Mostrando entradas con la etiqueta Testimonio. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Testimonio. Mostrar todas las entradas

sábado, 18 de abril de 2020

Quedate en tu barrio


BUENOS AIRES Sacerdotes de las villas bonaerenses hicieron sobre el trabajo que realizan en la prevención del coronavirus en los barrios, con el lema “Iglesia, hospital de campaña”
17.04.2020 | AICA

El presbítero José María Di Paola, del equipo de sacerdotes de villas y barrios populares, junto con Leonardo Orlando, de la comunidad palotina de San Patricio, del barrio porteño de Villa Urquiza, brindaron detalles sobre el trabajo que realiza la Iglesia en la prevención del coronavirus en las zonas más vulnerables.

domingo, 30 de diciembre de 2018

Gaspar vive


En el 40 aniversario de su martirio:
Autor: Benjamín Forcano

Radio Sandino: 11 de Diciembre de 1978:
“Hermanos: les quiero comunicar una noticia dolorosa: el comandante ´Martín´ Gaspar García Laviana , el cura sandinista, cayó en combate hace unas pocas horas. Sin embargo, no es el momento de llorarlo. Hoy, más que nunca, tenemos que seguir el ejemplo heroico de nuestros mártires. ¡Adelante compañeros”.

No hay mayor prueba de amor que dar la vida por los demás.”Era el mismo Evangelio que ardía en sus manos más que el fusil inhóspito” (P. Casaldáliga).

jueves, 4 de diciembre de 2014

Osoro se "embarró" en El Gallinero

El arzobispo de Madrid visitó el sábado el poblado chabolista, junto a Javier Baeza

Durante dos horas y media, en mitad del aguacero, "el peregrino" bajó a los infiernos de la capital

 El obispo se limpió los zapatos embarrados en un charco. Pero los recuerdos de aquella tarde se antojan imborrables en el recién estrenado ministerio del arzobispo de Madrid

·         Carlos Osoro el peregrino

(Jesús Bastante).- "¿Entonces tú eres el Papa?". Empapado hasta las orejas, con la sotana y los zapatos embarrados, Carlos Osoro no pudo menos que sonreir. "No, no lo soy, pero si quieres puedo ser tu amigo. Me llamo Carlos, ¿y tú?". El arzobispo de Madrid se "embarró" este sábado para visitar a los mas pobres de entre los pobres de la capital, los habitantes del poblado de El Gallinero, con quienes compartió más de dos horas y media en una experiencia que, como comentó después a RD, "me ha dejado tocado".

Su anfitrión, el párroco de Entrevías, Javier Baeza, que apenas se creía lo que estaba viendo cuando, unos días antes, "un colaborador de la parroquia me dijo que don Carlos quería visitar El Gallinero". La cita, prevista para el sábado -había fiesta en el poblado rumano-, estuvo a punto de suspenderse -como la propia fiesta, porque la barriada estaba encharcada-. Pero Osoro llegó a Entrevías cerca de la una y media de la tarde. "Me conquistó desde el principio", reconoce Baeza, quien apunta que "uno no está acostumbrado a que lo primero que haga tu obispo nada más verte es pegarte un abrazo y pedirte que le llames Carlos".

"Te conozco por la prensa", le dijo el obispo al cura rojo. "Yo también a usted", respondió Javier. "Vamos a llamarnos de tú". Y así, junto a su secretario Daniel, Pepe Díaz (el otro cura de Entrevías) y dos voluntarios, Jorge y Marta, se subieron en la furgoneta de Baeza. "Vivo con varios chicos, y dos de ellos son del Gallinero. Son dos adolescentes que estaban en el coche con la música a todo trapo, y en cuanto vino Osoro les pedí que se pasaran para atrás... pero Osoro dijo que no, que él se ponía de paquete".

"Es un hombre absolutamente cercano a la gente", explica, todavía admirado, Javier Baeza. Durante dos horas y media, en mitad de la tormenta que azotaba la capital de España -Osoro canceló sobre la marcha una comida que tenía con curas "porque tenía que estar allí"-, el arzobispo de Madrid, agarrándose las faldas de la sotana para no ensuciarse demasiado -al final de la visita tuvo que buscar un charco para limpiar algo sus zapatos- visitó a varias familias, en su mayoría gitanos rumanos, que viven a diario los golpes de una sociedad injusta y sobreviven como pueden a la ausencia de luz, agua, letrinas o la constante amenaza de las apisonadoras. Casi un centenar de casas menos en los últimos meses.

Junto a él, en mitad de chabolas desvencijadas, con las goteras cayendo en sus ojos, sus manos, Carlos Osoro escuchó, y compartió, la vida y las miserias de aquellas personas. "Mostró en todo momento un respeto espectacular por la realidad de aquellas personas. Es uno de los pocos visitantes de El Gallinero que no venía con ideas preconcebidas ni discursos preparados. No le dio la charla a nadie. Escuchó, jugó con los niños, preguntó por las dificultades en las que vivían esas personas que le invitaban a su casa...", apunta Javier Baeza.

"No hizo ningún juicio, pero lo cierto es que se quedó un poco descolocado", explica el sacerdote. Osoro confirma el diagnóstico: "Es inexplicable cómo puede haber tanta pobreza a tan pocos kilómetros del centro", suspira el arzobispo de Madrid, quien recordó sus experiencias en la favelas brasileñas o con los pobres de Valencia. "Pero tan cerca, y tan pobres..." Osoro preguntó por cómo sólo existe un punto de agua, dónde estaban las letrinas -¿letrinas?- o de dónde cogían la luz.

Uno de los momentos más emotivos de la visita ocurrió cuando Osoro entró en un pequeño cuartucho, con apenas dos camas. "¿Cuántos vivís aquí?", preguntó a una joven de 33 años. "Vivimos mi marido, mi hermana, mi madre... y mis once hijos". ¿En dos camas? "¿Y dónde duermes?". Osoro contempló la pobreza, pero también la dignidad de personas que cuidan de lo suyo, y de los suyos, y que reclaman respeto y acogida. Sonrió con las bromas de sus anfitriones, y se mostró preocupado al escuchar cómo existen tantas instituciones supuestamente implicadas para arreglar la situación y, sin embargo, "las cosas casi no han mejorado".

"Muchos, especialmente eclesiásticos, cuando salen de allí, critican la pobreza, pero también la promiscuidad. Él nos reconoció que, cuando ves la realidad de la gente, los juicios morales hay que aparcarlos un poco, y no juzgar determinadas situaciones concretas. Como hace el Papa, por otro lado", añade Baeza.

