Juan
José Tamayo: "La razón moderna europea es colonial, patriarcal y está
vinculada al capitalismo"
"Que
nos robe la esperanza es uno de los mayores latrocinios que está cometiendo el
neoliberalismo"
Cameron Doody, 31 de diciembre de 2017 a las 15:57
El
colonialismo pervive y se manifiesta a través de la inferiorización,
discriminación, subordinación y subalternización de todos los pueblos del Sur
Global, sometidos al imperio económico, político, cultural e incluso religioso
del Norte.
(C. Doody).- "El colonialismo sigue funcionando de manera sutil por la vía de imposición del modelo económico neoliberal, que realmente está fracasando, incluso en Europa".
Juan José Tamayo, uno de los más relevantes teólogos actuales, lanza semejante denuncia en su nuevo libro Teologías del Sur. El giro descolonizador (Trotta): el resultado, dice en esta conversación con RD, de la "conversión vital" que vivió experimentando de primera mano los sufrimientos de los pueblos del Sur Global.
(C. Doody).- "El colonialismo sigue funcionando de manera sutil por la vía de imposición del modelo económico neoliberal, que realmente está fracasando, incluso en Europa".
Juan José Tamayo, uno de los más relevantes teólogos actuales, lanza semejante denuncia en su nuevo libro Teologías del Sur. El giro descolonizador (Trotta): el resultado, dice en esta conversación con RD, de la "conversión vital" que vivió experimentando de primera mano los sufrimientos de los pueblos del Sur Global.
Hoy tenemos un invitado de excepción: Juan José Tamayo, uno de los teólogos con más renombre en España y en el panorama internacional.
Hasta
hace muy poco, era profesor de teología en la Universidad Carlos III de Madrid.
También es profesor invitado en muchísimas universidades del mundo.
Buenos días Juan José.
Buenos
días.
Sigo
siendo profesor de la Universidad Carlos III de Madrid, porque me jubilé el 1
de septiembre pero el Consejo de Gobierno ha tenido a bien nombrarme profesor
emérito. Así, que sigo en activo durante los próximos tres años. Como digo a
veces, posiblemente tenga que ir con la cachava de mi padre a dar clases.
Hoy ha venido a presentarnos su nuevo libro, titulado Teologías del Sur. El giro descolonizador.
Me
gustaría empezar recordándole unas palabras que escribió usted hace poco, en un
artículo, presentado el libro: "es el resultado de un aprendizaje que
comenzó con el despertar del sueño dogmático en el que viví inmerso durante mis
estudios de teología y filosofía neoescolásticas".
¿Cuándo
cree que tuvo lugar este despertar suyo y qué fue lo que le despertó?.
El
despertar tuvo lugar con mi llegada a Madrid, el año 1969, ubicándome en la
ciudad secular. Yo venía de una ciudad muy provinciana. Con todo el
reconocimiento a los valores de mi provincia, yo no había visto el mundo más
que a través de una celosía, que era la pequeña ventana que tenía en mi cuarto,
durante los años de mi formación teológica en el seminario de Palencia.
Desperté
del sueño dogmático cuando me di cuenta de que la teología que había estudiado
daba respuestas del pasado a preguntas del presente.
Llego a
Madrid y me encuentro con que nos habían cambiado las preguntas. Y yo,
lógicamente, tenía que dar respuesta contextual a esas nuevas interrogantes de
una ciudad secular, de una sociedad en transición hacia la democracia y de una
serie de movimientos que luchaban por la libertad, la democracia, justicia, la
amnistía y contra la pobreza. Es ahí donde me doy cuenta de que las respuestas
de la dogmática que yo había estudiado no se correspondían con los desafíos que
en ese momento estaba viviendo la Humanidad.
Este
nuevo libro es bastante especial y muy diferente en comparación con los otros
libros que ha escrito. ¿Es así?.
Claro
que es así. Empezando por el tiempo que he tardado en escribirlo. Mis libros
generalmente son el resultado de una redacción de los meses que dura el proceso
de gestación de un niño o una niña: nueve meses. Pero este ha durado más. La
gestación de este libro ha durado dos años. Del 1 de junio del 2015 al 1 de
junio del año 2017. Es el resultado de muchos estudios, muchas lecturas, muchas
investigaciones y, sobre todo, de muchos viajes.
