JOSÉ
ANTONIO PAGOLA, vgentza@euskalnet.net
SAN
SEBASTIÁN (GUIPUZCOA). Juan 15,
1-8
ECLESALIA, 02/05/12.- Según el relato evangélico de
Juan, en vísperas de su muerte, Jesús revela a sus discípulos su deseo más
profundo: "Permaneced en mí". Conoce su cobardía y mediocridad. En muchas
ocasiones les ha recriminado su poca fe. Si no se mantienen vitalmente unidos a
él no podrán subsistir.
Las palabras de Jesús no pueden ser
más claras y expresivas: "Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo,
si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí". Si
no se mantienen firmes en lo que han aprendido y vivido junto a él, su vida será
estéril. Si no viven de su Espíritu, lo iniciado por él se
extinguirá.
Jesús emplea un lenguaje rotundo:
"Yo soy la vid y vosotros los sarmientos". En los discípulos ha de correr
la savia que proviene de Jesús. No lo han de olvidar nunca. "El que permanece
en mí y yo en él, ese da fruto abundante, porque sin mí no podéis hacer
nada". Separados de Jesús, sus discípulos no podemos
nada.
Jesús no solo les pide que
permanezcan en él. Les dice también que "sus palabras permanezcan en
ellos". Que no las olviden. Que
vivan de su Evangelio. Esa es la fuente de la que han de beber. Ya se lo había
dicho en otra ocasión: "Las palabras que
os he dicho son espíritu y vida".
El Espíritu del Resucitado permanece
hoy vivo y operante en su Iglesia de múltiples formas, pero su presencia
invisible y callada adquiere rasgos visibles y voz concreta gracias al recuerdo
guardado en los relatos evangélicos por quienes lo conocieron de cerca y le
siguieron. En los evangelios nos ponemos en contacto con su mensaje, su estilo
de vida y su proyecto del reino de Dios.
Por eso, en los evangelios se
encierra la fuerza más poderosa que poseen las comunidades cristianas para
regenerar su vida. La energía que necesitamos para recuperar nuestra identidad
de seguidores de Jesús. El Evangelio de Jesús es el instrumento pastoral más
importante para renovar hoy a la Iglesia.
Muchos cristianos buenos de nuestras
comunidades solo conocen los evangelios "de segunda mano". Todo lo que saben de
Jesús y de su mensaje proviene de lo que han podido reconstruir a partir de las
palabras de los predicadores y catequistas. Viven su fe sin tener un contacto
personal con "las palabras de Jesús".
Es difícil imaginar una "nueva
evangelización" sin facilitar a las personas un contacto más directo e inmediato
con los evangelios. Nada tiene más fuerza evangelizadora que la experiencia de
escuchar juntos el Evangelio de Jesús desde las preguntas, los problemas,
sufrimientos y esperanzas de nuestros tiempos.
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