martes, 3 de agosto de 2021

Modernización y tercera reconducción (III)

(Continuación del artículo: "Modernización y tercera reconducción (II)": https://justiciasolidaridad.blogspot.com/2021/08/modernizacion-y-tercera-reconduccion-ii.html)

5.- La pertenencia al Mercado Común Europeo, el selecto club de las burguesías monopolistas occidentales, supondrá el marco político y económico en el que la clase dominante española procederá a la que es, sin duda, la reestructuración interna más importante desde el fin de la Primera Guerra Mundial.
  • La firma del tratado de adhesión a la Comunidad Económica Europea en junio de 1985 supone la aceptación de las exigencias de los monopolios europeos a cambio de posibilitar a la oligarquía española la entrada en los círculos financieros y monopolistas europeos, y con ello una posibilidad de expansión antes vedada.
Dictada por las exigencias de los monopolios europeos, que no desean de ninguna manera un competidor en ese terreno, la oligarquía española renuncia al control de gran parte del tejido industrial monopolista construido bajo la protección del Estado franquista. A través del estado impulsa la reconversión o el cierre de una parte importante de la estructura industrial del país como hemos visto anteriormente.
Las exigencias de los monopolios europeos obligan a llevar adelante un acelerado proceso de concentración de capital, lo cual exige quebrar las históricas reglas en el seno de la oligarquía.

Durante décadas la supervivencia de la oligarquía dependía de las barreras proteccionistas que el Estado imponía al capital extranjero, que hasta principios de los 90 tenía prohibido, por ley, operar en el mercado bancario español. Y, por otro lado, de un pacto de no agresión que les obliga a reaccionar al unísono frente a cualquier “advenedizo” (Ruíz Mateos, Mario Conde) que quisiera penetrar en el corazón del capital financiero español y a no disputarse el mercado entre ellos.
Ahora, con la firma del tratado de adhesión a la Comunidad Económica Europea, la oligarquía tiene 5 años para estar en condiciones de competir con la banca extranjera o sucumbir ante ella. El pacto de no agresión deja paso a una pelea de tiburones a dentelladas. A mediados de los años 80, Botín deja de acudir a la tradicional comida mensual de los 7 grandes. Es el punto de partida de un acelerado proceso de concentración bancaria que se va a producir entre 1988 y 1994.

En 1988 se produce la fusión del Bilbao y el Vizcaya, tres años más tarde, en 1991, se da la fusión entre el Central y el Hispanoamericano; ese mismo año, se fusionan las tres grandes entidades de crédito estatales para dar lugar a la formación de Argentaria. Sólo dos años después, en 1993, se produce la expropiación del Banesto de Mario Conde (un aventurero que pretendió sacar partido en las turbulencias desatadas por el feroz proceso de concentración bancaria) y su posterior compra por Botín un año más tarde.
Lo que durante más de 40 años había sido el inviolable sancta santorum de la oligarquía española, se ve sometido en apenas seis años a un cambio de dimensiones desconocidas. Históricas familias y clanes de la oligarquía bancaria española (los Urquijo, los Villalonga, los Garnica, los Aguirre Gonzalo,..) desaparecen devorados en aquel movimiento.
  • Por otro lado la concentración de capital se da en torno a cuatro sectores: banca, construcción,  producción y distribución de energía y telecomunicaciones.
La política de privatizaciones llevada a cabo por el gobierno de Felipe González está dirigida a crear en estos sectores gigantes monopolistas que puedan monopolizar el mercado interno y sobre esa base emprender la expansión internacional. Telefónica en telecomunicaciones, Endesa, Iberdrola o Unión FENOSA en electricidad, Repsol, y secundariamente Cepsa en energía unido a las grandes constructoras surgidas durante el franquismo, y a otras generadas por el boom inmobiliario, que se beneficiarán de un amplio plan de infraestructuras durante los años noventa, y a partir del 2000 de la elevadísima tasa de ganancia en la construcción.
De este proceso surgirán dos mega corporaciones financieras: el BBVA, favorecido por su cercanía a los gobiernos de González y la política de privatizaciones, que le permite alcanzar una participación cualitativa en Telefónica, Repsol, Iberdrola o Iberia; y el Santander, que devorará primero al Banesto y luego al Central Hispano, los tres bancos que durante al franquismo habían ocupado los primeros puestos de la jerarquía bancaria.
  • En la base de la acumulación y concentración de capital está el aumento de la tasa de explotación a través de un ataque abierto a las condiciones de vida, trabajo y libertades.

A partir de 1986, ganada la batalla de la OTAN, los gobiernos González pasaron a actuar, sin tapujos, como los mejores gestores de los monopolios, aplicando todas las exigencias de Bruselas, con mano de hierro.

