Encíclica
del hermano Papa Francisco dedicada a la Ecología Integral.
Nos
resulta muy doloroso y lamentable, ver a grupos, sobre todo de jóvenes, no
hacer caso de las recomendaciones sanitarias, y actuar de propagadores y
transmisores del coronavirus, que desprecian su propia salud y la de los demás.
El capítulo 4º trata
de la Ecología Integral, porque todo está conectado con todo. Nada es ajeno a
nada. Buena parte de nuestra información genética se comparte con muchos seres
vivos. A medida que avanza la física cuántica vamos descubriendo que hay una
imbricación total de todo con todo. No hay dos crisis ecológicas, una ambiental
y otra social, sino que hay una crisis socio-ambiental. Los ecosistemas tiene
un valor esencial en si mismos y no solo en función de su uso, porque comportan
funciones imprescindibles para la vida, por ejemplo, secuestrando el anhídrido
carbónico, purificando el agua, controlando enfermedades y plagas, conformando
edáficamente el suelo para su fertilidad, etc.
“El análisis de los
problemas ambientales es inseparable del análisis de los contextos humanos,
familiares, laborales, urbanos, y de la relación de cada persona consigo misma,
que genera un determinado modo de relacionarse con los demás y con el ambiente.
Hay una interacción entre los ecosistemas y entre los diversos mundos de
referencia social, y así se muestra una vez más que «el todo es superior a la
parte» “.
Por tanto la
protección del medio ambiente tiene que ser integral, planetaria, pasando por
el propio individuo, su familia, su grupo, su comunidad local, su nación y la
vida internacional. Así estamos viendo como el consumo de narcóticos en países
desarrollados está llevando a productores pobres de otros países al abandono
del cultivo de maíz y dedicar sus tierras al cultivo de amapola: un absurdo
conduce a otro absurdo. Así lo hemos visto en Guatemala. Es antiecológico
obligar a los aborígenes, sobre todo de Africa y América del Sur, a abandonar
sus tierras para dedicarlas a monocultivos intensivos o productos extractivos,
con pérdida de su identidad personal y de relaciones humanas cercanas y
cálidas, y más aún si los obligamos a huir a los suburbios de las grandes
ciudades a vivir en condiciones infrahumanas y alimentarse incluso de los desechos de
los basureros.
¿Cómo van a poder aceptar así su propio cuerpo, a cuidarlo, a
respetarlo en todo su valor?: todo esto forma parte esencial de una verdadera
ecología humana. La falta de viviendas un poco dignas es grave en muchas partes
del mundo, sobre todo en los barrios periféricos de las grandes ciudades. No
sólo los pobres, sino una gran parte de la sociedad sufre serias dificultades
para acceder a una vivienda propia. La posesión de una vivienda, así como un
trabajo digno y estable tiene mucho que ver con la dignidad de las personas y
con el desarrollo de las familias. Es una cuestión central de la ecología
humana.
Setecientos millones
de trabajadores son muy pobres.
La pandemia que
padecemos aumentará la cifra de personas en extrema pobreza en unos 60 ó más
millones de empobrecidos en el mundo (Fuente BM y CNN), sobre todo en Africa y
América del Sur, continentes donde ya están el mayor número de empobrecidos. De
tres proyectos de Africa nos han llegado peticiones para paliar situaciones de
hambruna.
La Tierra que
recibimos no nos pertenece solo a nosotros, sino también a las generaciones que
nos sucederán. Nuestro estilo de vida
actual, generador de tantos escombros, desiertos, suciedad, adulteración,
deterioro ecológico, violencia contra el hombre y la Tierra, es insostenible y
no puede terminar más que en catástrofe.
Es necesaria una solidaridad intergeneracional.
Nos resulta muy
doloroso y lamentable, ver a grupos, sobre todo de jóvenes, no hacer caso de
las recomendaciones sanitarias, y
actuar de propagadores y
transmisores del coronavirus, que desprecian su propia salud y la de los demás,
no solo en botellones, sino también en otras celebraciones descontroladas. La
pregunta es: ¿qué les enseñamos, de qué sirve y para qué sirve la enseñanza, qué
valores les transmiten sus padres y profesores?. ¿Qué fue de la Educación para la Ciudadanía?. ¿Qué fue de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos y del Niño?.
El materialismo del
neoliberalismo capitalista nos está conduciendo cada vez más al deterioro
global de todo el sistema tierra, naturaleza y personas. Necesitamos cambiar
totalmente de dirección en sentido contrario. Es urgente.
faustino@faustinovilabrille.es
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