"Hay que estar aquí para verlo", añade Osoro, todavía afectado por la visita, pero agradecido por poder compartir la experiencia. Y con el compromiso de que no será la última vez que visite El Gallinero. Y emocionado con las sonrisas de los niños, que tiraban de su cruz pectoral, y le preguntaban dónde estaba su casa. "Algunos de ellos trapichean en la zona de Bailén, y se lo dijeron, y don Carlos les dijo que fueran a visitarle al Arzobispado, que preguntaran por él y que si estaba saldría y se tomarían algo".

"¿Tú eres el Papa?", le preguntaban los niños. "Yo les explicaba que era como el cura de los curas de Madrid", relata Javier Baeza, quien muestra cómo "en todo momento demostró que venía como uno más, a escuchar. No fue dando catequesis. A mí me ganó desde el primer momento hasta el abrazo de despedida, todavía mojados, cuando me pidió el teléfono" y quedaron para, un día, poder celebrar con la comunidad de Entrevías.

"No quiero establecer comparaciones, pero es la primera vez que me encuentro un obispo que me conoce y que me escucha, que me da su teléfono y que detiene el tiempo para estar con nosotros", explicaba Baeza al día siguiente, en la misa de Entrevías. El compromiso de visitar la casa en la que Javier vive con adolescentes de varias nacionalidades ya está planteado, así como una charla reposada con los curas de Entrevías. "Tengo que ser el obispo de todos", subraya, como un mantra, Carlos Osoro. Y Javier Baeza, el descreído Javier Baeza, se lo cree a pies juntillas. "Porque lo he visto en El Gallinero".

No importó la lluvia, pues los caminos están trazados, incluso en El Gallinero, para aquéllos que quieren ser peregrinos. No cabe duda que el nuevo arzobispo de Madrid es uno de ellos. A la vuelta, en la furgoneta, todavía impresionado por el lugar donde viven tantas personas, tantos niños, Osoro reflexionaba sobre su última visita al Papa Francisco, el jueves pasado en Roma. "Me preguntaba si ya tenía casa definitiva donde vivir. ¡Cómo voy a estar, al lado de cómo está viviendo esta gente!". El obispo se limpió los zapatos embarrados en un charco. Pero los recuerdos de aquella tarde se antojan imborrables en el recién estrenado ministerio del arzobispo de Madrid.

domingo, 17 de febrero de 2013

Capellán de los vagabundos de París

El capellán de los vagabundos de París es un dominico español que da autoestima a los sin techo.
Pedro Meca se fue a vivir con los que no tienen nada y congrega multitudes. En sus iniciativas los sin techo no son los que reciben sino los que dan.

Pedro Meca Zuazu es dominico y trabajador social o trabajador social y dominico. Ambas cosas quedan unidas en este navarro de casi 78 años que fue criado por una pareja de ancianos muy pobres y que a los 17 años se fue a Francia a buscar a su madre, exiliada durante la Guerra Civil Española.

“Posibilidad de demostrar lo que valen”.
Este domínico ha dedicado toda su vida a los sin techo y ha creado numerosas iniciativas que han sido luego copiadas y llevadas a cabo a distintos países. Es como le llaman sus hermanos de la Orden de Predicadores, el capellán de los vagabundos en París, ciudad en la que lleva ya una buen parte de su vida. Allí se dedica a estar literalmente con los más pobres, con los que vive, a generarles oportunidades laborales, ayudando a que tengan una muerte digna pero sobre todo trabaja en devolverles la dignidad que han perdido y recuperar la autoestima.
El padre Pedro es un vendaval, algo que le ha generado también sus problemas. Pero, ¿qué es lo que hace a este domínico tan particular? Realmente, su manera de trabajar con los desheredaros y los leprosos de nuestro tiempo. “Ofrecemos a gente con una autoestima muy baja la posibilidad de demostrar lo que valen, algo muy difícil si sólo se mueven en círculos de marginación”.

Sólo va a la comunidad una vez a la semana.
Su principal labor es hacer ver a los sin techos y al resto de la gente que no se puede ver solo a las personas como pobres porque carecen de algo puesto que es algo muy limitador. En su opinión, hay que atender a la totalidad de la persona teniendo en cuenta que todos tienen potencialidades y riquezas que aportar al resto.
Su labor sorprende a sus propios hermanos en la orden. El superior de los dominicos habló en una conferencia de este español: “viene a la comunidad una vez a la semana para asearse y conseguir algo de comida. Lleva el pelo largo y parece como un vagabundo pero es una de las personas más felices que he conocido”.

Llevó a Lourdes a una multitud de indigentes.
Y es que, sigue el superior dominico, “le conocí en Lourdes y Pedro había llevado a un montón de gente realmente pobre, una auténtica multitud de indigentes. Encontró un modo de llevarlos allí y, lo más importante de todo, lo hacía con profunda alegría”.
Una de las imágenes más conocidas de él es la de las multitudinarias misas de Navidad que preside en París. En esas fechas siempre celebra una gran misa para los vagabundos, en una enorme tienda de campaña en el centro de la capital francesa. Hasta mil personas se han llegado a reunir en ellas para después disfrutar todos ellos de un gran banquete y así celebrar el nacimiento del Salvador.

Colaborador del Abbé Pierre.
Colaboró codo con codo con el Abbé Pierre, creador de los traperos de Emaús, y de ahí surgió la idea de dedicar su vida a los excluidos de la sociedad. Surgió así la obra por la que este dominico navarro es conocido en Francia y en el extranjero: los Compañeros de la Noche y el centro La Moquette.

Un local que no da ni ropa ni alimento.
¿Qué es La Moquette?. Es un centro en el que las personas sin techo y con techo pueden ir por las noches entre semana para reunirse, leer el periódico, jugar a las cartas, hablar o participar en conferencias. Es decir, hallarse en un clima de acogida y de escucha, en el que los sin techos recuperen su dignidad y los con techo pierdan sus prejuicios. De hecho, en este local no se da ni ropa ni alimento.
Pedro Meca quiere ir mucho más allá del asistencialismo más primario ya que cree que hay cosas igual o más importantes que el alimento. En una entrevista aseguraba que “se puede no tener nada y aportar muchas cosas”.