El
libro lo he escrito según iba recorriendo los distintos lugares del Sur Global.
Lo empecé precisamente en un lugar del Sur europeo, de la periferia de Europa,
Portugal. Fue a raíz de la invitación que recibí de la Universidad de Coimbra
para pronunciar en 2015 las conferencias en la Cátedra Boaventura de Sousa
Santos, donde tuve oportunidad de convivir, dialogar, debatir y aprender de
colegas e investigadores del Centro de Estudios Sociales en torno a las
Epistemologías del Sur.
Lo
terminé dos años después en otro lugar del Sur Global, esta vez en el Caribe,
no porque fuera allí a descansar y tomar el sol, sino porque fui invitado en
República Dominicana a dictar un curso sobre "Los nuevos paradigmas
teológico en el siglo XXI" a los Misioneros del Sagrado Corazón, un ciclo
de conferencias sobre la Teología de la Liberación en el Centro de Teología de
los Dominicos, una conferencia en la Defensoría del Pueblo, y en Haití para un
encuentro entre la religión vudú y el cristianismo.
El
libro es el resultado de todo trabajo y de mi inmersión en el Sur Global,
entendido, según el planteamiento de Boavantura de Sousa Santos, como la
metáfora de la opresión que viven los pueblos marginados excluidos por mor del
capitalismo, el patriarcado, el colonialismo, el racismo, la depredación de la
naturaleza y los fundamentalismos.
Este
libro, además, me ha sacado de otro sueño, donde yo estaba cómodamente ubicado:
el de la razón moderna. Yo fui, durante varias décadas, una persona que
interpreté el cristianismo desde la perspectiva de la modernidad: de la
sociedad europea, democrática, ilustrada, religiosamente plural y
económicamente desarrollada.
Este
libro me ha sacado también de esa cómoda instalación porque creo que la razón
moderna, habiendo hecho aportaciones extraordinarias, es una razón colonial,
como demuestran el proyecto Colonialidad-Modernidad, la teoría del
encubrimiento del Otro y las Epistemologías del Sur. La razón moderna europea
es colonial, patriarcal y está vinculada al capitalismo. Y todo eso me ha
obligado a "convertirme" al paradigma de las Teologías del Sur Global
(asiática, africana, latinoamericana...
Explíquenos
un poco porque, a lo mejor, los que nos están viendo o leyendo están pensando
que la época del colonialismo terminó con la independencia de las naciones que
estuvieron gobernadas por poderes europeos. Pero no es así: en su libro esto
tiene otro enfoque, ¿verdad?.
Una de
las ideas que desarrollo, precisamente, es esa: la falsa imagen de que el
colonialismo desaparece con las independencias de los pueblos coloniales. Esta
es una independencia, si quieres, jurídica, pero ni siquiera política, porque
el modelo de democracia que se va a instaurar en esos países es el modelo de
democracia occidental sometida al asedio del mercado y con un elevado grado de
corrupción.
Una de
las cosas que más me han gustado en estos últimos días de los discursos del
Papa en Myanmar y Bangladesh, y en algunas intervenciones anteriores, ha sido
la crítica tan severa que hace de las democracias occidentales. Dice que éstas
intentan imponer sus valores y su cultura a costa de una serie de apoyos
económicos que prestan a esos pueblos. Por eso, pienso que el colonialismo
sigue funcionando de manera más sutil por la vía de imposición del modelo
económico neoliberal, que realmente está fracasando incluso en Europa, como
hemos comprobado con la crisis.
Por
tanto, yo creo que el colonialismo pervive y se manifiesta a través de la
inferiorización, discriminación, subordinación y subalternización de todos esos
pueblos, sometidos al imperio económico, político, cultural e incluso religioso
de Occidente o, mejor, del Norte Global.
Volviendo
a lo que hablábamos antes de este despertar: ¿usted diría que el suyo es un
despertar todavía teológico, que es político o es emocional?. Porque estaba
diciendo que visitó estos países del Caribe; República Dominicana y Haití, que
son de los más empobrecidos del planeta.
