Por las veredas...
Entre marañas de
palabras, discursos grandielocuentes adornando juicios que no cree ni quien los
pronuncia... navegaban nuestros deseos de un mundo mejor intentando agarrar
todos esos argumentos con la ilusión de que pudiéramos en ellos encontrar algo
de seguridad.
Pero
esas palabras eran y son humo, las promesas una falacia, las declaraciones
institucionales... simples proclamas de buenas intenciones.
Cuántas
veces nos reuníamos, proponíamos mil planes que aunque apuntaban a bellos
ideales discurrían por absurdas disquisiciones de forma sin contenido; los
protagonismos, afanes de sobresalir o comandar, comodidades, intereses creados,
formalidades y diplomacias... iban ahogando uno tras otro todos los intentos y
mirándonos el ombligo olvidábamos mirar a quienes son de verdad Él... pues Él
es en ellos, pero no fuimos capaces de pensar en ello, no pensamos.
Ellos
son los que tantas veces nombramos en las iglesias, aquéllos por los que tantas
plegarias elevamos a Padre Dios: los pobres, HERMANOS NUESTROS en la piel del
encarcelado, inmigrante o refugiado, mujer víctima de trata o condenada a la
prostitución, familia desahuciada o la que nunca tuvo un hogar, mendigas de pan
o de dinero con su dignidad rayando la misma altura que sus pies desnudos,
vidas rotas por la droga blanda o dura, legal o ilegal, agricultores de toda la
vida abandonando campos... porque ni para pagar obtienen ya, pequeños comercios
ahogados por la usura de las grandes superficies y la ignorancia de su
clientela borreguil,...
Y
echamos a andar saliendo de sendas que siempre apuntan al mismo destino porque
de seguirlas acabaremos volviendo al punto de partida donde seguirán oyéndose
los mismos lamentos, los mismos llantos,... se verán los mismos sufrimientos e
idénticos dramas,... por eso vimos que necesitábamos andar nuevas rutas.
Y
en estos campos desiertos donde todo está por inventar, todo por hacer, caímos,
resbalamos, sufrimos daños,... y oímos las voces de los que prefirieron andar
los caminos seguros que nos critican se burlan de nuestros intentos,... (porque
no sabemos, no sabemos)... vamos allanando huecos, despejando pedregales,... regando esperanzas.
Y donde había zarcerales, donde los cardos acribillaban nuestros pies y oprimían
a quien en ellos cayó... ahí se fue forjando humanidad, ahí compartimos luchas,
dolor y gozos. Ahí abrimos camino y como aquel samaritano, fuimos levantando,
sobrellevando, curando y acompañando.
Así
hoy nos miramos a los ojos, así es como hoy nuestras miradas que se extendían
en el entorno como faros en el mar ya no se pierden en el infinito ni huyen de su reflejo, ya no huyen, ya
no se sonrojan... porque se encontraron y desde ese encuentro ya no se
extienden sino que se buscan.
Ya
poco importan los juicios, de nada las burlas de otros y sus censuras por
meternos en espacios... sin caminos marcados, porque a Él le encontramos y con
Él y en Él hicimos el verdadero Camino.
Santi Catalán
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