domingo, 2 de agosto de 2020

¿Quién está detrás de todo? (II)

II.- El hegemonismo y el imperialismo “son tigres, pero de papel”. Los hechos del mundo actual demuestran que el futuro es de los pueblos, y no del imperialismo.

La realidad, visto históricamente y en la actualidad, es que son los pueblos quienes avanzan y el hegemonismo y el imperialismo quien retrocede.
Este avance de la lucha de los pueblos genera permanente problemas y contradicciones al hegemonismo, achicando sus espacios de dominio y resquebrajando los mismos cimientos del orden imperialista.
La realidad del mundo confirma punto por punto lo que nuestra línea afirmaba en 1978: “La situación internacional es favorable para la revolución, el proletariado y los pueblos, y se torna cada vez peor para el hegemonismo y el imperialismo. El que los países quieran la independencia, las naciones la liberación y los pueblos la revolución es la corriente principal de la situación mundial y no hay fuerza sobre la tierra capaz de contenerla”.
La lucha de los pueblos ha acabado con una de las dos superpotencias, la URSS, que era la más agresiva y la principal fuente de guerra. Propinándole un golpe mortal al hacer fracasar la ocupación de Afganistán, derrotando sus planes de dominio en Egipto, Sudán o Zaire, o extendiendo en Europa Oriental, con la clase obrera polaca y su sindicato “Solidaridad” a la cabeza, la rebelión contra los nuevos zares.
La desaparición de la URSS es sin duda la más importante victoria de los pueblos del mundo, de verdadero alcance histórico para la causa de la liberación de los pueblos, del socialismo y la paz, creando, al liberar a partidos y movimientos de lucha de la intervención y subversión soviética, mejores condiciones para que puedan desarrollar de forma independiente su propio camino revolucionario.
La lucha de los pueblos asiáticos de Vietnam, Laos y Camboya infringió una severa derrota a la superpotencia norteamericana, colocándola a partir de entonces a la defensiva estratégica. Si Asia es hoy el nuevo centro del mundo es porque allí los pueblos más han limitado el dominio norteamericano, y también porque es el continente donde la revolución y el comunismo ejerce mayor influencia.
Numerosos paises y pueblos del mundo han conquistado su independencia nacional o ganado importantes cotas de autonomía frente al hegemonismo. Ejerciendo una influencia global creciente.
En las últimas décadas han avanzado en Hispanoamérica los Allende y han perdido terreno son los Kissinger y Pinochet, en Asia quien está ganando son los Ho Chi Minh y quien retrocede es el Pentágono, en África quienes obtienen victorias son los Mandela, mientras el colonialismo y el apartheid han sido barridos.
Esto ha permitido imponer una histórica redistribución de la riqueza mundial. En 1999 el G-7, las principales potencias imperialistas, triplicaba el peso del Tercer Mundo en el PIB global. Ahora están a la par, con un Tercer Mundo que ha ganado 34 puntos, más que duplicando su peso en la economía mundial.
Un cuarto de la humanidad lo hace en países o regiones bajo la dirección de partidos comunistas, en uno u otro grado. Detrás de todos los movimientos populares, gobiernos progresistas o luchas de masas, encontramos a partidos comunistas revolucionarios actuando como columna vertebral. Y la influencia del marxismo aumenta, como referencia para los revolucionarios que buscan una alternativa al capitalismo.
Sin embargo, el revisionismo desprecia y ataca permanentemente la lucha de los pueblos, negando su carácter de principal elemento de transformación, y eliminando del campo revolucionario -reducido “a Cuba y Venezuela”- a la mayoría de países y luchas que se enfrentan y derrotan al hegemonismo, que son calificadas de reaccionarias al encabezarla “fuerzas conservadoras”.
El revisionismo nos presenta un mundo determinado por “el avance del capitalismo salvaje” desde “la revolución conservadora” de Reagan y Thatcher. Y a unos pueblos, “débiles” y “solos”, que solo podríamos aspirar a minimizar los daños de una derrota inevitable.