Los sin techo, los solidarios.
De este modo, añadía que “los sin hogar pueden enseñar muchas cosas. De la gente pobre sólo se ven las necesidades y cómo llenarlas: no tienen casa, no tienen qué comer, no tienen vestido…Mi relación no es esa, es encontrarme con alguien con sus potencialidades, su saber, su cultura, sus gustos, sus pasiones, lo que le interesa. La persona en su globalidad, no el enfoque de ‘¿qué necesita de mí?’. Ellos pueden y tienen que aportar. Un principio fundamental es que puedan dar, que puedan participar en acciones de solidaridad”.

"Los muertos en la calle".
Además de esta entrega, los vagabundos que acuden aquí realizan dos actividades de lo más curiosas pero que son de lo más útil. Relata este domínico que han creado lo que se llama “los muertos en la calle” puesto que “según como se trata a un cadáver, así se trata a la gente. La gente arma revuelo cuando alguien muere, no cuando vive. Si nos ocupamos de los muertos es porque nos interesan los vivos (…) La vida en la calle anuncia una muerte prematura”.
De ahí surgió dicha iniciativa, cuenta en otra conferencia, ya que “había gente que moría en la calle y nadie los reclamaba. Hemos llegado a un acuerdo con el Ayuntamiento: nos pasan la lista de la gente que ha muerto en la calle (y también en casas u hospitales) y que nadie reclama. La gente de la calle acompaña también a la gente que no ha muerto en la calle y por las que nadie se interesa. Aquí se ve como la gente de la calle aporta a la sociedad cosas que no aporta nadie. Nos damos cuenta que las actitudes excluyentes son patrimonio de toda la sociedad. Así conocemos cuanta gente muere. Así vemos a través de su muerte como era su vida. Muchos mueren solos. Le encendemos una vela, hacemos un taller de escritura y los textos se leen en la celebración ya sea civil o religiosa”.
Con respecto a España, ve algunas diferencias con respeto a su labor en París. “En España la solidaridad familiar es mucho más fuerte que aquí, la ruptura es menor. Un chaval en Francia cuando cumple los 18 o 19 años sale fuera de casa. En España siguen hasta los 25-30. En París, la mitad de las familias son monoparentales. Si tiene muchos papás, mamás y abuelos, acaba no teniendo a nadie”.

Padrinos de niños de Kabul.
La otra actividad que llevan a cabo los sin techo de París es animarles a ayudar a los necesitados. “Se nos ocurrió que fueran padrinos de niños de la calle en otras partes. Hemos organizado que sean padrinos de niños de Kabul. Una vez al mes tenemos una reunión de solidaridad para ver qué hacemos, recogemos dinero en común, les mandamos cartas y los niños se sorprenden de que en Europa haya gente en la calle. En las reuniones que tenemos descubrimos que esto les recupera la autoestima porque no han podido ocuparse de su familia”, concluye Meca.

domingo, 10 de febrero de 2013

Existencia profética


Diario de Avisos. | Santa Cruz de La Palma
El jesuita palmero, durante una celebración de los indios yanomamis, con quienes comparte su vida.