Durante estos años el proceso de desindustrialización y privatización emprendido por el gobierno González, llevó a que la promesa electoral de 800.000 puestos de trabajo se convirtiera en su contrario. España dobló la tasa media de desempleo europea, llegando en el 94 a cerca de 4 millones de parados, el 15% de la población activa.

Las condiciones de vida de las masas son atacadas sin tregua. Bajo la bandera de crear empleo, pero en realidad cumpliendo las exigencias de Bruselas, el gobierno González iniciará toda una serie de reformas laborales y de recortes sociales que supondrán un drástico empeoramiento de las condiciones de vida y trabajo para amplios sectores populares, a la vez que avanzan en su proyecto de fragmentación de la clase obrera dificultando su unidad y lucha.

  • De 1983 a 1988 los salarios crecieron el 3,6% menos que el índice de precios para el consumo (IPC).
  • La tasa de cobertura del paro había pasado del 51 al 26,1 %, sólo un parado de cada cuatro cobraba subsidio.
  • El 80% de las pensiones estaban por debajo del salario mínimo. Las pensiones son rebajadas, el acceso a ellas se hace más dificultoso y por la ampliación del período contabilizado, de 5 a 15 años, las nuevas pensiones tendrán un descuento notable.
  • Con el medicamentazo, se sacan fuera de la lista de la seguridad social cerca de 900 medicamentos. El estado se ahorra 100 millones de euros a costa del bolsillo de los enfermos.
  • Introdujo los contratos temporales que cambió las relaciones laborales. La duración media de los contratos temporales era de 75 días, lo que no daba derecho ni a despido ni a prestaciones de desempleo. Un 25% de los contratos eran temporales. A lo que se unió la propuesta de plan de empleo juvenil que empeoraba la contratación. Esta fue la gota que colmó el vaso y provocó la Huelga General del 14-D en 1988.
  • Introdujo el contrato de aprendizaje, el llamado “contrato basura”. Se crearon las ETT’s y con ellas los “contratos de disposición” y se abarataron los despidos, permitiéndose el despido del 10% de la plantilla sin tener que proceder a una regularización de empleo, sólo justificando una “situación negativa” de la empresa, el despido es legal con una indemnización de 10 días por año y un tope de 12 mensualidades. Era la legalización práctica del despido libre, que sólo 19 años antes el franquista Arias Navarro se había visto obligado a retirar por la presión del movimiento obrero. Esto desató la tercera huelga General en 1994.

Por su lado, las crisis ligadas a la reconversión (1983-1986) y la recesión tras el 92 hacen desaparecer miles de Pymes con la consiguiente absorción de su capital por el gran capital financiero y de ocupación de su mercado por los grandes grupos monopolistas.

  • Durante esos años asistimos a un espejismo que hipnotiza a buena parte de la sociedad española. Ocultando bajo el brillo del desarrollo oligárquico el aumento de la dependencia económica, política y militar hacia los principales centros de poder mundiales.

Parecía que el acelerado proceso de acumulación y concentración de capital proporcionaba a la oligarquía un enorme potencial financiero propio. Y que una clase dominante más dinámica y competitiva había dejado atrás los acusados rasgos de raquitismo, especulación y parasitismo que la habían caracterizado desde su origen.

Bancos como el Santander pueden alcanzar los primeros escalones europeos y mundiales por valor en bolsa. Y la oligarquía, necesitada permanentemente de importar capital para su propio desarrollo, había pasado a ser, por primera vez en su historia, un exportador neto de capital, primero en Iberoamérica, después en Europa.

Pero la realidad es exactamente la contraria. El grado de dependencia de la oligarquía respecto al gran capital extranjero, norteamericano y franco-alemán, se dispara. Será el momento donde grandes fondos extranjeros entran en el capital de grandes bancos y monopolios españoles, hasta alcanzar una posición de privilegio. Para su expansión internacional, cada sector oligárquico necesita fortalecer su vinculación con los centros imperialistas, el Santander con el capital anglo-norteamericano, el BBVA con el proyecto franco-alemán. Esto, junto a el apoyo a todos los planes políticos y militares del imperialismo, es lo que permite que EEUU de el plácet para que la oligarquía se expanda en Hispanoamérica, o Berlín y París para que más tarde haga lo propio en Europa.

Frente a considerar que, ahora sí, España había pasado a ser una potencia imperialista, en realidad agudizamos nuestra condición de país dominado y eslabón débil de la cadena imperialista. Frente a considerar que la oligarquía había pasado a “hablar de tú a tú” a las principales burguesías monopolistas, compitiendo con ellas, pierde todavía más autonomía económica y fuerza político militar a cambio de poder disfrutar de mayores beneficios.

(CONTINUARÁ)

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