Con
este pensamiento: ¿estamos cruzando la línea hacia una política, o es todavía
confesional por su parte?.
Yo creo
que ese despertar es múltiple. Primero es un despertar de la sensibilidad: no
puedes elaborar una teoría de aquello que no has sentido y no has vivido.
Ciertamente,
yo no soy una persona que viva en la periferia desde el punto de vista
experiencial, pero por eso me he obligado a hacer todos estos viajes hacia el
Sur Global; para conocer de cerca, vivir, solidarizarme con todas estas
pobrezas, marginaciones y situaciones de desigualdad que, escandalosamente, se
viven en el mundo actual.
Por
tanto, sí, es una conversión vital: la conciencia me golpea, precisamente,
porque he visto, he escuchado y he vivido esas situaciones de marginación y de
pobreza de los diferentes pueblos.
Pero,
al mismo tiempo, es un despertar desde el punto de vista político, en el sentido
de que creo necesario liberar a los pueblos oprimidos del colonialismo, para
que asuman su propio destino, se empoderen y reconozcan que tienen la misma
dignidad que los pueblos que los están dominando y oprimiendo. Es, como diría
FrantzFanon, pasar del no-ser, al que los tiene sometidos el colonialismo, al
ser.
Y todo
eso se va a traducir luego en un despertar religioso, espiritual y teológico.
Despertar religioso en cuanto he hecho una inmersión en las experiencias
religiosas y espirituales de los pueblos del Sur y he descubierto la gran
riqueza que tienen y que hemos despreciado desde Occidente, desde la razón
moderna y desde la razón teológica europea.
Espiritual
por todas las experiencias vividas con las comunidades campesinas, indígenas,
afrodescendientes: identificación con la tierra, relación con los antepasados,
procesos de democracia comunitaria, simbólica de relación con los diferentes
elementos del cosmos considerados sagrados, incluso divinos.
Y el
cuarto momento ha sido el despertar teológico, que me ha obligado a elaborar un
nuevo relato teológico desde la perspectiva de los pueblos que están sometidos
a los sistemas de dominación citados. Eso ha supuesto un cambio en la
metodología y la epistemología.
Cuando
leí el libro pensé que es muy necesario porque, -corríjame si me equivoco- es
un libro que no se ha escrito nunca antes aquí, en España. Así que me gustaría
preguntar por qué hay tan pocos teólogos que den el paso hacia esta conversión.
Yo
creo, en primer lugar, que es porque todavía estamos cómodamente instalados en
la razón moderna. Incluso los sectores teológicos más progresistas, que
llevamos a cabo un diálogo entre el cristianismo y la modernidad, no hemos
tomado suficiente conciencia de que la modernidad ha jugado y sigue jugando un
papel fundamental en los procesos coloniales.
Pienso
que, cuando estamos ubicados en la modernidad nos sentimos muy bien arropados y
protegidos de los desafíos que proceden del exterior.
La
modernidad no es sólo un modelo civilizatorio que se caracteriza por la defensa
de las libertades y los derechos humanos, el pluralismo político, la democracia
representativa, el pluriverso religioso. Es también una especie de muro, de
"caverna", que te impide ver las realidades que están fuera del
entorno moderno en el que vivimos.
Esto
sucede incluso en el propio feminismo: buena parte del feminismo occidental me
parece bastante estrecho, porque se centra casi exclusivamente en las
discriminaciones de género y de identidad sexual. Eso es, ciertamente, muy
importante, pero descuida otras discriminaciones que padecen las mujeres en
otros entornos geoculturales. Por ejemplo: las discriminaciones étnicas,
culturales, religiosas, sociales, económicas, etc., de las mujeres de las
comunidades afro-descendientes, indígenas y campesinas de América Latina.
Ese es
el problema: que la modernidad se convierte en una especie de muro que nos
impide ver lo que sucede fuera de ella. Y salir a ese otro mundo descubres, por
ejemplo, un límite muy importante de la democracia y es que está sometida al
asedio del mercado. Y que además está herida, e incluso amenazada de muerte,
por los distintos sistemas de dominación, que son, a veces, mucho más fuertes y
poderosos que la democracia.
