“Confío en que
nuestras propuestas lleguen de forma clara al gobierno (…) Hemos marcado la
agenda económica”.
Cuando estas palabras las pronuncia el presidente de la CEOE, al finalizar una cumbre en la que han participado todos los grandes bancos y monopolios, llevan la marca de un mandato.
Cuando estas palabras las pronuncia el presidente de la CEOE, al finalizar una cumbre en la que han participado todos los grandes bancos y monopolios, llevan la marca de un mandato.
Los que de verdad
manda en España se han pronunciado, y bajo la bandera de “reconstruir España
tras la pandemia”, se esconden “ajustes” que amenazan las pensiones, los
salarios... El impacto de ese meteorito ha tenido efectos inmediatos en la
política española. De como puedan imponer su “programa de gobierno”, frente a
una mayoría progresista que reclama salir de la crisis sin recortes, va a
depender nuestro futuro.
Una cumbre de clase... y de Estado.
A la “macrocumbre” empresarial
han asistido los más altos mandatarios de todos los gigantes del Ibex-35, desde
la banca, encabezada por el Santander, a las eléctricas presididas por
Iberdrola, las grandes constructoras, Telefónica... También han hecho aparición
destacados representantes del capital extranjero en España, como la industria
del automóvil o las grandes auditoras.
Hasta 130
representantes directos de la clase dominante, sin intermediarios, pregonando
durante diez días lo que hay que hacer. Nunca había sucedido nada semejante.
Bajo el paraguas de la CEOE, se ha dado forma orgánica a un poder de clase
unificado en torno a sus exigencias.
Pero además, la
“macrocumbre” ha contado con la presencia del Rey en su jornada final. No era
protocolaria. Tenía un hondo sentido politico. El Estado en bloque avala las
demandas de la cumbre y da el “sello de garantía” a su ejecución.
La “visión a largo
plazo” planteada en el documento de conclusiones fue concretada por el
representante de PWC -la segunda auditoria mundial-, con unas palabras
contundentes: “hay que pensar en la sociedad de los próximos 10, 15 y 20 años”.
Los que de verdad
mandan tienen programa pensado para determinar el rumbo del país y nuestras
vidas en las próximas décadas. Son los nódulo de la oligarquía española quienes
le dan voz, pero por ellos hablan también -y sobre todo- las necesidades y
exigencias del gran capital extranjero, norteamericano y europeo. ¿En qué
sentido?.
De la cumbre
organizada por la CEOE no han salido reflexiones o recomendaciones, sino un
decálogo de medidas concretas. Todo un programa
que se hará llegar al gobierno, y que se ha difundido públicamente. ¿Cuáles son sus claves?.
Tres
de las palabras mas repetidas en esta cumbre
han sido gasto
público, deuda y colaboración
público-privada.
- ¿En qué se traducen?: Ana Patricia Botín reclama que el Estado se haga cargo del 25% de las nuevas hipotecas, ampliando su negocio sin asumir riesgos. Iberdrola propone que los presupuestos públicos costeen la instalación de la red de “electrolineras” que ellos suministarían. Las grandes constructoras exigen una inversión publica del 3% del PIB -más de 40.000 millones- para infraestructuras que ellos construirían...
- Masiva inyección de dinero público allí donde las élites económicas pueden obtener sustanciosas ganancias. Financiado con más deuda pública, de cuyo pago debemos hacernos cargo toda la sociedad.
- ¿Y cómo se pagará esta montaña de nueva deuda?: Las conclusiones de la cumbre lo aclaran: “hay que disponer del gasto público necesario en el corto plazo para salir de la crisis, y volver a una senda de estabilidad fiscal a medio y largo plazo”.
- El gobernador del Banco de España, que ya había advertido de “la necesidad de una década de ajustes”, ahora aboga por “un ambicioso programa de reformas estructurales”. ¿Cuáles?: Contrato único para rebajar salarios y condiciones laborales de los trabajadores fijos; reforma de las pensiones para alargar la edad de jubilación y recortar las futuras, abriendo paso a su privatización a través de la “mochila austríaca”, que nos descuenta de la nomina una aportación obligatoria a fondos privados, subida del IVA...
- Para poder ejecutar estos “ajustes” -cuyas consecuencias nos ocultan- con tranquilidad, los que mandan reclaman “consenso y diálogo social para llegar a acuerdos”. Se debe encuadrar a las principales fuerzas politicas y sociales en este programa. Para que su ejecución se blinde ante posibles cambios de gobierno.
- Debe quedar claro lo que se puede hacer, por eso el decálogo de la cumbre de la CEOE plantea que “no se deben revertir reformas que han generado crecimiento económico”, es decir debe quedar excluido del debate político cualquier cambio en la reforma laboral”. Y remacha que hay que “evitar, sobre todo, subidas impositivas”, o lo que es lo mismo, se debe guardar en el cajón cualquier intento de subir impuestos a bancos o grandes fortunas.