Un rato de conversación con Fernando López te deja sin defensas. Su discurso y, sobre todo, su vida, desmontan cualquier dogmatismo acomodaticio construido para afrontar la realidad. Su existencia es profética, ahora incluso más que nunca, en un contexto occidental en el que la crisis ha puesto patas arriba todas las seguridades de nuestro mundo, o de esta “selva”, como le gusta llamar también a este otro lado del Atlántico al jesuita palmero que vive con los indígenas en plena Amazonía.
Compartió el destino de los pueblos inundables y del basural de Paraguay, país al que llegó en 1985, en plena dictadura de Stroessner, donde encontró una Iglesia “plantada” ante el terror impuesto por el tirano. También acompañó, bajo los puentes de las urbes brasileñas, a los meninos da rua (los niños de la calle), y ahora lleva más de una década con los indígenas de la selva amazónica. “Dios me dio muchas facilidades para hacer lo que hago; me costaría mucho más insertarme en la selva de Madrid. Y hay que hacerlo, porque una selva sin la otra no tiene solución; si aquello se rompe, nos cargamos el planeta”, comenta.
Un licenciado en Física por la Universidad de Sevilla, con una fuerte proyección intelectual, decidió hace veintiocho años responder al interrogante que le asaltaba desde la adolescencia por las calles de la capital palmera. “Una pregunta que le hacía a los papás con quince años es que este asunto que me da nacer en una familia que tiene condiciones y otros no, ¿es una cuestión de suerte?. Si fuese así, Dios es injusto, pero si no es así, la pregunta que Dios nos invita a hacernos es de qué lado nos queremos poner”.
Y cuando terminó la carrera lo vio claro y decidió situarse en los márgenes, con los olvidados y desheredados de la tierra. Una opción por los pobres que los jesuitas se han marcado como “preferencial” en sus estatutos y que Fernando López ha llevado al límite, que es donde también Ignacio de Loyola quería que se situaran sus seguidores.
Ahora pasa unos meses en La Palma, acompañando a sus padres, y se ha encontrado con la realidad socioeconómica que padece Europa con la crisis. “Aquí hay mucha gente pasándolo mal, es verdad, pero qué bueno que la crisis llegó, porque eso significa de forma clara que el sistema no da más de sí”, argumentó. “Hasta ahora, aquí vivían en esta burbuja a base de pisar los últimos 500 años el despegue del Sur. En algo nos hemos equivocado, hermano”, sentenció.
GIRO EPISTEMOLÓGICO.
Para Fernando López, esta situación está contribuyendo a generar una especie de “conciencia global, que me llena de esperanza”. “No vivo la crisis como desengaño, sino qué bueno que está tocando fondo el sistema porque hay que parir una nueva historia. En estos tiempos fuertes nos tenemos que embarazar y soñar una nueva historia, empujar y parirla, y no dejar que un puñado de gente, los que controlan el sistema financiero, sigan imponiendo su lógica”, argumentó entre sorbos de mate.
Una forma de estar en el mundo que asegura haber aprendido con los pueblos americanos. “Cómo es posible que 20.000 indios enfrenten empresas madereras y consigan ganar, después de costar la vida de líderes asesinados, mujeres violadas y pueblos quemados. ¿Qué tienen ellos que a nosotros se nos ha cortado, por qué se plantan así y nosotros estamos tan acomodados, en un sistema donde la democracia todavía está por inventar?”, se pregunta.
En este sentido, expresó su temor “cuando la gente se queja de que los políticos no resuelven las cosas”. “¿Queremos un modo paternalista, donde la solución venga de arriba? No, estamos equivocados, tiene que venir de abajo, de tus opciones de vida. Los pueblos indígenas no esperan en sus aldeas a que los gobiernos le solucionen los problemas”, añadió.
INSURGENCIA.
El jesuita palmero tiene claro que “lo que hay que promover en occidente es la insurgencia; y aquí soy profundamente no violento. Por ninguna cosa estoy dispuesto a matar”. En esta línea, recordó que las propuestas más insurgentes que se han planteado en la América de los últimos cincuenta años vienen de los movimientos indígenas: Chiapas, los gobiernos de Ecuador y Bolivia, los mapuches en Chile. “¿Qué tienen ellos que a nosotros nos falta? Necesitamos profecía, que levantemos la cabeza por encima de las nubes grises del sistema, que la historia no se acabó y que no podemos esperar a que los de arriba pongan la solución, que vendrá cuando tú y yo nos posicionamos y nos la jugamos”, propuso López.
Pintan el cuerpo del jesuita antes de la celebración de un ritual. / DA
INDÍGENAS.
En esta visión global ha sido decisiva su introducción en el camino chamánico, que empezó con los guaraníes, en Paraguay, y continuó con los yanomamis. “Comienzo, con 52 años que tengo, en estos últimos años amazónicos, a poderme vivir algo que el mundo occidental no me enseñó y que me coloca en una relación de sacralidad con el entorno”, explicó el jesuita que ha entrado a fondo en la cultura indígena en ese diálogo interreligioso que fomenta la Compañía de Jesús.
Fernando López sostiene que “esta sabiduría relacional”, donde la realidad está estrechamente conectada como una tela de araña, “en occidente nos la hemos cargado”.
“Tenemos que sabernos cuidar, dejar de ser depredadores y pasar a ser cuidadores de algo tan misterioso como es la vida, las relaciones, el universo, Dios. Si en occidente no somos capaces de recuperar el sentido mistérico de la realidad, estamos perdidos”.
En este encuentro con el otro es cuando se produce esa quiebra epistemológica por la que aboga para Occidente. “Cuánta vergüenza he pasado cuando en los pueblos indígenas me preguntan por qué somos así. He sentido vergüenza de ser occidental, blanco y de ojos azules. Un chamán indígena respeta el agua y no se le ocurre mear donde va a beber, otros echan mercurio en los ríos”.
EL BUEN VIVIR.
El buen vivir o Sumak kawsay, en quichua ecuatoriano, de donde se adoptó este principio que promovieron los foros sociales y hoy recogen las constituciones de Bolivia y Ecuador, desmonta el sistema de valores de occidente, edificado sobre el modelo de progreso y desarrollo indefinido, gestado bajo la luz de la Ilustración. “Los occidentales dicen que quieren vivir mejor, mientras otros vivirán peor; nosotros queremos buen vivir para todos”, explica López, quien sostiene que el reto de la sociedad actual, entendida desde el punto de vista global, está en cómo construir esta “trama de reciprocidad”. Defiende además que el paradigma del buen vivir introduce, junto con los Derechos Humanos, “los derechos ambientales y los derechos cósmicos”. “Tenemos que sabernos parte de una telaraña de una vida profundamente frágil, que hay que saber cuidar”. Y un referente para tener esa mirada global sobre la realidad, a juicio de López, son los pueblos indígenas de Amazonía. “Mientras no aceptemos que los pueblos indígenas son semillas de solución a los problemas que tenemos, no avanzaremos. Occidente ha aportado cosas buenas a lo largo de su historia que hay que conservar, pero que no se piense que es la solución”.

lunes, 15 de octubre de 2012

Adolfo Pérez Esquivel

Hace 32 años, el 13 de octubre de 1980, el Comité Nobel de Noruega otorgaba el Premio Nobel de la Paz al argentino Adolfo Pérez Esquivel por su lucha en defensa de la democracia y los derechos humanos frente las dictaduras latinoamericanas. Luego de sufrir encarcelamiento y tortura, le asestó un fuerte golpe a los regímenes dictatoriales en el continente cuando en su discurso de aceptación le afirmó al mundo que no lo asumía a título personal sino "en nombre de los pueblos de América Latina, y de manera muy particular de mis hermanos los más pobres y pequeños, porque son ellos los más amados por Dios; en nombre de ellos, mis hermanos indígenas, los campesinos, los obreros, los jóvenes, los miles de religiosos y hombres de buena voluntad que renun ciando a sus privilegios comparten la vida y camino de los pobres y luchan por construir una nueva sociedad".

