La transformación del fascismo en un nuevo régimen de dominio de la oligarquía, va íntimamente unida al reforzamiento de los lazos de dependencia y subordinación de nuestro país al imperialismo norteamericano”. (Línea Ideológica y Política del Iº Congreso de UCE. 1978).
Esto no es una escuela de Historia. No tiene
por objeto comprender el pasado, sino conocer las claves del presente, para poder transformarlo.
Mucho se ha dicho, escrito y filmado sobre el franquismo, pero ¿con qué enfoque?. ¿Hacia dónde dirige nuestra mirada la visión dominante, y por el contrario, a qué hechos no quiere que miremos?.
En primer lugar, se concentra toda la atención en la figura del dictador, presentándonos que el devenir de la vida política estaba determinado por las veleidades de un tirano que no respondía ante nadie. O se nos señala únicamente el carácter reaccionario de las "castas políticas" del momento, las altas esferas de la Falange o del régimen.
Se nos oculta así a las clases sociales que sostuvieron este régimen y que -sobre todo- se beneficiaron enormemente de él. Quiénes fueron sus dueños y propietarios. Porque son los mismos, en esencia, que tienen el poder ahora, los mismos que hoy deciden sobre nuestros destinos y que actualmente dominan la banca o el Ibex35.
En segundo lugar, el nombre comúnmente aceptado para este periodo es el de "franquismo". ¿Por qué lo denominan así, por qué no llamarlo, lisa y llanamente, fascismo?.
De esta manera se pone énfasis en el aspecto autocrático de esta dictadura, o en el nacional-catolicismo, la forma ideológica extremadamente reaccionaria que adoptó.
Al no llamar fascismo al franquismo se nos oculta su naturaleza, su esencia de clase. Porque estamos hablando de un régimen de "dictadura terrorista del capital monopolista". Y se borra su auténtico papel: imponer a través del terror las condiciones de súper explotación para que la gran banca español, o el capital extranjero, acumularan ingentes ganancias.
En tercer lugar, todo el rato se nos habla de la "pervivencia de restos del franquismo" en la política, la judicatura, el Ejército o la policía. Pero en cambio se nos oculta la más poderosa y soterrada herencia del franquismo, el encadenamiento de España, a partir de 1953, a la órbita del hegemonismo norteamericano. Un anclaje militar y económico, que paulatinamente se trasladó al plano político, al dominio del Estado y que se ha multiplicado hasta extremos insospechados en nuestros días. Pero debe quedar convenientemente oculta: se puede hablar de grupos de wasap donde numerosos generales hablan de fusilar a media España, pero de las bases norteamericanas o de la subordinación -económica, política y militar- de España a EEUU nadie ocupa ni un minuto en los informativos, en los debates, en los periódicos o en el Parlamento.
Y, en cuarto lugar, se borra de nuestra conciencia la memoria de la lucha popular. Se nos dice una y otra vez que "Franco murió en la cama", y que al contrario de otros tiranos fascistas escapó a la Justicia. Pero esta afirmación oculta que el régimen ya estaba moribundo mucho antes de la desaparición física del dictador, y que quien lo llevó a la tumba o al estercolero de la Historia fue la lucha ininterrumpida y heroica de millones de personas. Un movimiento en el que el proletariado y el pueblo -desde el primer día del franquismo hasta el último y en las peores condiciones- se organizaron no sólo para hacer caer al fascismo, sino para continuar la lucha revolucionaria por el socialismo y el comunismo.
Esta escuela pretende por tanto comprender este periodo desde las clases y la lucha de clases. Desvelar qué clases dominantes sostuvieron y se beneficiaron de 40 años de fascismo, y qué clases lucharon sin descanso por hacerlo caer. Porque en una cosa y la otra hay valiosas claves para la transformación revolucionaria del presente.TESIS 1. La dictadura franquista fue un régimen fascista, un régimen de dictadura terrorista de la oligarquía financiera y terrateniente impuesto para doblegar a un pueblo español extraordinariamente revolucionario y combativo, y que sirvió a la clase dominante española para consolidar su capitalismo monopolista de Estado.
A diferencia de otros países
capitalistas, el desarrollo monopolista de España
ha seguido un curso peculiar.
En él ha jugado un papel
decisivo el establecimiento de la dictadura fascista en 1939 y la intervención del imperialismo.
