Caminar
en Adviento es recorrer los caminos de la vida del mundo obrero, para
encarnarnos en ella, para acompañar, para caminar con nuestras hermanas y
hermanos creciendo en comunión. Para vivir nuestra misión: ¡Consolad a mi
pueblo, dice el Señor!.
El oficio de consolar se ejercita acompañando la vida,
abriendo caminos de esperanza. Adviento nos adentra en caminos nuevos, y nos
impulsa a la novedad de la Esperanza.
Consolar es ofrecer el testimonio de lo
que Dios hace en nosotros; es ofrecer la propuesta de Jesucristo como buena
noticia para quienes sufren.
Consolar es nuestra misión; una misión que nos
llena de esperanza, que nos hace desbordar de gozo, que nos ilusiona porque, a
medida que recorremos el camino del Adviento de la mano del mundo obrero, podemos
descubrir que el Señor hace brotar su justicia.
Consolar tiene mucho que ver
con mostrar la posibilidad real y concreta de otra vida posible, que estamos
llamados a construir.
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