- El decálogo de las élites subraya asimismo que “la seguridad jurídica es fundamental para atraer y retener inversiones”. ¿Qué significa “atraer inversiones”?: Abrir la puerta a un -todavía- mayor control del capital extranjero sobre la economía nacional. Que ya se está produciendo. El capital norteamericano ha ampliado su participación en Repsol y en Bankia, tomando posiciones ante su privatizacion, ha adquirido, vía empresarios mexicanos, OHL... Y Goldman Sachs anuncia que siete grandes empresas españolas están “a tiro de OPA” para ser adquiridas a bajo precio, por parte de unos fondos de capital riesgo -como los “fondos buitre”- que están “buscando oportunidades”.
- Un camino de mayor dependencia exterior que las élites españolas aceptan anclándose a las “ayudas europeas”. Con un extraño sentido patriótico, alientan la intervención de Bruselas como garantía de que la política española no se saldrá de los límites que sus intereses imponen. El Banco de España filtra que “prepara la llegada de hombres de negro tras el verano”, pero “sin llamarlo intervención para no alarmar”. Y grandes empresarios esperan que “venga Bruselas con las tijeras de podar” para eliminar las políticas más escoradas a la izquierda.
¿Qué puede suponer la
ejecución de este programa?:
Lo ha planteado con
salvaje sinceridad el presidente de Renault en nuestro país: “España no puede
mantener el tren de vida de los últimos años”. Para que multinacionales o el
Ibex-35 mantenga o amplíe sus ganancias, la mayoría debemos ver recortado
nuestro bienestar.
En primer lugar, con
el horizonte de un mayor empobrecimiento, no porque vayan a generalizarse las
“colas del hambre”, sino porque las rentas del 90% sufrirán un importante
bocado. El servicio de estudios del BBVA afirma que “se podría dar un ajuste
dramático y muy rápido en las pensiones”. Y un estudio de la auditora KPMG
advierte de que el 60% de empresas bajará o congelará los sueldos en los
próximos meses. Han tomado la delantera las multinacionales. Nissan quiso imponer
en su planta de Cantabria un descenso de sueldos... ¡del 40%!. Y Ford anuncia un
plan de rebajas salariales en todas sus plantas europeas, incluyendo la de
Almussafes.
Un informe de
Intermon Oxfam ha sacado las cuentas, y advierte de que la pandemia puede
supone una disminución de hasta un 15% de la renta disponible de la mayoría,
que puede llegar hasta el 20,5% en los sectores más pobres. Esto no hay
“política social” ni ayudas -por generosas que sean- que pueda revertirlo.
En segundo lugar, un
salto en la monopolización. Se prevé que entre un 20% y un 30% de las pymes
españolas desaparezcan. Es es un objetivo por el que algunos trabajan. El
gobernador del Banco de España ha insistido que las líneas de crédito ICO “son
solo para empresas solventes”, no para salvar a las amenazadas por la quiebra.
Y los servicios de estudios de la banca repiten que “una de las debilidades de
la economía española es el pequeño tamaño de las empresas, el 95% de las cuales
son pymes”.
En tercer lugar, un
aumento de nuestro grado de dependencia respecto al exterior. Justo la gasolina
que ha provocado que el incendio de los efectos de la pandemia sea en España el
más destructivo de entre todos los países desarrollados.
En los últimos días
estamos asistiendo a cambios o “giros de guión” en la política española que han
sorprendido a algunos, pero que adquieren una completa coherencia si los leemos
desde las exigencias planteadas por la oligarquía y el capital extranjero en la
“macrocumbre” de la CEOE.
El mismo día que se
cerraba la insólita “asamblea” de la clase dominante, con un mensaje claro de
“consenso” y “pacto”, el PP de Pablo Casado daba un giro de 180 grados y votaba
sí al decreto de nueva normalidad propuesto por el gobierno. Venía de decir No
a la prórroga del Estado de alarma, y de acusar a Sánchez de querer imponer una
“dictadura constitucional”.
A ello se une un “pacto
por la sanidad” entre PSOE y PP. Y algunos grandes
medios ya han puesto en circulación la posibilidad de que el PP
permita, con un voto afirmativo o una abstención, la tramitación de los presupuestos.
El objetivo de esta
operación es encarrilar “un giro al centro” del gobierno, para que los acuerdos
con el PP diluyan la influencia de la mayoría progresista en el actual
ejecutivo.
Es relevante que del
texto conjunto presentado por PSOE y Unidas Podemos ante la Comisión
parlamentaria por la Reconstrucción haya desaparecido el impuesto a las grandes
fortunas -medida estrella de Podemos que sí
aparecía en el programa de investidura-, y no se haga mención alguna a ningún
cambio en la reforma laboral. Justo las dos líneas rojas que la “macrocumbre”
empresarial ha situado como innegociables.
