sábado, 31 de julio de 2021

El Régimen del 78, los cimientos de la España actual

Hemos estado analizando el Régimen del 78, hijo de la Transición democrática y armazón que sostiene la España actual. No se puede comprender la vida política, económica o social de nuestro país si se desconocen los rasgos principales del régimen político español  o si se tiene una valoración equivocada de los mismos.

Con el objeto de poder comprender la España de hoy para formular alternativas que sirvan a los intereses populares nos hemos adentrado hasta ahora en estudiar tres periodos: el fascismo hasta la voladura de Carrero, la  primera transición hasta la aprobación de la Constitución y la segunda etapa hasta el golpe del 23-F y sus consecuencias. En esta fase vamos a analizar los gobiernos de Felipe González, desde su arrollador triunfo en 1982, hasta su sustitución por Aznar en 1996, 14 años después.

Pero antes de entrar en este periodo vamos a sintetizar cuáles son las principales conclusiones que hemos extraído de lo estudiado hasta ahora. Qué características tiene desde su origen el Régimen del 78, quiénes fueron sus progenitores, con qué objetivo se acometió la transformación y con qué resultados.

En síntesis podríamos decir que:

El Régimen del 78 es el resultado del proyecto de la oligarquía financiera española y el imperialismo yanqui (iniciado a principios de los años 70) que tuvo como objetivo “cambiar de régimen político para garantizar la continuidad del Estado”. El resultado obtenido pese a las dificultades y reveses sufridos por el camino (principalmente provocados por la lucha popular) ha sido el de fortalecer el dominio de la oligarquía y el imperialismo sobre el resto de clases y aumentar la capacidad de intervención del imperialismo norteamericano sobre nuestro país.


Desarrollaremos brevemente las ideas principales, y que están en oposición frontal a las versiones mayoritarias sobre la Transición que nos brindan la derecha e izquierda oficiales.
 
1º.-
La lucha popular fue el motor de la liquidación del fascismo en España.

La LIP de UCE de 1978 dice: “Acosado por las luchas populares, desprestigiado y aislado interna y externamente: el Régimen Franquista, desde finales de los años 60, era un instrumento de dominio cada vez más frágil.”

Fue la lucha popular la que colocó en quiebra al régimen fascista y obligó a los que se servían de él a buscar su recambio.

Frente a la idea ampliamente difundida de que el dictador murió tranquilo en su cama, la realidad es que su  régimen estaba muerto y el artífice fue la lucha del pueblo español de una amplitud, intensidad y radicalidad extraordinarias (en condiciones de dictadura) la que condujo al fascismo a su quiebra definitiva haciendo imposible su continuidad. Una lucha encabezada por la clase obrera pero en la que participaron todas las clases  del país.

Su influencia fue tal que obligó al franquismo a abolir el despido libre, e hizo fracasar las alternativas más reaccionarias del hegemonismo y la oligarquía (personificadas en Arias Navarro o Fraga). Y obligó a los “programadores de la transición”, la superpotencia norteamericana y la oligarquía española, a ir mucho más allá  de lo que tenían previsto en el marco de libertades y derechos del nuevo régimen.

2º.- La “transición democrática”, es decir, la transformación del régimen fascista por un régimen democrático burgués, fue un proyecto de la oligarquía española y el imperialismo norteamericano. Y su objetivo fue cambiar el régimen para fortalecer su dominio de clase.


Ya en 1978, nuestra línea afirma que la transición está impulsada por “
el sector hegemónico de la oligarquía financiera, ligado por estrechos vínculos económicos al imperialismo norteamericano”, y se realiza bajo la orientación política y apoyo del Estado Mayor norteamericano (el Pentágono)”.

El objetivo de la transición estaba determinado por las necesidades del imperialismo norteamericano y la oligarquía española, que exigían sustituir un régimen fascista en crisis, incapaz de contener el avance de la lucha popular, por uno nuevo, “democrático”, que pudiera integrarse plenamente en la maquinaria militar norteamericana -la OTAN- y en el que su dominio saliera fortalecido.

Concebir la transición como la disputa o el pacto entre “las élites franquistas y de la oposición democrática” elimina a las clases que entonces y ahora tienen el poder, y su intervención durante la transición y en la actualidad para imponer sus necesidades, intereses y proyectos.

3º.- El saldo final de la Transición que colocó los cimientos de la España actual, fue multiplicar la capacidad de intervención de EEUU sobre nuestro país y fortalecer el dominio de la oligarquía.


