3 Cuaresma – A (Juan 4,5-42)
Evangelio del 15 - Mar - 2020
La escena ha sido recreada por el evangelista Juan, pero nos permite conocer cómo era Jesús. Un profeta que sabe dialogar a solas y amistosamente con una mujer samaritana, perteneciente a un pueblo impuro, odiado por los judíos. Un hombre que sabe escuchar la sed del corazón humano y restaurar la vida de las personas.
Junto al pozo de Sicar, ambos hablan de la vida. La mujer convive con un hombre que no es su marido. Jesús lo sabe, pero no se indigna ni le recrimina. Le habla de Dios y le explica que es un «regalo»: «Si conocieras el don de Dios, todo cambiaría, incluso tu sed insaciable de vida». En el corazón de la mujer se despierta una pregunta: «¿Será éste el Mesías?».
Algo no va bien en nuestra Iglesia si las personas más solas y maltratadas no se sienten escuchadas y acogidas por los que decimos seguir a Jesús. ¿Cómo vamos a introducir en el mundo su evangelio sin «sentarnos» a escuchar el sufrimiento, la desesperanza o la soledad de las personas?.
Algo no va bien en nuestra Iglesia si la gente nos ve casi siempre como representantes de la ley y la moral, y no como profetas de la misericordia de Dios. ¿Cómo van a «adivinar» en nosotros a aquel Jesús que atraía a las personas hacia la voluntad del Padre revelándoles su amor compasivo?.
Algo no va bien en nuestra Iglesia cuando la gente, perdida en una oscura crisis de fe, pregunta por Dios y nosotros le hablamos del control de natalidad, el divorcio o los preservativos. ¿De qué hablaría hoy con la gente aquel que dialogaba con la samaritana tratando de mostrarle el mejor camino para saciar su sed de felicidad?.

José Antonio Pagola
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