domingo, 1 de agosto de 2021

Modernización y tercera reconducción (I)

El saldo de los gobiernos de Felipe González.

Los 14 años de gobiernos de Felipe González, de 1982 a 1996, ocupan un papel capital en la evolución de la situación nacional. En ellos se desarrollan plenamente tendencias estructurales ya implantadas en los años previos de transición, y surgen otras nuevas de una importancia creciente.

No es posible comprender la España actual sin partir de lo que sucedió en este periodo.

¿Cuál fue el saldo real que ofrecen los gobiernos de Felipe González? ¿De qué manera siguen influyendo en la situación actual?.

Hoy existen diferentes “versiones oficiales” sobre lo que significaron los primeros gobiernos del PSOE.

Unos afirman que pilotó la “modernización de España”, consolidando la democracia, rompiendo el aislamiento internacional, con el hito de nuestra incorporación al Mercado Común Europeo, y permitiendo un  periodo de progreso donde “se fragua la España moderna”.

Otros califican a González de ejemplo perfecto de la “casta política del bipartidismo”, que protagonizó tenebrosos episodios como los GAL, y acabó disfrutando de los privilegios de las “puertas giratorias”, como  consejero de Gas Natural.

Ambas “versiones oficiales”, a pesar de sus enormes diferencias, coinciden en ocultar la auténtica naturaleza de los gobiernos de González, y su enorme impacto en el presente.

La aplastante victoria electoral del PSOE en 1982 -la mayor de toda la historia democrática, acaparando 202 de los 350 escaños del parlamento- abrió enormes esperanzas en el pueblo español. Pero muy pronto quedará claro que no solo no se haría realidad el “cambio” prometido, sino que Felipe González se convertirá en el mejor gestor de los intereses del hegemonismo norteamericano y la oligarquía española.

  1. Bajo sus gobiernos se consumará la incorporación de España a la OTAN, encadenándonos hasta límites antes impensables a la maquinaria militar norteamericana.
  2. Llevará a cabo la desindustrialización y entrega de las principales fuentes de riqueza nacionales a los monopolios europeos, tal como dictaban las exigencias para la entrada en el Mercado Común Europeo.
  3. Pilotará uno de los mayores procesos de concentración en el seno de la oligarquía, fortaleciendo su dominio de clase. La primacía del Banco de Santander hunde sus raíces en la época de los gobiernos de González.
  4. Impondrá un marco de mayor explotación sobre la clase obrera y el pueblo trabajador, imponiendo como rasgo estructural la temporalidad y la precariedad. Ejecutando los primeros recortes en pensiones o sanidad.

Podemos comprobar como cada uno de estos procesos, culminados o iniciados durante los gobiernos de González, y cuyo saldo es un nuevo salto en nuestra dependencia exterior y en el poder de los nódulos principales de la oligarquía española, tienen hoy una rabiosa actualidad.

1.- Frente a la idea de que, pese a todo lo malo, Felipe González pilotó la modernización de España, en esta asignatura veremos cómo Felipe González fue uno de los mejores gestores que ha tenido el hegemonismo norteamericano y la oligarquía financiera española.

Los 14 años de gobierno de González significan, para la clase obrera y los trabajadores, una auténtica regresión: muchos de los avances y conquistas sociales que hasta el propio franquismo se había visto obligado a reconocer fueron desmantelados, uno a uno, por un gobierno que se autodenominaba de izquierdas, pero que resultó ser una de las mayores estafas que ha conocido la historia moderna de España, además de una traición completa a los intereses de sus propios votantes.


·      La victoria de Felipe González por mayoría absoluta en 1982 será percibido por el pueblo español en su estado de ánimo prácticamente como la proclamación de la II República o la victoria del Frente Popular.


Sin embargo, no hicieron falta ni los cien primeros días de gobierno para percibir que era todo lo contrario, una traición.

Felipe González, contra la voluntad de la mayoría y lo prometido en campaña, implicaría a España en la maquinaria militar de la OTAN, pondría al estado y sus recursos al servicio de la concentración bancaria, multiplicó la explotación y la fragmentación de la clase obrera con mano de hierro y llevó a cabo la desindustrialización y entrega de las principales fuentes de riqueza a los monopolios europeos tal como dictaban las exigencias para la entrada en el Mercado Común Europeo.

Su papel no fue por la pasiva (permitir la pervivencia de residuos franquistas para integrarse en la “casta” política) sino por la activa fortaleciendo el dominio hegemonista y oligárquico sobre nuestro país. Algo que, por el rechazo popular que generaría, jamás hubiera podido hacer un gobierno encabezado por Fraga.

2.-
El mundo sufre, a partir de 1990, uno de sus mayores terremotos geoestratégicos, la desaparición de la superpotencia soviética, que reordenará el tablero mundial y alterará de forma cualitativa el sistema de contradicciones imperialistas.
 

·       A principios de los ochenta la economía soviética, totalmente burocratizada e ineficiente, coloca a la URSS al borde de la bancarrota.