En estas líneas Adolfo Pérez Esquivel nos relata  como vivió ese 13 de octubre de 1980 junto a una serie de anécdotas sobre el día en que pronunció aquel discurso de aceptación del Nobel:
Buenos Aires, 13 de octubre del 2012
A  32 años de recibir el Premio Nobel de la Paz… y un traje.
La canción popular dice… "el tiempo pasa y nos estamos poniendo viejos…”, las cosas son lo que son.
Conversando con los compañeros del SERPAJ me preguntaban sobre mi caminar de tantos años. Recordar todos los hechos de esa época de persecuciones, dolores y luchas contra la dictadura militar en Argentina y en el continente latinoamericano me resulta difícil hacerlo en estas líneas, sólo puedo decirles que fue y es un caminar cotidiano con luces y sombras, con dolores y esperanzas, y sin claudicaciones porque los caminos de liberación continúan. Estoy a un mes de cumplir  los 81 años y continuamos con mucha fuerza y esperanza.
Hace dos días fui a ver la exposición de Antonio Pujía un gran escultor y amigo, que expone  las fotos de sus obras realizadas por  su hijo Sergio, y le decía: -"Antonio, la vida  es breve y los años pasan, pero, tenemos que vivir como si fuéramos eternos, sin dejar de sonreírle a la vida, somos hijos e hijas de las estrellas"
Ese 13 de octubre  de 1980, Amanda, mi esposa, me avisa  por teléfono que vaya urgente a la embajada de Noruega porque el embajador me estaba buscando con mucha insistencia.
Yo me preguntaba: -¿Para qué me necesita el embajador, porque tanto urgencia?- No entendía que pasaba y  fui. A partir de eso se desató la locura entre los medios y llamados de todo el mundo y el estupor y desconcierto de los dictadores. Los militantes y prisioneros en las cárceles y centros de detención vieron una esperanza, que el mundo conozca lo que ocurría en el país y en Latinoamérica bajo las dictaduras militares.
La dictadura militar no quería darme el pasaporte para viajar y gobiernos, iglesias y organizaciones de diversos países presionaron y al final tuvieron que darme el pasaporte, pero le pusieron un sello “Equipo 2”, así, cada vez que llegaba al país me detenían y demoraban en el aeropuerto para ser investigado por “subversivo”.
Pero ese relato ya lo he contado muchas veces y quedará para otro momento, en esta oportunidad quiero contarles una anécdota algo especial:
Después de los primeros días, el protocolo noruego y el Comité Nobel llamaron para explicar el acto de entrega del Premio en Oslo, la ceremonia del mismo y los tiempos disponibles.
Entre las exigencias estaba ir con traje oscuro, cosa que yo no tenía y menos dinero para comprarlo.
Recuerdo que años atrás, siendo muy joven, pedí prestado a un amigo un traje azul oscuro para poder trabajar en las Grandes Tiendas Harrods en la calle Florida. Estuve de temporada  por tres meses y al finalizar le devolví el traje.
Cuando viajé para recibir el Premio Nobel, fui primero a París y me reuní con los amigos del Comité Católico Contra el Hambre y por el Desarrollo de Francia (CCFD) que siempre nos acompañan, y les expliqué lo que ocurría y que pensaba viajar a Oslo así con mi poncho.
La Directora del CCFD, en ese entonces Enriqueta Chaponey, con Michel Grolleaud, sacerdote de la Misión de France y representante del Serpaj en Francia, y un argentino en el exilio, un hermano querido, Cacho El Kadri, decidieron comprarme un traje azul oscuro y un sobretodo.
No podía creerlo, por primera vez iba a tener un traje mío y no prestado.
Pero eso no era todo, tuve que probármelo en la sastrería y tenían que arreglar el pantalón y el saco en poco tiempo, el sobretodo gris me quedaba a medida.
Los sastres tuvieron que trabajar esa noche y tenerlo listo al día siguiente, tenía una camisa blanca y me compré zapatos negros.
Toda una novedad y así, gracias a la solidaridad de los amigos quedé “empilchado”  y viajé a Oslo a recibir el Premio Nobel de la Paz, el 10 de diciembre, hace ya 32  años.
El traje y el sobretodo los termine regalando a personas que lo necesitaban más que yo, y seguí usando mi poncho, ya que me sentía más cómodo y familiar.
Me emociona hasta hoy recordar la solidaridad de los amigos y amigas, fue una fiesta alrededor del traje y lo que significaba el Premio Nobel para nuestros pueblos.
Quería compartir con ustedes estas pequeñas cosas y también decirles como me sentía en esos momentos, cuando dije que: “debemos compartir el pan que alimenta el cuerpo, el espíritu y la libertad, porque sin libertad no podemos amar y sin amor el mundo pierde sentido”.
La lucha continúa frente a las injusticias, al hambre y la pobreza que afecta a las dos terceras  partes de la humanidad en un mundo que está en condiciones de superarlas pero falta la voluntad política para hacerlo. Hoy el sistema  neoliberal está dejando también afuera a los pueblos europeos, norteamericanos y canadienses, profundizando su desigualdad. El movimiento de “Indignados” reclama cambios profundos en la situación europea. Debemos ser creativos y cambiar el orden mundial juntos, los latinoamericanos siempre estuvimos indignados.
Necesitamos pensar en construir un “Nuevo Contrato Social” con nuestros pueblos, algo así como estrenar un nuevo traje, vestido o poncho que nos sirva a todos y todas. Por ahora continuamos luchando con esperanza  sabiendo que la solidaridad siempre es recíproca, va y viene,  no se compra ni se vende, nace en el corazón.
Muchos hermanas y hermanos están siempre presentes en mi mente y corazón porque compartimos el caminar por la vida. No puedo nombrarlos a todos pero quiero recordar a Monseñor Oscar Romero, mártir de América, a Don Helder Cámara, a Monseñor Leónidas Proaño, al Cardenal Don Pablo Evaristo Arns, a Don Fragoso, a Don Pedro Casaldáliga, a Leonardo Boff, a Gustavo Gutierrez y a Hildegard y Jean Goss de Austria. Aquí en la Argentina a Mons. Jaime de Nevares,  Mons. Hesayne que está en Azul, a Jorge Novak, quien fuera Obispo de Quilmes, al Obispo Emérito de la Iglesia Metodista Aldo Etchegoyen y tantos  hermanos y hermanas indígenas, campesinos, los compañeros  de las barriadas y del Serpaj en América Latina, los organismos de DDHH de Argentina, en especial Norita Cortiña,  Chicha Mariani, Mirta Baravalle, a la entrañable hermana Olga Arédez, en la caminada por la vida. A mi familia, Amanda, a mis hijos y nietos.
Quiero tener presente al Obispo Emérito de la Iglesia Metodista Argentina, Federico Pagura, que cumple 90 años y  comparte el pan y la libertad con el pueblo y que el día 26 de octubre, a las 19 horas,  acompañaremos en el homenaje que se realizará en la Primera Iglesia Metodista en la calle Corrientes 718.
Sería bueno que participen y acompañen a un hombre coherente entre el decir y el hacer desde la fe y el compromiso junto al pueblo.
Queridos amigos y amigas, siempre tenemos la oportunidad de tener un traje, vestido o poncho nuevo, todo depende de cómo lo usemos. No olvidemos que no se debe poner vino nuevo en odres viejos, porque se romperán.
Un abrazote de Paz y Bien.

jueves, 8 de marzo de 2012

Sobran mesas de despacho y faltan para comer

Padre Ángel: "Que se habiliten comedores en las catedrales"
"Sobran mesas de despacho y faltan para comer", explica, y su ONG predica con el ejemplo.