Es la dictadura
terrorista de tipo fascista instaurada en 1939, lo que permite a la oligarquía
financiera realizar un rápido proceso
de acumulación de capital, mediante una explotación sin límite de la clase obrera y de las masas trabajadoras y la privación de
todo derecho, de toda posibilidad de organizarse y defender sus intereses a las otras clases populares. La
consolidación del capitalismo monopolista de estado ha ido aparejada con la más sanguinaria y corrompida
dictadura que ha padecido España a lo largo
de su historia.
De LiP podemos extraer las siguientes conclusiones:
1º.- La dictadura franquista es que un régimen fascista, es decir, un basado en el “terror” y la privación de derechos a las masas. La clase dominante tuvo que optar por esta forma de dominación para doblegar la extraordinaria combatividad de un pueblo español que se había atrevido a cuestionar su yugo.
La victoria franquista desata una feroz represión, como jamás antes se había conocido. El ministro de Exteriores de Mussolini, de visita en España a los tres meses de concluir la guerra, lo certifica: “Los fusilamientos son numerosísimos aún: sólo en Madrid hay de 200 a 250 al día, en Barcelona 15, y 80 en Sevilla, ciudad que nunca estuvo en manos de los rojos”.
No se trata de una furia sanguinaria gratuita. Para la oligarquía no es suficiente con haber ganado la guerra, es necesario liquidar las fuerzas populares y revolucionarias, que habían puesto en cuestión su dominio de clase.
Para ello se impone la aplicación sistemática de la represión y el terror. Se dota de todo un entramado legal que da carta blanca al ejército, policía, guardia civil y a los pistoleros falangistas. Sólo en 1939 a los más de 300.000 exiliados se le sumarán otros 300.000 presos políticos y un número indeterminado (pero nunca menor a los 30.000) de ejecutados legal e ilegalmente.
Aunque se extiende de forma generalizada, para imponer un clima de terror que paralice a la población, la represión se abate con especial saña contra el movimiento obrero. Dirigentes sindicales y políticos, cuadros y afiliados son encarcelados, ejecutados o deben marchar al exilio. Sus locales, imprentas, periódicos o empresas son incautadas.
2º.- La dictadura fascista se impuso durante 40 años en España porque era necesario imponer al pueblo trabajador unas condiciones de explotación sin límites contra los trabajadores, que permitieran una ingente acumulación de capital en manos de la oligarquía.
En los años que van del 39 al 54, el hambre y la miseria, las cartillas de racionamiento y la explotación salvaje se abaten sobre la clase obrera y el pueblo trabajador. A finales de los años 40, los sueldos habían disminuido a menos de la mitad del nivel en que estaban antes de la guerra. Mientras, la escasez de víveres, la especulación y el mercado negro habían hecho subir en tres y cuatro veces los precios de las subsistencias. En millones de hogares reinaba el hambre. En el campo, los jornaleros que habían recibido parcelas de tierra tuvieron que devolverlas a los terratenientes, pagando las rentas devengadas. Arrendatarios y aparceros fueron expulsados en masa o se les impuso por la fuerza el pago de rentas atrasadas hasta de tres y cinco años.
Nos han dicho que las penurias de la posguerra fueron la consecuencia inevitable de la contienda o del aislamiento internacional de España, pero de nuevo esta visión nos oculta que tales padecimientos y su prolongada duración fueron fruto de una decisión deliberada por parte de la oligarquía.
Una clase dominante embarcada en un proceso de enriquecimiento a costa de la privación de todo derecho, de toda posibilidad de organizarse y defender sus intereses a las clases populares: salarios ínfimos, interminables alargamientos de la jornada de trabajo, condiciones de trabajo penosas, despido libre y represión policial para cualquiera que se atreviera a denunciarlo.
Muchos de los capitales que hoy encabezan la oligarquía proceden de aquellos momentos. El Banco de Santander era en 1939 apenas un banco de provincias que no tenía ni siquiera una oficina en Madrid. El clan de los Entrecanales, que hoy domina Acciona, no era entonces nada. Todos ellos se enriquecieron de forma acelerada en aquel periodo, dando unos primeros saltos en su colocación en la jerarquía oligárquica. Como plantea Marx al referirse a la acumulación originaria que da lugar al capitalismo, también en este periodo la violencia se convierte en la más formidable palanca de poder económico.