EEUU logra la contención del expansionismo soviético y lanza la “guerra de las galaxias”, un salto tecnológico inalcanzable. Por otro lado, la URSS sufre sus primeros reveses a manos de la lucha del pueblo afgano, punto de inflexión de su avance, y la rebelión de los obreros polacos. Estos factores agudizan las contradicciones en el seno de la clase dominante soviética.

Los intereses del sector más dinámico de la nomenklatura, vinculado a la industria militar y al KGB, imponen un cambio táctico en la superpotencia soviética, representado por la perestroika de Gorbachov. Por un lado la transformación de una estructura económica burocratizada y obsoleta en un capitalismo más dinámico. Por otro la sustitución de la agresividad brezneviana por una línea que buscaba integrar Europa en una “casa común” donde Moscú pudiera ser el dueño del edificio.

Pero la aguda disputa con el sector de la clase dominante soviética cuya existencia estaba vinculada al mantenimiento del capitalismo burocrático conduce a un final inesperado. Si en 1989 la caída del Muro de Berlín cuenta con la aprobación de Gorbachov, en 1991 la URSS deja de existir, y su sucesor, Rusia, es incapaz de conservar el rango de super potencia.

Todas las tendencias que hoy deciden el desarrollo de la lucha de clases mundial (emergencia de China, agudización del declive norteamericano, irrupción de Alemania como un polo hegemonista regional, la globalización…) tienen su punto de arranque en las nuevas condiciones estratégicas creadas por la liquidación del hegemonismo soviético.

·       Frente al desarrollo previsible tras la caída de la URSS de un mundo unipolar con una sola superpotencia omnipotente, el mundo se mueve en una dirección contraria, hacia un mundo multipolar. El continuo declive norteamericano y la emergencia de dos polos hegemonistas emergentes, Alemania y Japón, así lo indican.


Tras los gobiernos de Ronald Reagan (1981-1989), los EEUU quedan exhaustos
por el descomunal esfuerzo económico, militar y político para la contención del expansionismo soviético. Obligado a destinar una ingente cantidad de capital –propio y ajeno– a gastos militares, se convierte en el país más endeudado del mundo y con un gigantesco doble déficit, presupuestario y comercial, que mina la competitividad de la burguesía norteamericana mientras sus competidores ganan terreno.

EEUU concluye la guerra fría como única superpotencia, pero no es capaz de hacer frente a las múltiples exigencias de su nuevo liderazgo. A medida que se agudiza el declive estratégico de EEUU, se agudiza la disputa entre las dos alternativas existentes en el seno de la burguesía norteamericana para gestionar el imperio. Sus respectivos intentos fracasarán.

Bush padre (1989-1993) optará por hacer valer la aplastante superioridad militar norteamericana, convirtiendo a EEUU en el “gendarme mundial”, otorgándose, tal como ocurrió en la primera guerra del Golfo contra Sadam Hussein, la capacidad de intervenir en cualquier parte del planeta articulando una amplia coalición internacional. Pero el Nuevo Orden Mundial que anunciaba no se sostiene, y los sueños sobre “el fin de la historia”, puesto que el dominio norteamericano había pasado a ser eterno, que anunciaron filósofos a sueldo del Pentágono, como F. Fukuyama, se convierte en una pesadilla para Washington. La deuda norteamericana se duplica, su economía decrece, y su poder en el mundo es cada vez más contestado.

Clinton gana las elecciones (1993-2001) y consigue reconducir el déficit y la deuda y generar un crecimiento económico. Representa una línea de “hegemonía consensuada”, o sea, mantiene con firmeza los intereses de EEUU sobre la base de la supremacía económica y apertura de mercados, al tiempo que busca el entendimiento con las potencias locales o regionales. Sin embargo, esta línea debilita el poder militar norteamericano al reducir sus presupuestos y permite que sus rivales se desarrollen. Mientras Clinton concede a China el trato de nación más favorecida para integrarla en su sistema de hegemonía, el complejo militar- industrial bombardeaba la embajada china en Belgrado durante la guerra de Yugoslavia y elimina políticamente al presidente con un escándalo de faldas.

·  Por otro lado, la ruptura del frente antisoviético de las burguesías monopolistas occidentales se traduce, nada más iniciarse los años 90, en el desarrollo de dos polos hegemonistas emergentes,  Alemania y Japón.

La burguesía alemana toma audazmente la iniciativa, proponiendo una unificación que Moscú aprueba y que ni Washington ni París pueden impedir. Quebrando parte de los límites impuestos tras la IIª Guerra Mundial. En solo cuatro años, de 1989 a 1993, la Comunidad Económica se transforma en la Unión Europea, sentando las bases para el avance del dominio alemán en el viejo continente.

Su pugna con los Estados Unidos por imponer sus proyectos en Europa, lleva a una serie de convulsiones de profundo calado: conflictos como el de la guerra de los Balcanes o como la partición de Checoslovaquia, son ejemplos de la decisión y la velocidad con que Alemania intenta estructurar su proyecto europeo.

EEUU cortará de cuajo el intento de Japón de crear un polo económico en Asia a través de un ataque en las bolsas. Pero no podrá hacer lo propio con Alemania.

(CONTINUARÁ)

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