jueves, 25 de septiembre de 2025

Acercarnos

26 Tiempo ordinario – C (Lucas 16,19-31)
Evangelio del 28 / Sept / 2025
Lecturas: https://www.ciudadredonda.org/events/lecturas-del-xxvi-domingo-del-tiempo-ordinario-3_2025-09-28/?occurrence=2025-09-28&nskip=56380

El pobre Lázaro está allí mismo, muriéndose de hambre «junto a su puerta», pero el rico evita todo contacto y sigue viviendo «espléndidamente» ajeno a su sufrimiento. No atraviesa esa «puerta» que le acercaría al mendigo. Al final descubre horrorizado que se ha abierto entre ellos un «inmenso abismo». Esta parábola es la crítica más implacable de Jesús a la indiferencia ante el sufrimiento del hermano.

Junto a nosotros hay cada vez más inmigrantes. No son «personajes» de una parábola. Son hombres y mujeres de carne y hueso. Están aquí con sus angustias, necesidades y esperanzas. Sirven en nuestras casas, caminan por nuestras calles. ¿Estamos aprendiendo a acogerlos o seguimos viviendo nuestro pequeño bienestar indiferentes al sufrimiento de quienes nos resultan extraños?. Esta indiferencia solo se disuelve dando pasos que nos acerquen a ellos.

Podemos comenzar por aprovechar cualquier ocasión para tratar con alguno de ellos de manera amistosa y distendida, y conocer de cerca su mundo de problemas y aspiraciones. Qué fácil es descubrir que todos somos hijos e hijas de la misma Tierra y del mismo Dios.

Es elemental no reírnos de sus costumbres ni burlarnos de sus creencias. Pertenecen a lo más hondo de su ser. Muchos de ellos tienen un sentido de la vida, de la solidaridad, la fiesta o la acogida que nos sorprendería.

Hemos de evitar todo lenguaje discriminatorio para no despreciar ningún color, raza, creencia o cultura. Nos hace más humanos experimentar vitalmente la riqueza de la diversidad. Ha llegado el momento de aprender a vivir en el mundo como la «aldea global» o la «casa común» de todos.

Tienen defectos, pues son como nosotros. Hemos de exigir que respeten nuestra cultura, pero hemos de reconocer sus derechos a la legalidad, al trabajo, a la vivienda o la reagrupación familiar. Y antes aún luchar por romper ese «abismo» que separa hoy a los pueblos ricos de los pobres. Cada vez van a vivir más extranjeros con nosotros. Es una ocasión para aprender a ser más tolerantes, más justos y, en definitiva, más humanos.


José Antonio Pagola
https://www.gruposdejesus.com/26-tiempo-ordinario-c-lucas-1619-31-3/

jueves, 18 de septiembre de 2025

La lógica de Jesús

25 Tiempo ordinario – C (Lucas 16,1-13)
Evangelio del 21 / Sept / 2025
Lecturas: https://www.ciudadredonda.org/events/lecturas-del-xxv-domingo-del-tiempo-ordinario-3_2025-09-21/?occurrence=2025-09-21&nskip=56373

Jesús era ya adulto cuando Antipas puso en circulación monedas acuñadas en Tiberíades. Sin duda, la monetización suponía un progreso en el desarrollo de Galilea, pero no logró promover una sociedad más justa y equitativa. Fue al revés.

Los ricos de las ciudades podían ahora operar mejor en sus negocios. La monetización les permitía «atesorar» monedas de oro y plata que les proporcionaban seguridad, honor y poder. Por eso llamaban a ese tesoro «mammona», dinero «que da seguridad».

Mientras tanto, los campesinos apenas podían hacerse con algunas monedas de bronce o cobre, de escaso valor. Era impensable atesorar mammona en una aldea. Bastante tenían con subsistir intercambiándose entre ellos sus modestos productos.

Como ocurre casi siempre, el progreso daba más poder a los ricos y hundía un poco más a los pobres. Así no era posible acoger el reino de Dios y su justicia. Jesús no se calló: «Ningún siervo puede servir a dos amos, pues se dedicará a uno y no hará caso del otro… No podéis servir a Dios y al Dinero (mammona)». Hay que escoger. No hay alternativa.

La lógica de Jesús es aplastante. Si uno vive subyugado por el Dinero, pensando solo en acumular bienes, no puede servir a ese Dios que quiere una vida más justa y digna para todos, empezando por los últimos.

Para ser de Dios no basta formar parte del pueblo elegido ni darle culto en el templo. Es necesario mantenerse libre ante el Dinero y escuchar su llamada a trabajar por un mundo más humano.

Algo falla en el cristianismo de los países ricos cuando somos capaces de afanarnos por acrecentar más y más nuestro bienestar sin sentirnos interpelados por el mensaje de Jesús y el sufrimiento de los pobres del mundo. Algo falla cuando pretendemos vivir lo imposible: el culto a Dios y el culto al Bienestar.

Algo va mal en la Iglesia de Jesús cuando, en vez de gritar con nuestra palabra y nuestra vida que no es posible la fidelidad a Dios y el culto a la riqueza, contribuimos a adormecer las conciencias desarrollando una religión burguesa y tranquilizadora.