Redacción, 06 de marzo de 2012 a las 17:50

Advierte que los recortes en servicios sociales llevarán a que "la gente salga a la calle con pancartas diciendo que quiere comer". El presidente de la Asociación Mensajeros de la Paz, el padre Ángel García, advierte a las administraciones públicas de que recortar en servicios sociales por la crisis económica puede llevar a que "la gente salga a la calle con pancartas diciendo que quieren comer" y entonces, ya será tarde para hacer nada.
"Estoy convencido de que los gobernantes van a reaccionar y que a las ONG nos van a tener en cuenta, y si no, que tengan mucho cuidado todos, que el hambre es muy mala consejera, que el día que salga la gente a la calle con pancartas diciendo que quieren comer, preparémonos, porque, además, alguno seguro que apoyaremos esas manifestaciones", ha señalado.
En una entrevista, el fundador de esta asociación con presencia en 50 países ha explicado que toda la sociedad debe ser "consciente" de que es necesario recortar, pero ha criticado que "en alguna autonomía se esté hablando de quitar hasta un 25%" a las partidas para infancia o mayores.
"¿Un 25% de qué?. ¿Qué quieren, que le quite una mano?. ¿Que no les dé de comer?. ¿Que apague la luz día y noche?. Dígame usted cómo bajo el 25% y yo estaré de acuerdo, pero no sin dar una explicación. Que intenten buscar cómo lo pueden bajar pero no quitando de comer, porque eso es lo que supone quitar los servicios sociales", ha asegurado.
El sacerdote lamenta que no se produzca una respuesta más contundente por parte de los representantes políticos de los ciudadanos y se pregunta "cúando va a empezar a haber huelgas y manifestaciones y preguntas en los congresos" en las que los diputados y senadores digan que no están de acuerdo con estos recortes.
"Hacen huelgas, manifestaciones y preguntas para lo del euro, para una ley o para otra, pero por lo que es el sustento, lo que es para comer y para vivir no se pegan en el Congreso. Yo no les he visto todavía ponerse fuertes y decir 'oiga, que están ustedes locos', vamos a vender propiedades o a quitar gastos que se puedan tener de otros ministerios'", ha lamentado.

Sobran mesas de despacho y faltan de comedor.
Una de las iniciativas que propone Mensajeros de la Paz es "cambiar las mesas de despacho por mesas de comedor", ya que a juicio del padre Ángel, "en este país sobra mobiliario de oficina y falta sitio para comer". Para predicar con el ejemplo, la propia sede de la organización en Madrid ha desalojado a todos sus empleados y se ha convertido en un comedor social que se inaugurará el próximo día 7.
El padre Ángel explica que en España hay "más de un millón de personas que pasan hambre" y, en el mismo Madrid, "muchísimos niños de dos a doce años de edad que se van a la cama sin cenar" porque si bien comen en los comedores de los colegios, en sus casas "no hay nada que darles" ni a media tarde, ni por la noche.
"Hace un mes visité un comedor en Vallecas y ver esas filas de gente pidiendo comida me impresionó. Llegué a la oficina y le dije a mi gente que todas esas mesas de despacho que teníamos nos sobraban porque se puede trabajar desde casa o desde cualquier otro sitio, así que nos pusimos a quitar las mesas y a hacer un comedor para estos niños que no tienen qué cenar. Mi propia mesa es ahora también una mesa para comer y creo que es una cosa preciosa", ha explicado.
La organización va un paso más allá y ha propuesto a las asambleas locales que cedan sus cafeterías o comedores al menos un par de días por semana a quienes más lo necesitan y que los propios diputados se acerquen a servir a estas personas. "He pateado algunas asambleas y he hablado con algunos presidentes para pedírselo, porque la gente necesita gestos (...) A veces hay que salir en la foto pero no por presumir, sino para que la gente vea que esas personas también tienen corazón", ha apuntado.
En esta línea, ha llevado la propuesta hasta la jerarquía eclesiástica. El padre Ángel argumenta que si bien Cáritas ha "multiplicado comedores en estos momentos, todavía se puede hacer más" si, como denuncian todos los agentes implicados, hay hambre en España.
"Si existe, y yo creo que Cáritas no miente, ni los comedores que hay por ahí mienten, tendríamos que hacer todo lo posible para que estas personas pudieran comer, y ¿Por qué no en las catedrales?. Sería un testimonio precioso, apunta el sacerdote, para incidir en que hay quien pone "dificultades" como de seguridad o de dinero, pero "todavía" no ha encontrado a "nadie que haya dicho que no" a esta iniciativa. (RD/EP)