Esta es una visión falsa y sobre todo interesada, que conduce a desmovilizar a los pueblos y encuadrarlos en una aceptación, como un “mal inevitable” del dominio hegemonista.
III.- El rasgo principal de la situación internacional es el avance de un periodo de transición entre el ocaso imperial de la superpotencia norteamericana y la irrupción de nuevos centros de poder que exigen tratarse como iguales con la declinante superpotencia. Un proceso abierto en 2009 y que tiene su base en el avance de la lucha de los pueblos y países del mundo.
 -La lucha de los países y pueblos del mundo por su independencia frente al dominio de la superpotencia, ha transformado un “declive progresivo” -donde EEUU perdía paulatinamente peso en la economía global- en el inicio de un “ocaso imperial”, en el que EEUU enfrenta cada vez mayores dificultades, en el terreno económico, político y militar, para imponer su dominio.
Desde el final de la Guerra Fría, EEUU ha sido incapaz no ya de acabar sino de detener el avance de la rebelión de los pueblos.
Los intentos de imponer una “dictadura terrorista mundial” durante la presidencia de Bush jr quebraron al empantanarse en la ocupación de un país como Irak. Y, paralelamente, estalló una crisis, cuyo origen estaba en el gigantesco atraco global impuesto desde Washington, que se extendió a todo el campo imperialista... mientras los países independientes o con elevado grado de autonomía mantenían su crecimiento.
-Han emergido lo que hemos calificado como “reinos combatientes” -personificados en los BRICS-, nuevos centros de poder que ya no aceptan ser tratados como antes por la superpotencia, exigiendo ganar presencia e influencia global, algo que están consiguiendo a un ritmo acelerado.
No se trata de la tradicional disputa entre potencias viejas y nuevas. La inmensa mayoría de los “reinos combatientes” -todos los miembros de los BRICS excepto Rusia- forman parte del Tercer Mundo.
China es el primero de los “reinos combatientes” y la principal amenaza a la hegemonía norteamericana. A una emergencia económica sin precedentes -solo comparable al crecimiento de la URSS tras la Revolución de Octubre, con índices de crecimiento del 14% incluso en medio del crack del 29-, une una  cerrada independencia política, y un absoluto hermetismo a la intervención norteamericana, garantizada por la revolución de 1949. Su emergencia y su creciente influencia global es una bomba de relojería para la hegemonía norteamericana.
Pero, a diferente nivel, India, o incluso Brasil y Sudáfrica, países condenados por el imperialismo a la irrelevancia, han emergido como actores globales.
Este proceso forma parte del avance creciente del Tercer Mundo, desde un Vietnam que encabeza los índices de crecimiento mundial del PIB, a una Nigeria que se anuncia llegará en 2100 a la élite mundial.
-Sobre esta realidad inciden otros elementos, la crisis económica o la actual pandemia, y desde 2009 siempre lo hacen en el sentido de acelerar el ocaso imperial y la emergencia de los reinos combatientes.
Este proceso de transición necesariamente va a ser prolongado. El resultado de este periodo no está escrito, dependerá de la duración y profundidad del ocaso imperial y del grado de emergencia de los reinos combatientes. En su desarrollo influirá la capacidad de la superpotencia -con poderosas bazas- para gestionarlo, pero también como actúen los “reinos combatientes” y el avance de la lucha de los pueblos.
Será un periodo convulso y caótico. En el que, a medida que se profundice su ocaso, la superpotencia estará más impulsada a dar respuestas agresivas, frente a rivales y contra los pueblos. Y en el que ya se desarrollan alianzas antes impensables, como la irrupción de una Turquía que mira a Rusia.
Y ya está “remodelando” el mundo. La emergencia de Asia como nuevo centro mundial se ha multiplicado, se acelera la marginalidad de Europa, al calor del movimiento antihegemonista, Hispanoamérica aparece como un jugador activo, o África deja de ser el “agujero negro” de la globalización.

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