Cuando
tú vas a esas comunidades y descubres, por ejemplo, todo el componente de
democracia participativa, comunitaria, y entras en contacto con las teólogas
feministas de ese entorno, te das cuenta de que tenemos una percepción y una
mirada del mundo, desde Europa, muy estrecha.
Me
gustaría mencionarle otra cita. Son unas palabras de Ernst Bloch, que son,
entiendo, muy importantes para usted: "La razón no puede florecer sin
esperanza. La esperanza no puede hablar sin razón".
Hablando
de esperanza: ¿es optimista con lo que nos depara el mundo, a nivel político,
de cara al futuro?. ¿Las cosas están cambiando, o no?.
Me
alegra la referencia a la afirmación del filósofo de la esperanza Ernst Bloch,
que cito con frecuencia y que completo con otra del mismo autor basada en
Hegel: "Si la teoría no está de acuerdo con los hechos, peor para los
hechos".
Por muy
contradictorio que parezca, yo me definiría como una persona pesimista
esperanzada. Pesimista, porque la realidad no da para ser optimista: estamos
sometidos a los sistemas de dominación que he indicado anteriormente y que nos
aplanan. Peor aún, uno de los objetivos de dichos sistemas es robarnos la
esperanza, robársela a las personas y colectivos empobrecidos, que es,
posiblemente, uno de los mayores latrocinios que está cometiendo el
neoliberalismo.
Pero al
mismo tiempo soy esperanzado, porque ese pesimismo no me lleva a cruzarme de
brazos, sino que me induce a actuar, y la acción es ya de por sí una respuesta
al pesimismo ambiente. Coincido con Antoni Gramsci cuando habla del
"pesimismo de la razón y del optimismo de la voluntad", y con José
Carlos Mariátegui, que se refiere al "pesimismo de la realidad y el
optimismo de la acción".
Pero
parece que en Occidente no se aprecia conciencia de culpabilidad, como fuera de
desear.
No hay
conciencia de culpabilidad. Me parece que este es otro de los
"pecados" de Occidente. Se ha desembocado en un comportamiento cínico
que no es sensible a las situaciones de marginación en que viven los pueblos
fuera del Norte Global y que este crea. Por eso soy pesimista; porque no veo
que desde el sistema, desde el poder -sea eclesiástico, político, cultural o
económico- se puedan producir cambios.
Pero al
mismo tiempo soy esperanzado porque debajo del hielo hay agua. El pesimismo
puede explicarse porque se ve la superficie como una especie de gruesa planta
de hielo, pero la esperanza, la "docta esperanza" (Bloch) se basa en
la emergencia de los movimientos sociales portadores de utopía: ecologistas,
feministas, pacifistas, Foro Social Mundial, diferentes foros regionales,
nacionales.
Lo
mismo cabe decir desde el punto de vista religioso y teológico. Soy pesimista
si veo las religiones y sus teologías desde las instituciones
jerárquico-patriarcales y de los magisterios oficiales. Pero soy esperanzado
por la potencialidad liberadora de los encuentros teológicos del Sur y los
diálogos entre religiones con sus compromisos por la paz fundado en la
justicia, la defensa de la igualdad y de la no-discriminación por razones de
género, etnia, cultura, religión, identidad sexual, clase social, procedencia
geográfica, la denuncia de la violencia estructural y lucha, la creciente
conciencia ecológica, etc.
Todo
eso hace cambiar el paradigma de las religiones. Estas, que han sido
instrumentos de dominación y de explotación de la naturaleza, de
empobrecimiento de los seres humano, de legitimación del patriarcado, el
capitalismo y el colonialismo, de legitimación de las dictaduras o regímenes
militares, ahora están emergiendo con una capacidad ético-liberadora extraordinaria,
como fuerza de liberación.