domingo, 20 de noviembre de 2011

Hace falta encender pequeños fuegos de esperanza por toda la tierra

Entrevista a la hermana Marie Vaillé, franciscana de María.
Su mejor carta de presentación es su propia presencia de anciana silente, tremendamente amable y reservada, supinamente humilde. Sin embargo esa expresión sencilla, recatada, no puede, por más que lo intente, contener un gozo particular. Es la felicidad singular, único e inconfundible, absolutamente inigualable de una entera vida dedicada al prójimo. Ese gozo por más que ella lo disimule, se desborda por cada uno de sus poros. 
Paz sumada a más paz. Primero la paz que emana la propia Marie Vaillé, y sus cabellos de blanca madurez, esta franciscana de María a pie de fuerte entrega y compromiso, a pie de las enormes montañas de los Atlas en Marruecos. Debe ser la paz de servir en el fin del mundo, al término de una larga y dificultosa pista; de estar siempre con las puertas abiertas y las manos dispuestas. Debe ser la paz de estar en el lugar preciso, realizando la labor adecuada, de compartir las mismas paredes de barro que sus vecinos, el mismo destino, su mismo calor abrasador en verano, su mismo y blanquecino paisaje en invierno. Después la paz de un entorno de remota belleza, paisaje ocre de belén al que apenas alcanza el verdor de los manzanales donde trabaja, en ese tiempo casi otoñal, buena parte de los vecinos. 
Subimos dos veces desde Midelt a la aldea de Tattiwine a pie de los Atlas en nuestro rastreo de esa entrega absoluta. La primera vez no encontramos a las hermanas, pues habían partido a la alta montaña, al encuentro de los nómadas para llevarles socorro y medicinas. La segunda vez tenemos la suerte de dar con ellas. Llamamos a la puerta ya abierta de una choza más, una casita de barro junto a tantas otras, ningún signo católico, ni una sola cruz en la puerta. No hallamos la más mínima ostentación, sólo el más supremo y exquisito respeto: “La gente ya sabe dónde están las hermanas….”
Su pequeño hogar, humilde entre los humildes, no alberga tampoco especial comodidad. Hasta no hace mucho curaban allí mismo a los enfermos. Ahora ya disponen de un dispensario aparte. Una sencilla habitación casi desnuda, sin apenas ornamentación, hace las veces de capilla. Todo apunta que es allí donde toman la fuerza para después salir al mundo, fuerza renovada y reciclada cada día, fuerza de un Espíritu que jamás las abandona. Cuando reciben visitas es también el espacio de acogida para pasar la noche.  
Estamos en la pequeña comunidad de la orden de las franciscanas de María en Tattiwine. Viven en esta aldea bereber a 15 kilómetros de Midelt (50.000 habitantes), en un extremo del caserío casi de cuento, si no fuera por una austeridad que raya la pobreza. En estos momentos sólo dos hermanas conforman la comunidad, Bárbara la enfermera de origen polaco que tiene a su cargo el dispensario y la propia Marie, la hermana ya entrada en años, que se ocupa de los más pequeños en el pueblo. También animan una cooperativa local de prendas, chales, colchas, mantas, macutos… confeccionados artesanalmente con telares. 
 La entrevista apenas dura media hora, pero en ese tiempo somos testigos de cómo la gente acude a donde ellas en busca de ayuda. Somos interrumpidos por niños y ancianos que vienen a su encuentro. Huelga la pregunta de si son felices allí. Pero en el deseo de hallar ese secreto secretorum que ellas, sin lugar a duda alguna, detentan, se precipita tan indiscreto interrogante…
Se ve que es Vd. muy feliz aquí…
¿La felicidad se halla a pie de estas montañas? Sí, eso es cierto. Soy verdaderamente feliz aquí. Así es. Como puede ver, la gente entra aquí, viene, va... Es una vida muy familiar en medio de las montañas.
¿Qué la trajo hasta aquí…?Bueno, en realidad me han enviado… Somos enviadas. Cuando llegué a Marruecos tenía ganas de venir a Tattiwine. Las tres hermanas que estaban aquí mudaron al mismo tiempo, así que me dijeron: “Tú has deseado siempre ir a Tattiwine... Sí es mi gran deseo, contesté…”. ¿Qué ha encontrado Marie en las montañas del Atlas marroquí?Una acogida excepcional. Es una suerte de fraternidad muy fuerte. Las gentes se abren enseguida. Ahora que vivimos aquí o antes cuando estábamos en la tiendas, a menudo nos decían “venid”, “entrad”… Al principio cuando marchaba Bárbara y me quedaba sola en la casa, no querían por nada que durmiera sola. Las madres me decían que bien fuera a dormir a su casa o bien me enviaban a una hija para hacerme compañía.
Ya conocía el sentimiento de acogida marroquí, pero no hasta este punto. Aquí es muy grande. Por lo demás todo se comparte. Vienen a traernos pan, huevos…, lo que tienen en ese momento que no es nunca mucho. Ahora es época de manzanas, pues ya nos ha llegado una mujer que nos ha traído una bolsa llena de manzanas. El espíritu de compartir aquí es extraordinario. El marroquí es de por sí muy hospitalario, aunque eso ya no se vea en las ciudades. En los grandes núcleos urbanos es como en Europa. Cada quien en su casa.
¿Al volver a Francia qué encuentra…?Es muy diferente. Me digo a mí misma: “¡Estoy mejor en Tattiwine...!” (Sonrisas) Antes ese género de acogida reinaba por doquier. Ahora se imponen cada día más los valores de ganar y ganar, de tener más, del bienestar individual… Aquí también va penetrando esa cultura materialista, aunque todavía hay diferencia con respecto a Europa.
¿Cuál es concretamente su labor?Tenemos el dispensario que lleva Bárbara que atiende a la gente del pueblo y a los nómadas de la región. Por mi parte atiendo a los chavales que están retrasados en la escuela y a los que aún no tienen edad escolar. También promovemos una cooperativa de trabajo artesanal compuesta por mujeres.
Las hermanas que estaban con anterioridad a nosotras comenzaron con la cooperativa para que las mujeres pudieran tener un poco de dinero. En la cooperativa eligen su propia presidenta del lugar. Hay también una amiga nuestra francesa que les ayuda con las cuentas.
Aquí apenas se vende, únicamente a algunos turistas que se acercan hasta la aldea. Intentamos hacer exposiciones en Casablanca, Tánger, Rabat… Una hermana nuestra, Montse, es la que se encargaba de establecer estos contactos, puesto que la gente adulta es toda analfabeta. Ahora sin embargo todos los niños van a la escuela. Los jóvenes han ido también a la escuela. Tenemos puesta mucha ilusión en que esto marche.
¿Le dan mucho trabajo los pequeños?Comenzamos a dibujar, a colorear… Aprendemos también a hablar, a cantar. Tienen que aprender el árabe, puesto que ellos saben el bereber y al ir a la escuela se encuentran con que todo es en árabe. Yo hablo un poquito de árabe, un poquito de bereber, pero me ayuda una mujer del pueblo que sabe francés, árabe y también bereber. En el tercer año de permanencia en la escuela ya aprenden el francés. Los chavales sólo tienen tres o cuatro horas por la mañana de clase, con un profesorado que no está especialmente motivado. Cuando llueve o nieva ni siquiera vienen. En invierno están a menudo ausentes y eso es duro, es difícil.
¿Perspectivas de mejora de esa situación?Ahora se está construyendo una casa comunal, en la que va a haber dos salas para el preescolar, otras salas para la asociación de jóvenes y otra para acoger a niños que viven en las montañas. Se trata de poderles proporcionar a un pequeño grupo de niños nómadas, además de escolarización, un lugar donde comer y dormir.
¿Cómo se manifiesta aquí el diálogo interreligioso?Aquí el diálogo interreligioso es en realidad el diálogo de la vida. Las gentes saben aquí que nosotras somos religiosas, que nosotras rezamos y nos respetan. Nosotras también, como no podía ser de otra forma, respetamos sus plegarias, sus ceremonias... A la postre es ese exquisito respeto mutuo lo que conforma el diálogo. No hablamos de religión. Vivimos con ellos. Se dan cuenta que vivimos igual que ellos, en las mismas condiciones. Se dan cuenta de que no deseamos cristianizarlos, ni de aprovecharnos de ellos. Es así como llegamos a ser considerados unos más entre ellos.
Mucho aprecio por lo tanto por parte de la comunidad…Sí, nos llegan a decir: “¡Sois nuestras hermanas!” Por supuesto nosotras les consideramos a ellos igualmente como nuestros hermanos. Es entrañable. Finalmente es así como se manifiesta el diálogo interreligioso, más que con bellas palabras y demás… Lo importante es que cada quien pueda vivir su propia fe allí donde se encuentra, de forma sencilla y natural. Lo importante es la manifestación de amor genuino hacia los otros...
No hay siquiera un crucifijo en la puerta de su casa…No, no. No estamos aquí para hacer prosélitos. Toda la gente del pueblo sabe que nosotras somos creyentes y que estamos aquí, disponibles… Cuando las gentes pasan dicen: “He ahí a las hermanas…” La misma gente del pueblo nos envía a las personas que están necesitadas.
¿Han llegado a rezar juntos?Hemos rezado dos o tres veces juntos. No es habitual. Antes venía el Padre Antonio desde Midelt todas las semanas a impartir la misa. Toda la gente le conocía. Cuando él murió se hizo una sadaqa, es decir una comida religiosa en su honor. Es una comida y al mismo tiempo es una ofrenda. Por ejemplo cuando alguien enferma y finalmente se cura también se hace una sadaqa con la finalidad de agradecer esa curación…
A la sadaqa que organizamos por Antonio vinieron incluso los nómadas de la montaña. Hicimos comida para toda la gente e invitamos a los Fiquis que son quienes dirigen la oración en la mezquita.
¿Los Fiquis?Sí, como los imanes, pero éstos habitualmente tienen estudios. Los Fiquis no los tienen.
¿Cómo transcurrió la sadaqa?Primero recitaron ellos sus plegarias y después nos llegó el turno a nosotras. Rezamos el Padre Nuestro y cantamos dos cantos en árabe. Esa fue nuestra oración conjunta. A la muerte de Juan Pablo II hicimos otro tanto, sadaqa con oraciones. Primero los Fiquis y después nosotras, mientras que los asistentes escuchaban con un gran respeto.
Ellos saben que nosotras respetamos su religión y ellos respetan la nuestra. Cuando vienen a casa y saben que estamos rezando, ellos esperan.
¿Este diálogo de la vida a un nivel reducido puede trasladarse a una esfera más amplia, puede transformarse en universal?
Sí, debería ser algo más universal. Sí son precisas las oraciones, los templos para encontrarse…, pero para Dios las oraciones no son mejores en función de su marco religioso. Dios no se congratula más con unas oraciones que con otras. Dios es más grande que todo lo que imaginemos.
¿Cuál es la esperanza para este mundo?El problema es que a la gente le falta precisamente la esperanza. Estamos faltos de esperanza. La falta de esperanza representa la muerte. Yo abrigo la esperanza de que un día todas las gentes nos vamos a reencontrar. Vamos a comprender que es preciso amarnos verdaderamente. Nos vamos a dar cuenta de que no merece la pena pelearse por un poco de petróleo, por un trozo de tierra o a saber por qué...
No sé cuándo, pero los jóvenes algún día se reencontrarán en la esperanza. Hace falta encender pequeños fuegos de esperanza por doquier, esos pequeños fuegos un día alumbrarán la tierra entera.
¿Y el futuro de la Iglesia?Yo abrigo también la esperanza de una Iglesia más vinculada al propio pueblo, que entre más en la vida de la gente. Es preciso que la Iglesia esté más con los pobres, con los pequeños y olvidados… Obrando así la Iglesia se convertirá en lo que en verdad está llamada a ser. Convendría retomar el valor de la simplicidad, pero simplicidad con amor, de lo contrario la simplicidad no representa nada… Convendría retornar al espíritu de los primeros cristianos.
¿Qué necesita nuestro mundo?
Hace falta amor para comprender que el otro es, al igual que yo, imagen de Dios y que por lo tanto no le puedo hacer mal, más al contrario estoy llamado a ayudarle. Estamos llamados a vivir y trabajar juntos y en unión.
¿Son duros los inviernos aquí?Sí lo son. Nieva mucho, aunque no todo el tiempo. A veces nos podemos quedar hasta tres o cuatro días sin poder salir del pueblo. Cuando la nieve se deshiela, el barro lo invade todo. 
¿Y la Navidad…?La Nochebuena la pasamos aquí. Invitamos a las mujeres y los niños a nuestra fiesta. Les damos chocolate y galletas. Les convocamos a la fiesta de Nuestra Señora María. Ellos al fin y al cabo creen también en María, la madre de Jesús. Ella se encuentra en el Corán. El día de Navidad bajamos a Midelt.
¿Para los nómadas de más arriba en la montaña será aún más duro el invierno?Sí lo es. La nieve hace a menudo que las tiendas se caigan Es por ello que cuando llegan los días más fríos, bien se meten en las cuevas, bien descienden a cotas más bajas. Los más pobres no se pueden mover y se quedan. Hace falta camión para llevar la tienda, las bestias, los utensilios… y para ellos es caro. Unos y otros vuelven en el mes de Mayo.

