BUENOS AIRES Sacerdotes de las villas bonaerenses hicieron sobre el
trabajo que realizan en la prevención del coronavirus en los barrios, con el
lema “Iglesia, hospital de campaña”
17.04.2020 | AICA
El presbítero José María Di Paola, del equipo de sacerdotes de
villas y barrios populares, junto con Leonardo Orlando, de la comunidad
palotina de San Patricio, del barrio porteño de Villa Urquiza, brindaron
detalles sobre el trabajo que realiza la Iglesia en la prevención del
coronavirus en las zonas más vulnerables.
“QUEDATE EN TU BARRIO”.
En primer lugar, se refirieron a la consigna “quedate en tu casa”,
impulsada por el gobierno para cumplir con el aislamiento social preventivo y
obligatorio que rige en el país para evitar el contagio por circulación. En ese
sentido, explicaron que luego de la reunión que los sacerdotes de las villas
tuvieron con el presidente Alberto Fernández, se adoptó en las villas el lema”.
“QUEDATE EN TU BARRIO”
Esto se debe a que las necesidades en los barrios populares son
diferentes a las que pueden existir en la clase media. Por ejemplo, llevarse el
trabajo a casa, explicaba el sacerdote. En las villas hay familias numerosas
viviendo en lugares muy pequeños y mucha gente que vive su día a día en base a
changas o al trabajo diario fuera de la casa.
En ese sentido, se desarrollaron estrategias en los barrios, en
conjunto entre el municipio, la Iglesia y demás organizaciones, para extender
el espacio de los hogares a los lugares comunes: veredas, pasillos, y evitar
así el contagio. Para ello, el grupo de hombres de la parroquia San Juan Bosco,
de la que Di Paola es párroco, realizan las tareas de desinfección en la vía
pública. Conocidos como “cazafantasmas” por los vecinos de los barrios,
diariamente rocían las veredas con agua y lavandina.
El plato de comida, una demanda que crece.
Entre las tareas que realiza la Iglesia en los barrios, se destaca
también la entrega de viandas, que se lleva a cabo en distintos puntos de las
villas y de manera creciente.
Para ello cuentan con la colaboración del ejército, que tiene a su
cargo la organización del espacio para que se mantenga la distancia
reglamentaria, y la resolución de cualquier inquietud que pueda surgir durante
la entrega.
La asistencia con alimentos es fundamental en este tiempo en que la economía
se ve tan afectada, sobre todo en los sectores más vulnerables donde viven del
trabajo informal.
Desde que comenzó la cuarentena, la entrega de comida se fue
incrementando, y actualmente llega a 2.000 platos de comida, aunque anticipan
que seguirá creciendo. Durante la mañana se cocina y desde el mediodía
comienzan a entregarse viandas. La gente hace las filas y se llevan el plato
para comer en sus casas.
Actualmente la entrega de viandas se realiza en la capilla Virgen del
Milagro, en la Cárcova; la capilla San Francisco Solano, barrio de Villa
Curita; la capilla de Nuestra Señora de Itatí, en barrio 13 de julio. También
están abriendo nuevos puntos de entrega de comida en otras villas, como en
barrio Necochea, y pronto habrá uno nuevo en la capilla Nuestra Señora de
Itatí, de barrio Independencia.
La Iglesia, “hospital de campaña”.
“Por más que se vaya levantando la cuarentena paulatinamente, el
trabajo va a seguir”, afirmó el párroco. “Fuimos cambiando todo: no hay clases,
no hay catequesis, convertimos la parroquia en esta clave de ser un ‘hospital
de campaña’ durante una guerra”.
Además, explicó Leonardo, “se montó un dispositivo para la cuarentena
de adultos mayores que necesiten venir a vivir acá, y ya empiezan a venir unos
abuelos. La semana pasada un miembro de la parroquia puso a disposición su casa
para hacer un hogar para hombres que estaban en situación de pasillo, que
hacían changas y si no, no podían comer. Están haciendo una vida diferente, son
6 o 7 y si Dios quiere van a ser más. La idea es mantener la higiene, darles
alimento y que no tengan que cartonear”. La idea es que este dispositivo
permanezca una vez que pase la pandemia.
A su vez, en la parroquia se organizará un espacio temporario para
gente de la tercera edad, con baño, cocina, habitación, para que puedan pasar
este tiempo tranquilos, porque a veces viven con niños y gente joven, y
aumentan las posibilidades de contagiarse.
“También vamos a abrir otra casa para gente en situación de calle. Y
estamos convirtiendo la capilla de la Medalla Milagrosa en una casa de
aislamiento para cooperar con el sistema sanitario, que tiene algunas
complicaciones”, señaló el sacerdote. “El hospital se presenta como un lugar
donde van a trabajar el coronavirus, después tenemos las salitas, y esta casa
va a servir para aquellos que necesitan estar aislados”.
“Nosotros no tenemos capillas grandes, salvo el Milagro, las demás
capillas son chicas”, detalló, por eso “vamos a tener un container en la
Medalla Milagrosa para poder usar como enfermería”. En ese marco, destacó el
trabajo continuo del grupo de hombres de la parroquia.
(Aportación de Isabel Major Roda)
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