Lo
mismo cabe decir desde el punto de vista teológico: creo que estamos en el
momento de mayor fecundidad teológica. El siglo XX fue muy creativo
teológicamente, pero el siglo XXI está siéndolo todavía más. Ahora mismo
estamos en pleno desarrollo de las teologías feminista, ecológica, indígena,
negra afro-latinoamericana-caribeña negra africana, asiática, del pluralismo
religioso, la mayoría de ellas poscoloniales. Estas teologías son analizadas a
partir de sus textos, con-textos y pre-textos en el libro Teologías del Sur. A
su vez, los movimientos liberadores que están en la base de estas teologías y
mi implicación en ellos son lo que me convierten en una persona esperanzada,
también teológicamente.
Y
ciertamente, la inspiración fundamental que yo tengo para esta actitud es la de
Bloch cuando decía la frase que tú has citado. A Bloch se le acusa de optimista
ingenuo, pero no es verdad: Bloch decía que la esperanza "está teñida de
luto", pero el luto no nos llevan a lamentarnos, llorar y encerrarnos
autistamente en nosotros, sino a trabajar por Otro Mundo, Otra Religión, Otra
Iglesia son Posibles. ¡Y necesarios!.
Me
alegro de que haya mencionado a la Iglesia como una razón para la esperanza.
Pensaba que no lo iba a hacer.
Bueno,
no tanto la Iglesia romana, cuanto el cristianismo liberador de los pueblos del
Sur. Pero sí.
Me ibas
a preguntar algo.
Lo que iba a decir son dos cosas. Una es, que a lo mejor, estos cambios requieren otro modelo de Iglesia, que no impulsa la jerarquía, por ejemplo.
Y
también iba a preguntarle por el Papa Francisco y su papel en este cambio que
ha notado, o, por lo menos, en esta fecundidad que tiene la teología en el
siglo XXI.
¿Ha
notado algún cambio con Francisco -un papa del Sur- desde que ha llegado al
pontificado?.
Sí, un
cambio muy importante, sobre todo de prioridades. Me parece que, con todos los
respetos, los pontificados anteriores, los de Juan Pablo II y de Benedicto XVI,
estaban marcados por tres prioridades. La primera era la ortodoxia, la
fidelidad a la doctrina, y eso explica que crearon ellos mismos numerosos
heterodoxos y herejes a los que condenaron porque lo que les interesaba era
preservar el depósito de la fe. Un depósito realmente muerto, porque una
doctrina que no se explicita en una práctica resulta infructuosa, es estéril.
La
segunda prioridad fue la moral relacionada con la sexualidad, el origen y el
final de la vida, el modelo de pareja, la normatividad heterosexual, la
binariedad afectiva y sexual.
La
tercera prioridad era la disciplina. Tenga Usted en cuenta que con Juan Pablo
II, bajo la presidencia de la Congregación para la Doctrina de la Fe de
Benedicto XVI, se elaboró el Catecismo de la Iglesia Católica, que es la
expresión de un dogma que, a mi modo de ver, ni siquiera tiene en cuenta los
nuevos métodos históricos y los métodos hermenéuticos. Fíjese también que en
esa época se reelaboró el Código de Derecho Canónico.
Yo no
digo que Francisco quiera saltarse el dogma, ni el Catecismo, ni el Código de
Derecho Canónico, ni que esté en contra de esta moral más clásica, pero no son
sus prioridades. La prioridad fundamental del Papa Francisco es la preocupación
por los problemas más agudos que vive y que sufre la humanidad. Por eso, cuando
hace los viajes no va con el Credo constantinopolitano en el bolsillo, sino que
empieza con un análisis crítico de la realidad.
Coincidí
con el Papa Francisco el año pasado en su visita a México. Yo estaba en Chiapas
en un Congreso sobre pueblos y comunidades indígenas y teología de la
liberación, y quedé impresionado del análisis de la realidad tan certero que
hizo durante su recorrido por las zonas más marginales de México. Era un
conocimiento de los problemas reales, no de los problemas imaginarios que
pudieran tener los otros papas o los obispos mexicanos que consideraban que lo
más importante era ser fiel a la ortodoxia y cumplir la disciplina
eclesiástica.
Para
mí, lo más importante del Papa Francisco es que tiene antenas bien levantadas
para conocer la realidad. Y el hecho de que haga tantos viajes, de que hay
dejado de vivir en el Vaticano, le da una perspectiva muchísimo más amplia.
