José Saramago (comunista y
Premio Nobel de Literatura)
I.- El Hegemonismo
norteamericano, EEUU, es el enemigo principal y común de todos los pueblos y
países del mundo.
La contradicción principal,
sin la que no podemos comprender nada de lo que ocurre en el planeta, es la que
enfrenta al hegemonismo norteamericano y al conjunto de países y pueblos del
mundo.
El dominio de la
superpotencia norteamericana es el virus más nocivo, la pandemia más tóxica. Se
enfrenta a los intereses del proletariado, de todos los países y del conjunto
de la humanidad. Y genera una oleada de luchas de las naciones y pueblos por su
independencia.
Esta es la lucha de clases
principal, cuyo curso decide todo lo que sucede en el mundo,
EEUU es el enemigo principal de todos los países y pueblos del
mundo.
Es la única potencia imperialista que cumple las características
que definen a una superpotencia:
-cuenta con un régimen estatal controlado por un capital
monopolista extraordinariamente concentrado;
-se apoya en una
fuerza económica y militar mucho más poderosa que la de cualquier otro país
para realizar a escala mundial la explotación económica, la opresión política y
el control militar;
-busca establecer
para sí sola la hegemonía en el mundo entero;
-y a este efecto
desencadena frenéticamente guerras allá donde sus intereses están amenazados.
El capital financiero norteamericano obtiene cada año del resto
del mundo un superávit de 6,5 billones de dólares. Este es el registro de su
expolio financiero al conjunto del planeta.
En el terreno político, EEUU ejerce su opresión y dominio a través de una vasta red de
intervención desplegada por todo el planeta, directamente -colocando bajo una
“dependencia orgánica” los Estados de los países sometidos- y a través de los
organismos internacionales que controla, desde el FMI, el Banco Mundial y la
OCDE hasta un sistema monetario mundial con el dólar como núcleo.
Bajo formas más agresivas -dictaduras fascistas o “golpes
blandos”- o de reconducciones políticas impuestas incluso a potencias como
Italia, EEUU interviene permanentemente en los países bajo su dominio.
En el terreno militar, EEUU acapara casi el 40% de todo el gasto mundial -más de la
mitad si contamos el conjunto de la OTAN-, una cifra superior a la suma de los
15 países con mayor inversión en defensa, multiplicando por cuatro el de China
o por diez el de Rusia.
La superpotencia norteamericana posee una red de 842 bases
militares en todo el mundo, y el presidente del Consejo Mayor Conjunto del
ejército de EEUU ha reconocido que “Hoy, más de 300 000
estadounidenses están desplegados o estacionados en 177 países”.
El hegemonismo norteamericano es el mayor explotador mundial, la
principal fuente de guerra y agresión, y despliega una frenética intervención
en todo el planeta para imponer sus intereses y su dominio.
Los países del Segundo Mundo, aunque hacen todo lo posible por mantener el control y
explotación de muchos países, han dejado de ser las fuerzas principales en el
controly explotación del Tercer Mundo, y a su vez sufren de forma
creciente la intervención, la amenaza, el control, la extorsión y el atropello
de EEUU. Bajo determinadas condiciones, la unión con el segundo mundo en
la lucha común contra las dos potencias hegemónicas no solamente es
necesaria sino posible.
La clase obrera de los países del Segundo Mundo, al tiempo que
intensifica la lucha contra la explotación y opresión de sus burguesías
monopolistas, ha de levantar la bandera de la independencia nacional y
colocarse en primera fila de la lucha antihegemonista.
La única política que se corresponde con los intereses del proletariado
internacional, y del conjunto de países y pueblos del mundo, es formar un
Frente Único lo más amplio posible contra la superpotencia yanqui. Sólo esta política está en condiciones de
acelerar el inevitable fin de su hegemonía y conseguir que, cuando esto ocurra,
los países y pueblos del mundo estén en las condiciones más favorables.
El revisionismo, las fuerzas revisionistas en sus diferentes
versiones, trabaja activamente al servicio de los intereses de la
superpotencia. Ocultando su dominio para situar otras contradicciones como
principales: el neoliberalismo y la austeridad frente a las políticas
progresistas, el Norte frente al Sur, centro contra periferia, países pobres
frente a países ricos... El resultado siempre es ocultar el dominio del hegemonismo
norteamericano, su antagonismo con los intereses del conjunto de la humanidad y
la necesidad de derrocarlo.
Y proponiendo, en lugar de un Frente Único contra la superpotencia
yanqui, una unidad para “combatir las políticas belicistas” o “neoliberales”,
sembrando la falsa ilusión de que es posible otra política -no violenta y que
no suponga un mayor grado de explotación- sin cuestionar el poder de la
superpotencia, extraviando y encuadrando la lucha de los pueblos bajo los
límites del dominio hegemonista. Desalentando a los pueblos al colocar el
dominio hegemonista como omnipotente.
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