sábado, 1 de agosto de 2020

¿Quien está detrás de todo?

“La vieja doctrina Monroe, América para los americanos, sigue vigente. Revisada y adaptada, ha logrado trasladar las fronteras de EEUU hasta Asia, hasta África, hasta allí donde la estrategia de sus intereses, tanto los militares como los comerciales, lo determinasen. Nada de lo que sucede en el mundo será entendido si se ignora esta verdad de todos los días”.  
José Saramago (comunista y Premio Nobel de Literatura) 

I.- El Hegemonismo norteamericano, EEUU, es el enemigo principal y común de todos los pueblos y países del mundo.
La contradicción principal, sin la que no podemos comprender nada de lo que ocurre en el planeta, es la que enfrenta al hegemonismo norteamericano y al conjunto de países y pueblos del mundo.
El dominio de la superpotencia norteamericana es el virus más nocivo, la pandemia más tóxica. Se enfrenta a los intereses del proletariado, de todos los países y del conjunto de la humanidad. Y genera una oleada de luchas de las naciones y pueblos por su independencia.
Esta es la lucha de clases principal, cuyo curso decide todo lo que sucede en el mundo,
EEUU es el enemigo principal de todos los países y pueblos del mundo.
Es la única potencia imperialista que cumple las características que definen a una superpotencia:
-cuenta con un régimen estatal controlado por un capital monopolista extraordinariamente concentrado;
-se apoya en una fuerza económica y militar mucho más poderosa que la de cualquier otro país para realizar a escala mundial la explotación económica, la opresión política y el control militar;
-busca establecer para sí sola la hegemonía en el mundo entero;
-y a este efecto desencadena frenéticamente guerras allá donde sus intereses están amenazados.
En el terreno económico, el PIB norteamericano casi duplica el chino, es superior al de la suma de todos los países de la UE, y multiplica por cuatro el de potencias imperialistas como Japón o Alemania.
El capital financiero norteamericano obtiene cada año del resto del mundo un superávit de 6,5 billones de dólares. Este es el registro de su expolio financiero al conjunto del planeta.
En el terreno político, EEUU ejerce su opresión y dominio a través de una vasta red de intervención desplegada por todo el planeta, directamente -colocando bajo una “dependencia orgánica” los Estados de los países sometidos- y a través de los organismos internacionales que controla, desde el FMI, el Banco Mundial y la OCDE hasta un sistema monetario mundial con el dólar como núcleo.
Bajo formas más agresivas -dictaduras fascistas o “golpes blandos”- o de reconducciones políticas impuestas incluso a potencias como Italia, EEUU interviene permanentemente en los países bajo su dominio.
En el terreno militar, EEUU acapara casi el 40% de todo el gasto mundial -más de la mitad si contamos el conjunto de la OTAN-, una cifra superior a la suma de los 15 países con mayor inversión en defensa, multiplicando por cuatro el de China o por diez el de Rusia.
La superpotencia norteamericana posee una red de 842 bases militares en todo el mundo, y el presidente del Consejo Mayor Conjunto del ejército de EEUU ha reconocido que “Hoy, más de 300 000 estadounidenses están desplegados o estacionados en 177 países”.
El hegemonismo norteamericano es el mayor explotador mundial, la principal fuente de guerra y agresión, y despliega una frenética intervención en todo el planeta para imponer sus intereses y su dominio.
Tal y como establece la Teoría de los Tres Mundos, formulada por Mao Tse-Tung en 1974, una síntesis científica de la situación estratégica en los tiempos actuales, la fuerza principal de la lucha contra el imperialismo y el hegemonismo la constituyen los países y pueblos del Tercer Mundo. Constituyen más del70% de la población mundial. Son los más oprimidos y explotados y los que ofrecen una mayor resistencia frente al imperialismo, a través de una lucha que ha obtenido importantes victorias. Los países socialistas forman parte de este destacamento de vanguardia en la lucha antihegemonista.
Los países del Segundo Mundo, aunque hacen todo lo posible por mantener el control y explotación de muchos países, han dejado de ser las fuerzas principales en el controly explotación del Tercer Mundo, y a su vez sufren de forma creciente la intervención, la amenaza, el control, la extorsión y el atropello de EEUU. Bajo determinadas condiciones, la unión con el segundo mundo en la lucha común contra las dos potencias hegemónicas no solamente es necesaria sino posible.
La clase obrera de los países del Segundo Mundo, al tiempo que intensifica la lucha contra la explotación y opresión de sus burguesías monopolistas, ha de levantar la bandera de la independencia nacional y colocarse en primera fila de la lucha antihegemonista.
La única política que se corresponde con los intereses del proletariado internacional, y del conjunto de países y pueblos del mundo, es formar un Frente Único lo más amplio posible contra la superpotencia yanqui. Sólo esta política está en condiciones de acelerar el inevitable fin de su hegemonía y conseguir que, cuando esto ocurra, los países y pueblos del mundo estén en las condiciones más favorables.
El revisionismo, las fuerzas revisionistas en sus diferentes versiones, trabaja activamente al servicio de los intereses de la superpotencia. Ocultando su dominio para situar otras contradicciones como principales: el neoliberalismo y la austeridad frente a las políticas progresistas, el Norte frente al Sur, centro contra periferia, países pobres frente a países ricos... El resultado siempre es ocultar el dominio del hegemonismo norteamericano, su antagonismo con los intereses del conjunto de la humanidad y la necesidad de derrocarlo.
Y proponiendo, en lugar de un Frente Único contra la superpotencia yanqui, una unidad para “combatir las políticas belicistas” o “neoliberales”, sembrando la falsa ilusión de que es posible otra política -no violenta y que no suponga un mayor grado de explotación- sin cuestionar el poder de la superpotencia, extraviando y encuadrando la lucha de los pueblos bajo los límites del dominio hegemonista. Desalentando a los pueblos al colocar el dominio hegemonista como omnipotente.

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