Pienso
que, ahora mismo, aparte de que es el líder moral más importante del mundo, es
una de las personas que mejor conoce la realidad mundial. Y, de manera
especial, las situaciones de pobreza y marginación de todo tipo que se están
viviendo.
Por
tanto, ése ya es un cambio de prioridad fundamental. Y a partir de ese cambio
de prioridad, se produce el segundo: qué respuesta o qué aportación, modesta
siempre, puede hacer la Iglesia a esa problemática.
De
alguna manera, los papas anteriores conectaban o respondían a esta idea que he
expuesto anteriormente: cuando ya sabíamos todas las respuestas, nos cambiaron
las preguntas. El Papa Francisco actúa al revés: cuando le han cambiado las
preguntas, es sensible a ellas e intenta darles respuesta.
Sí.
¿Está
contento con el Papa?.
Estoy
relativamente contento; he pasado del pesimismo del comienzo a una situación de
optimismo crítico en el presente. Digo el pesimismo del comienzo porque siempre
pensé que de un papa a otro había poca diferencia. Y me equivoqué. Lo
reconozco.
Por
otra parte, desconocía en ese momento las aportaciones que hizo el cardenal
Bergoglio en la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano de 2007 en
Aparecida (Brasil). Me dejé llevar por algunas informaciones que le presentaban
como cómplice de la dictadura, o, por lo menos, no suficientemente crítico.
Pero buena parte de esos argumentos se me han ido desmontando en la medida en
que voy viendo el cambio; primero en los gestos, segundo en el estilo de vida,
tercero en sus declaraciones públicas y cuarto, en sus documentos.
Aun
así, ese optimismo es crítico; no le concedo al cien por cien el reconocimiento
a toda su actividad, como no se le puede conceder a nadie. Creo que hay dos o
tres cuestiones que todavía él no ha abordado y que a mí me parece que son de
urgente tratamiento para el cambio.
La
primera es la situación de las mujeres en la Iglesia católica. El Papa
Francisco prácticamente no ha dado un solo paso para la incorporación de las
mujeres al protagonismo de la vida eclesial, para la incorporación de las
mujeres al acceso a lo sagrado, al ministerio ordenado, para la incorporación
de las mujeres a la elaboración teológica, etc. Tampoco ha dado ningún paso
para facilitar la incorporación de las mujeres en las responsabilidades
eclesiales. En estas cuestiones sigue existiendo un estancamiento.
Cuando
el Papa dice, continuando el discurso de sus predecesores, que no es él quien
niega el acceso de las mujeres al ministerio eclesial, sino que es el propio
Jesucristo, está convirtiendo a Jesús en una persona patriarcal, cuando si algo
caracterizó el movimiento que Jesús puso en marcha fue el de ser movimiento
igualitario de hombres y mujeres.
En la
Iglesia todavía estamos en la etapa de la discriminación de las mujeres y creo
que habría que incorporar la teoría de género -no la "ideología de
género", como despectivamente la califican los obispos-, a todos los
niveles teológico, moral en cierta medida, se está produciendo en las
sociedades democráticas, aunque parcialmente.
¿Hay
algún otro ámbito eclesial en el que se muestre crítico con el Papa?.
Sí.
Otro campo en el que estoy descontento es en todo lo que tiene que ver con la
reforma de la Iglesia.
La
palabra reforma viene pronunciándola el Papa reiteradamente desde el comienzo
de su pontificado. Y reconozco que está poniendo todo su empeño en llevarla a
cabo. Pero veo inadecuada la mediación utilizada para hacerla realidad. Me
refiero a la creación de una Comisión de Cardenales que le asesoran en la
reforma eclesial.
Todos
son cardenales y, por tanto, príncipes de la Iglesia, de edades avanzadas.
Todos son clérigos y célibes. No hay ningún teólogo, ninguna teóloga, ningún
representante de las congregaciones religiosas que históricamente han
contribuido y siguen contribuyendo a la reforma de la Iglesia.
Tampoco
hay representación alguna de las congregaciones religiosas femeninas, ni de las
comunidades de base.
