que se pueda dar. Porque la Iglesia está vivamente comprometida en esta causa, porque la considera como su misión, su servicio, como verificación de su fidelidad a Cristo, para poder ser verdaderamente la «Iglesia de los pobres».

Y los «pobres» se encuentran bajo diversas formas; aparecen en diversos lugares y en diversos momentos; aparecen en muchos casos como resultado de la violación de la dignidad del trabajo humano: bien sea porque se limitan las posibilidades del trabajo —es decir por la plaga del desempleo—, bien porque se deprecian el trabajo y los derechos que fluyen del mismo, especialmente el derecho al justo salario, a la seguridad de la persona del trabajador y de su familia.(Laborem exercens, 10).
Celebremos el 1º de mayo de 2011 y hagámoslo denunciando a los culpables de la crisis y de la pérdida de trabajo; a los que echan cargas pesadas sobre los más pobres; a los que hacen que muchas personas vivan con angustia, sin seguridad… Pero también anunciando que hay esperanza si somos capaces de organizar y orientar el trabajo productivo para que colabore en la humanización de las personas, ya que el trabajo, por su tenencia o su ausencia, sigue siendo la clave de la cuestión social.

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