3º.- Solo a través de una dictadura fascista y de la centralización de poder, la oligarquía española pudo desarrollar desde arriba, con una permanente intervención del Estado, la concentración y la monopolización de los sectores fundamentales de la economía. Será durante el fascismo cuando la clase dominante acometa un importante proceso de ajuste, reestructuración y fortalecimiento, dotándose de “organicidad” como clase dominante.
Si bien la dictadura de Primo de Rivera había colocado algunos cimientos, el franquismo pone los verdaderos pilares para el pleno desarrollo del capitalismo monopolista de Estado en España. Será a través de la intervención directa del Estado que se crean buena parte de los grandes monopolios que hoy siguen formando parte de la columna vertebral del poder financiero en España
A través de un sin fin de organizaciones estatales y para estatales, se impusieron coercitivamente los intereses oligárquicos a toda la sociedad, se redistribuyeron los recursos productivos en beneficio de una ínfima minoría, se aceleró la monopolización de nuevos sectores y la acumulación de gigantescas masas del capital en unas pocas manos.
Del Instituto Nacional de Industria creado por el régimen salen algunos de los monopolios que todavía hoy son el corazón del Ibex35. Se crean grandes empresas como Ensidesa (siderurgia), SEAT, Pegaso, Motor Ibérica o Santana (automoción) CASA (industria aeronáutica), Endesa y ENHER (electricidad), Bazán y Astilleros de Cádiz (construcción naval), Iberia y Aviaco (transportes), ENCE (papel y celulosa)...
La dictadura fascista crea las condiciones para que la oligarquía pueda dotarse de una sólida estructura y organización interna, una "organicidad" como clase dominante, unificándose en torno a la hegemonía de los 7 grandes bancos.
Si hasta la guerra civil uno de los rasgos que habían caracterizado a la oligarquía financiera y terrateniente era su falta de corporatividad, el que no hubiera tenido materialmente tiempo para establecer las relaciones internas y los mecanismos necesarios para constituirse como una clase capaz de marchar unificadamente en torno a un mismo proyecto -frente a que cada fracción y clan oligárquico actúe “a su aire”, contradictoriamente entre sí- esta situación va a cambiar radicalmente durante el régimen franquista, desapareciendo definitivamente en los años 60.
En las jerarquías del poder real en la clase dominante el histórico dominio de terratenientes, curas y caciques va empequeñeciéndose, mientras se fortalece la hegemonía completa de la gran banca, articulando y jerarquizando en torno a sus intereses y su predominio al conjunto de la oligarquía.
Durante el período de la autarquía, la gran banca será quien financie el gasto público necesario para los inicios de la creación de la gran industria básica por el INI. La financiación al Estado se hace mediante la suscripción de deuda pública, que si bien no proporciona grandes dividendos por sí misma, da a la banca privada el acceso directo a los fondos inagotables de las arcas del Banco de España, así como la participación y el control de todo el sistema crediticio y monetario español. Favoreciendo desde el Estado que la gran banca actúe como un auténtico cártel monopolista de hecho, lo que le permitirá durante el período del desarrollismo un control absoluto de la industria española.
Si bien desde los años 50 ya existe una asociación de bancos que actúa como grupo de presión ante el gobierno, será en los años 60 cuando la gran banca pase a ocupar un papel central en la economía de todo el país. En 1962, el presidente del Banco Central, Ignacio Villalonga, propone a los presidentes de los otros 6 grandes bancos (Bilbao, Urquijo-Hispanoamericano, Vizcaya, Popular, Santander y Banesto) la creación de un grupo privado, con reuniones mensuales (que a partir de los 70 serán semanales) en los que se va coordinar la actuación de los 7 grandes, acordándose la toma unificada de decisiones en lo político y lo económico de acuerdo a los intereses de conjunto.
Para 1975, los 7 grandes han absorbido o sometido a su esfera de influencia al resto de bancos, de tal forma que un pequeño puñado de familias y clanes oligárquicos (los Urquijo, los Villalonga, los Garnica, los Aguirre, los Oriol, los March, los Aznar, los Botín, los Ybarra, los Valls...) controlan el 90% del capital de la banca privada.
(CONTINUARÁ).
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