Yo creo
que el instrumento para la reforma de la Iglesia tendría que ser la creación de
diferentes comisiones en las que estuvieran representados todos los sectores, y
de manera muy especial los laicos y las laicas de todo el mundo.
El Papa
está visitando estos días Myanmar. ¿Cómo valora este viaje?.
Dos son
las sensaciones que tengo. Me ha sorprendido que no haya citado la palabra
rohingya. Pienso que el Papa tiene una hipoteca de la que debe liberarse: la de
ser Jefe de Estado de la ciudad del Vaticano, que difícilmente se compagina con
su liderazgo moral reconocido mundialmente y con su ejemplaridad evangélica.
El ser
jefe de Estado le hipoteca en estos viajes porque son también visitas de Estado
en las que, lógicamente, tiene que mantener unas relaciones diplomáticas con
los gobernantes. Un jefe de Estado no puede echar en cara a estos, en el país
al que va, unos comportamientos que son antidemocráticos, contrarios al respeto
al pluralismo y a la diversidad cultural, como es el caso del Gobierno de
Myanmar con los rohingya.
Por eso
soy partidario de que la reforma de la Iglesia pase por que el Vaticano deje de
ser un Estado, cosa que ya de entrada no parece muy evangélica, y que el Papa
renuncie a ser jefe de Estado, cargo que puede poner en cuestión el merecido
reconocimiento de autoridad moral a nivel internacional.
No
olvidemos que la comunidad rohingya está marginada, perseguida y represaliada
por determinados sectores del budismo, actores importantes en la represión,
discriminación y exilio de dicha comunidad.
Pero
quiero decir, también, que el Papa Francisco en Myanmar y en otras
declaraciones está siendo muy claro y, en plena sintonía con mi libro -que le
regalaré para Reyes-: ha criticado severamente el colonialismo cultural y ha
dicho dos cosas muy importantes: a) que el colonialismo cultural es el que está
potenciando el terrorismo; b) que Occidente impone el colonialismo a costa de
unas ayudas económicas a los pueblos a los que coloniza. Y yo añado una
tercera: que Occidente está imponiendo un modelo de democracia que está
haciendo agua.
Para
finalizar díganos qué proyecto tiene ahora. Cuál va a ser el siguiente paso.
El paso
siguiente es un nuevo libro sobre el Islam -el primero fue Islam. Cultura,
religión y política (Trotta, 2009, con numerosas ediciones y reimpresiones); el
segundo Islam. Sociedad, política y feminismo (Dykinson, 2014)-, que voy a
titular Hermano Islam. En él elaboraré una teología islamo-cristiana de la
liberación.
Nunca
me he apartado del paradigma de la teología de la liberación. Lo que he ido
haciendo con el paso de las décadas, de mis lecturas, estudios, viajes y de mi
evolución teológica, ha sido incorporar nuevos elementos a ese paradigma, que
ha desembocado en una teología de la liberación intercultural, no solo
occidental, interreligiosa, no solo cristiana, interétnica, no blanca,
interdisciplinar, no solo intra-teológica, y feminista, más allá del
patriarcado religioso basado en los dioses
varones y en las masculinidades sagradas.
Y
dentro de ese paradigma voy a desarrollar esta teología islamo-cristiana de la
liberación con estas características: contrahegemónica, en clave ética, en
perspectiva feminista, en un horizonte descolonizador, en diálogo
interreligioso e intercultural y en dirección a la utopía de Otro Mundo
Posible, recuperando la mística y el sufismo como lugar de encuentro de las
religiones y como superación de los fundamentalismos.
Decía
Lévinas que la ética es la filosofía primera. Yo lo aplico a las religiones
monoteístas y afirmo que la ética es la teología primera del Judaísmo, el
Cristianismo y el Islam.
Pues
aquí tienen ustedes un nuevo libro para disfrutar de Juan José Tamayo:
Teologías del Sur. El giro descolonizador, editado por Trotta.
Juan José, muchas gracias por compartir su tiempo con nosotros.
Muchas
gracias a Usted y a Religión Digital por dar a conocer este libro.
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