La línea del Iº Congreso de UCE, celebrado en 1978, anticipa con exactitud lo que sucederá en las décadas siguientes: “La tendencia en la actualidad es a que el imperialismo norteamericano secuestre cada vez más la independencia y la soberanía nacional”.

Nuestro grado de dependencia respecto a la superpotencia, en el terreno militar, político y económico, no ha  hecho sino crecer, y sigue haciéndolo.

Paralelamente, la transición permitió a los nódulos principales de la oligarquía -los propietarios de la gran banca y los principales monopolios- fortalecerse y elevar tanto su dominio político como el grado de saqueo y expolio que imponen al país y a la población.

4º.-
La superpotencia norteamericana dirige el desarrollo de la Transición imponiendo auténticas “reconducciones” para forzar un cambio de rumbo del país y ajustarlo a sus necesidades e intereses.

La primera etapa de la transición, de 1973 a 1981, se enmarca en la eliminación violenta de dos presidentes del gobierno -Carrero Blanco y Adolfo Suárez-. En cada una de ellas, Washington despeja los obstáculos que sus planes para España encuentran.

La desaparición física de Carrero Blanco abre el camino hacia el cambio de régimen en los términos que EEUU necesitaba. La eliminación política de Suárez permite acelerar nuestra incorporación inmediata a la OTAN.

Cada una de esas reconducciones expresan el creciente grado de intervención norteamericana sobre España.

En la primera -el asesinato de Carrero-, EEUU debe recurrir como brazo ejecutor a un actor “de fuera del régimen” -ETA-. En la segunda, el acoso y derribo de Suárez, el nuevo régimen se ha construido bajo la tutela norteamericana, Washington ya dispone de suficientes elementos dentro del régimen y no necesitará recurrir a un “actor externo”.

Los hechos evidencian que, en 1973, en 1981 y en 2021, Washington impone que el rumbo del país se ajuste a sus necesidades e intereses, reconduciéndolo por la fuerza si es necesario.

5º.- Sí, se podía imponer una ruptura democrática y al mismo tener una voz propia y autónoma de los designios dela superpotencia yanqui.

El pueblo, su lucha y organización, fue un protagonista de la transición. Colocó en quiebra al régimen fascista, imponiendo la necesidad de su recambio. Hizo fracasar las alternativas más reaccionarias, obligando a  llevar el ámbito de derechos y libertades en el nuevo régimen mucho más allá de lo previsto inicialmente. Y arrancó importantes victorias en terrenos cualitativos, desde la prohibición del despido libre a subidas salariales  hoy impensables.

Fueron las direcciones del PCE o el PSOE las que recondujeron la lucha popular limitándola a “traer la democracia” -en los mismos términos que interesaban al hegemonismo y la oligarquía-, imponiendo para ello el abandono de cualquier aspiración de transformaciones sociales y económicas profundas.

A su vez, España podía haber ganado autonomía y voz propia en el mundo, aprovechando todas sus potencialidades globales, pertenencia al mundo hispano, especial conexión con el mundo árabe, privilegiada situación geoestratégica, la política exterior de Suárez así lo puso de manifiesto.

Por el contrario, se impuso, por la fuerza, que España debía abandonar cualquier pretensión de autonomía, imponiendo como “regla de oro”, que hoy sigue vigente, un férreo encuadramiento en los planes y proyectos de la superpotencia.

CONCLUSIÓN:
 
Estos puntos fuertes -que, como hemos estudiado anteriormente, están corroborados por los hechos- se enfrentan a las visiones dominantes que a derecha e izquierda se nos ofrecen sobre la transición, limitándola al tránsito de la dictadura a la democracia.

Estas “versiones oficiales” coinciden en ocultar a los auténticos directores de la transición, las fuerzas de clase que la dirigieron y acabaron imponiendo sus intereses, el objetivo real que perseguía y los pilares que estableció y siguen determinando lo que hoy sucede en nuestro país.

Cuando se afirma que hay que tumbar el Régimen del 78 porque es el heredero del Régimen franquista se está ocultando la verdadera naturaleza del régimen actual; una democracia burguesa que es en realidad una dictadura de la oligarquía financiera española aliada y dependiente del imperialismo norteamericano y en la que el papel director de este último hace del nuestro un país cada vez más dependiente de la superpotencia.

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