Si el actual gobierno
de coalición persiste, porque la mayoría progresista que lo sostiene no
aceptaria otra cosa, se le debe “ahormar”, fijándole claramente el molde del
que no puede salirse. Se permitirá a Unidas Podemos intentar capitalizar
medidas sociales, como el Ingreso Mínimo Vital, justas y necesarias para evitar
una explosión, pero no avanzar por caminos que afecten, aún moderadamente, los
intereses de grandes bancos y monopolios.
Alcanzar un pacto
para ampliar los ERTEs fue uno de los mensajes más rotundos emitidos desde la
cumbre empresarial. Y ese acuerdo acabó firmándose. Era necesario para evitar
una hecatombre que sufrirían muchas pymes y multiplicaría el paro. Pero se
forzó a gobierno y sindicatos para que quien saliera ganando fuera la gran
patronal.
Y en último, pero no
menos importante lugar, se ha
producido una confluencia de todos los grandes partidos en Europa, hace pocos
días impensable. El PP se alineaba con los “halcones del norte” para que las
ayudas europeas impusieran férreas condiciones a España. Ahora, sus
eurodiputados defienden la candidatura de Nadia
Calviño a presidir
el Eurogrupo y firman un artículo conjunto
con los representantes de PSOE y Ciudadanos en favor de la aceleración del Fondo de
Recuperación Europea.
El “ascenso europeo”
a Nadia Calviño fortalecería la posición de España en la UE. Pero también
actuaría como una garantía para las grandes potencias europeas y la propia
oligarquía española. Anclando al ejecutivo de Pedro Sánchez a unos principios
económicos y presupuestarios que podrían ser cuestionados por la influencia de
la mayoría progresista.
Calviño fue la
vicepresidenta que obligó al presidente a rectificar, en pocas horas, tras
haber incluido en la negociación de una de las prórrogas del estado de alarma
el compromiso de derogar la reforma laboral. Y en la “exposición de motivos” de
su candidatura a dirigir el Eurogrupo, defiende que “se ate más en corto a los
gobiernos en el uso de los fondos y en su estrategia económica y fiscal”.
Hay una corriente
poderosa, que prepara un draconiano plan de ajuste para cargar las pérdidas de
la crisis sobre la población, mientras nos anestesian difundiendo que “las
ayudas europeas” o “la protección del Estado” hará que esta crisis no se
resuelva con “medidas de austeridad” como sucedió tras 2010.
Pero existe también
una contracorriente, igualmente poderosa. La de una mayoría social que no va a
aceptar recortes ni que se cargue la factura sobre nuestras espaldas.
La vemos reflejada en
la comparecencia del presidente de Gestha en el Congreso, exigiendo una reforma
fiscal progresiva, denunciando que bancos, monopolio y multinacionales pagan
tres veces menos impuestos que las pymes, a pesar de concentrar el 83% de los
beneficios. En un movimiento en defensa de la sanidad pública que gana fuerza y
apoyo social. En las concentraciones organizadas por los sindicatos para exigir
una “reconstruccion social”. En que una ONG como Intermon Oxfam llame a “tomar
medidas que redistribuyan la riqueza para evitar que aumente a desigualdad”.
Esta mayoría social,
que se enfrenta a los recortes y que reclama redistribuir la riqueza, está
presente en todas las fuerzas políticas, en todas las organizaciones sociales,
en las principales ciudades y en la “España vaciada”, en los sindicatos y en
pymes y autónomos...
Unificación Comunista
de España y Recortes Cero no solo participan, sino que han contribuido a
impulsar esta contracorriente, con los manifiestos “Unidad y solidaridad”, o
impulsando desde 2009 una alternativa de redistribución de la riqueza que gana
terreno.
Quienes están
representados por la “macrocumbre” de la CEOE concentran mucho poder, pero
tienen un punto extremadamente débil: están obligados a cuestionar intereses
vitales del 90% de la sociedad. Lo hicieron tras 2010 y, bajo otras formas y
ofreciendo algunas concesiones sociales que atenúen los efectos mas sangrantes,
necesitan hacerlo también ahora.
Pero se enfrentan a
una mayoría progresista que es hoy mas fuerte que hace diez años. Ha demostrado
poder revertir reformas como la impuesta por el gobierno de Rajoy contra las
pensiones en 2013. Está organizada, muy organizada, en multitud de plataformas.
Y se expresa políticamente, con una mayoría en el parlamento, que va mas allá
de PSOE y Unidas Podemos, impensable en 2010.
En los próximos meses
vamos a asistir a una feroz batalla entre estas dos alternativas para salir de
la crisis. El resultado va a determinar el rumbo del país, y repercutir
directamente en nuestras vidas.
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