Koldo Aldai
www.fundacionananta.com
www.artegoxo.org

martes, 8 de noviembre de 2011

Carta de Jon Sobrino a Ellacuría

No voy a transcribir aquí la carta sino que les voy a remitir a través de un enlace-web a la misma y que no tiene desperdicio, retoma la pasión por la denuncia profética, llama a las cosas por su nombre y nos invita a seguir el ejemplo de quienes realmente se adhirieron a Xto., lo siguen haciendo hoy día y lo harán siempre porque se encontraron con Él.
Ese encuentro es el que les transformó y en ello adquirieron la capacidad transformadora que nuestro mundo necesita, especialmente los crucificados, los principales destinatarios del Evangelio, de la Buena Noticia en y para la que todos estamos llamados  a ser discípulos y misioneros.
Sin más dilación, aquí les dejo con esa carta:

martes, 12 de julio de 2011

Facundo Cabral, siempre en nuestros corazones

Acaba de morir asesinado en Guatemala.
Muchos habremos recibido por correo electrónico no pocos textos y canciones compuesta por él. Todos habremos podido descubrir en esos mensajes una profundidad y autenticidad de las que no andan muy sobrados los  medios de comunicación y menos aún en quienes rigen los destinos de los pueblos... y tampoco, en menor medida incluso, en quienes creen solucionar algo sólo con la violencia.
Adjunto algunos enlaces-web que nos hablan de su sencillez y limpieza de corazón.
"Pueden callar nuestra voz, pueden hacer enmudecer nuestras bocas,...pero nunca lograrán amordazar nuestras conciencias".
GRACIAS, Facundo Cabral, por el regalo de tu presencia y cuanto en ella compartiste con nosotros:  fuiste digno canal de la Gracia hasta el último segundo de esa vida compartida con nosotros desde aquí.