José Antonio Pagola
https://www.gruposdejesus.com/25-tiempo-ordinario-c-lucas-161-13-3

jueves, 11 de septiembre de 2025

El otro hijo

24 Tiempo ordinario – C (Lucas 15,1-32)
Evangelio del 14 / Sept / 2025
Lecturas: https://www.ciudadredonda.org/events/lecturas-del-la-exaltacion-de-la-santa-cruz_2025-09-14/?occurrence=2025-09-14&nskip=56366

Sin duda, la parábola más cautivadora de Jesús es la del «padre bueno», mal llamada «parábola del hijo pródigo». Precisamente este «hijo menor» ha atraído casi siempre la atención de comentaristas y predicadores. Su vuelta al hogar y la acogida increíble del padre han conmovido a todas las generaciones cristianas.

Sin embargo, la parábola habla también del «hijo mayor», un hombre que permanece junto a su padre sin imitar la vida desordenada de su hermano lejos del hogar. Cuando le informan de la fiesta organizada por su padre para acoger al hijo perdido, queda desconcertado. El retorno del hermano no le produce alegría, como a su padre, sino rabia: «Se indigna y se niega a entrar» en la fiesta. Nunca se ha marchado de casa, pero ahora se siente como un extraño entre los suyos.

El padre sale a invitarlo con el mismo cariño con que ha acogido a su hermano. No le grita ni le da órdenes. Con amor humilde «trata de persuadirlo» para que entre en la fiesta de la acogida. Es entonces cuando el hijo explota, dejando al descubierto todo su resentimiento. Ha pasado toda su vida cumpliendo órdenes del padre, pero no ha aprendido a amar como ama él. Solo sabe exigir sus derechos y denigrar a su hermano.

Esta es la tragedia del hijo mayor. Nunca se ha marchado de casa, pero su corazón ha estado siempre lejos. Sabe cumplir mandamientos, pero no sabe amar. No entiende el amor de su padre a aquel hijo perdido. Él no acoge ni perdona, no quiere saber nada de su hermano. Jesús concluye su parábola sin satisfacer nuestra curiosidad: ¿entró en la fiesta o se quedó fuera?. 

Envueltos en la crisis religiosa de la sociedad moderna, nos hemos habituado a hablar de creyentes e increyentes, practicantes y alejados, matrimonios bendecidos por la Iglesia y parejas en situación irregular… Mientras nosotros seguimos clasificando a sus hijos e hijas, Dios nos sigue esperando a todos, pues no es propiedad solo de los buenos ni de los practicantes. Es Padre de todos.

El «hijo mayor» nos interpela a quienes creemos vivir junto a él. ¿Qué estamos haciendo los que no hemos abandonado la Iglesia?. ¿Asegurar nuestra supervivencia religiosa observando lo mejor posible lo prescrito o ser testigos del amor grande de Dios a todos sus hijos e hijas?. ¿Estamos construyendo comunidades abiertas que saben comprender, acoger y acompañar a quienes buscan a Dios entre dudas e interrogantes?. ¿Levantamos barreras o tendemos puentes?. ¿Les ofrecemos amistad o los miramos con recelo?.


José Antonio Pagola
https://www.gruposdejesus.com/24-tiempo-ordinario-c-lucas-151-32-3

jueves, 4 de septiembre de 2025

Ídolos privados

23 Tiempo ordinario – C (Lucas 14,25-33)
Evangelio del 7 / Sept / 2025
Lecturas: https://www.ciudadredonda.org/events/lecturas-del-xxiii-domingo-del-tiempo-ordinario-3_2025-09-07/?occurrence=2025-09-07&nskip=56359

Hay algo que resulta escandaloso e insoportable a quien se acerca a Jesús desde el clima de autosuficiencia que se vive en la sociedad moderna. Jesús es radical a la hora de pedir una adhesión a su persona. Su discípulo ha de subordinarlo todo al seguimiento incondicional.

No se trata de un «consejo evangélico» para un grupo de cristianos selectos o una élite de esforzados seguidores. Es la condición indispensable de todo discípulo. Las palabras de Jesús son claras y rotundas. «El que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío».

Todos sentimos en lo más hondo de nuestro ser el anhelo de libertad. Y, sin embargo, hay una experiencia que se sigue imponiendo generación tras generación: el ser humano parece condenado a ser «esclavo de ídolos». Incapaces de bastarnos a nosotros mismos, nos pasamos la vida buscando algo que responda a nuestras aspiraciones y deseos más fundamentales.

Cada uno buscamos un «dios» para vivir, algo que inconscientemente convertimos en lo esencial de nuestra vida: algo que nos domina y se adueña de nosotros. Buscamos ser libres y autónomos, pero, al parecer, no podemos vivir sin entregarnos a algún «ídolo», que determina nuestra vida entera.

Estos ídolos son muy diversos: dinero, éxito, poder, prestigio, sexo, tranquilidad, felicidad a toda costa… Cada uno sabe el nombre de su «dios privado», al que rinde secretamente su ser. Por eso, cuando en un gesto de «ingenua libertad» hacemos algo «porque nos da la gana», hemos de preguntarnos qué es lo que en aquel momento nos domina y a quién estamos obedeciendo en realidad.

La invitación de Jesús es provocativa. Solo hay un camino para crecer en libertad, y solo lo conocen quienes se atreven a seguir a Jesús incondicionalmente, colaborando con él en el proyecto del Padre: construir un mundo justo y digno para todos.


José Antonio Pagola
https://www.gruposdejesus.com/23-tiempo-ordinario-c-lucas-1425-33-3