viernes, 16 de julio de 2021

La dictadura franquista y los orígenes de la transición (VI)

(Continuación del artículo "La dictadura franquista y los orígenes de la transición (V)"https://justiciasolidaridad.blogspot.com/2021/07/la-dictadura-franquista-y-los-origenes_0938513652.html).

TESIS 3.- La refundación del PSOE en 1974, bajo el impulso y dirección de la CIA, directamente o a través de la socialdemocracia alemana, va a ser, y los hechos posteriores así lo confirman, una de las más importantes operaciones que permitirían multiplicar la intervención norteamericana sobre España.

Paralelamente al atentado contra Carrero, se está gestando uno de los acontecimientos decisivos, de la transición y de las últimas décadas. Así lo relata el serial “1976-1986. Diez años de transición”.

1973: Suresnes o la refundación del PSOE

Junto al asesinato de Carrero Blanco, otro hecho, de signo muy distinto pero profundamente coherente se producirá a fines de 1973. Como aquél, éste iba a tener también hondas consecuencias para el período que se abría entonces.
En Suresnes, una pequeña localidad del sur de Francia, un puñado de militantes socialistas «del interior», con el apoyo de la socialdemocracia alemana y del aparato de la Internacional Socialista, desplazaba a la dirección histórica del PSOE encabezada por Rodolfo Llopis y, en un perfecto golpe de mano, se apropiaba de las siglas y la legitimidad del partido de Pablo Iglesias. A la cabeza de aquella operación aparecería un desconocido sevillano, llamado «Isidoro», apoyado por Alfonso Guerra, Nicolás Redondo, Pablo Castellanos y Javier Solana.
El suceso, en sí mismo, parecía intranscendente. De hecho, exceptuando algunos reductos tradicionales y algunos núcleos de universitarios jóvenes, el PSOE «no existía» en España ni jugaba ningún papel político activo o significativo en la lucha contra el franquismo. La famosa expresión, aplicada al PSOE, de «100 años de honradez y 40 años de vacaciones», por su prácticamente nulo papel en la lucha antifascista, no es ni mucho menos exagerada.
Cuando el «golpe» de Suresnes, los militantes del PSOE podían contarse por pocos cientos. Su implantación era inexistente. Dejando aparte los círculos exiliados, del PSOE sólo quedaban las siglas.

Sin embargo, y el tiempo lo ha confirmado, se trataba de una jugada política de gran envergadura. Como se puso al descubierto años después con el estallido del escándalo Flick, la socialdemocracia alemana y toda la Internacional Socialista, con el beneplácito de Estados Unidos, aunaron todos sus esfuerzos en fabricar y potenciar una alternativa política capaz de cubrir el espacio político que ya estaba en ciernes, limitando al máximo la posible influencia del PCE y otros grupos de la izquierda revolucionaria.
Si la eliminación de Carrero era esencial para dar paso al cambio de régimen, la refundación del PSOE fue no menos esencial para que ese cambio se realizara dentro de los límites «previstos».

1.- El objetivo del congreso celebrado en Surenes, una refundación de la que nace un nuevo partido, es que EEUU, y también la oligarquía española, se doten en el seno de la izquierda de un partido capaz de reconducirla en función de sus intereses y sea un fiel instrumento de sus planes.

La toma de control del PSOE por parte del clan encabezado por Felipe González no es la “sucesión natural”  donde una generación más joven coge el relevo. Es una operación decidida, planificada y ejecutada por EEUU.

Desde finales de los sesenta, y especialmente en los primeros años setenta, Washington opera en España para crear una fuerza, troquelada por ellos, que pueda combatir la hegemonía del PCE en la izquierda, esté dispuesta a ejecutar fielmente sus mandatos y juegue un papel clave en el futuro régimen democrático.

Se sigue el guion ya aplicado en Portugal, donde la CIA creó de la nada un Partido Socialista que jugó un papel clave. Fue fundado en la ciudad alemana de Bonn, recibió 10 millones de dólares de la Fundación Ebert, ligada a la socialdemocracia germana, creció rápidamente y en poco tiempo se convirtió en el partido gobernante.

En España se elige al PSOE, con una gloriosa historia pero que había prácticamente desaparecido.

Había que deshacerse de la dirección histórica en el exilio, encabezada por Rodolfo Llopis, que acusaba a la socialdemocracia alemana de inmiscuirse en los asuntos internos del partido y se negaban a seguir su orientación atlantista y proyanqui. Y era necesario excluir a los cuadros que en el interior habían sostenido a duras penas al partido (los Pablo Castellano, Nicolás Redondo, Tierno Galván…), excesivamente autónomos según los informes de la embajada norteamericana. Para encumbrar a un nuevo núcleo dirigente, el representado por Felipe González y Alfonso Guerra, vistosos en lo externo y manejables en lo interno, capaces como el tiempo confirmará de seguir a pies juntillas las exigencias de Washington o la gran banca española.

La vinculación del PSOE con EEUU es más que estrecha. Justo de la Cueva, miembro de la comisión mixta de  reunificación del PSOE madrileño denuncia tras Surenes que “el PSOE va donde diga la CIA a través de Willy Brandt”. Y Francisco Bustelo, miembro de la ejecutiva socialista elegida en Suresnes, reconoce que “las embajadas en Madrid empezaron a recibir entonces instrucciones de que se pusieran en contacto con nosotros. Acompañé a González a visitar a algunos embajadores, entre ellos el estadounidense. Durante los años siguientes me solía llamar el consejero político de esa embajada, persona muy enterada de lo que sucedía en España”.

2.- A través de la financiación conjunta de la CIA y la fundación Ebert alemana, el padrinazgo de la Internacional Socialista y la colaboración de los servicios secretos españoles, se impulsa desde la irrelevancia al protagonismo político al nuevo PSOE encabezado por Felipe González.

El ex agente de la CIA Philip Agee relata el modus operandi de la CIA: “Dentro del "Programa Democracia", elaborado por la Agencia, se cuida con especial atención a las fundaciones de los partidos políticos alemanes, principalmente a la Friedrich Ebert Stiftung, del Partido Socialdemócrata. Estas fundaciones habían sido establecidas por los partidos alemanes en los años cincuenta y se utilizaron para canalizar el dinero de la CIA. En los sesenta, las fundaciones alemanas empezaron a apoyar a los partidos hermanos y a otras organizaciones en el exterior y crearon nuevos canales para el dinero de la CÍA. Operan en un secreto casi total”.

La Fundación Ebert -impulsada por el Partido Socialdemócrata Alemán, y que lleva el nombre de Friedrich Ebert, el presidente que ordenó asesinar a Rosa Luxemburgo- será el “banquero” del PSOE, canalizando el dinero de la CIA. Según datos publicados, invirtió en España entre 1975 y 1980 hasta 6.000 millones de las pesetas de entonces. Buena parte de esa lluvia exterior de millones fueron a parar al PSOE de Felipe González.

Un historiador como Charles Powell reconoce que sin la Fundación Ebert, el PSOE de González simplemente no hubiera existido: “Yo tengo un folio, que llamo en broma "el acta fundacional del PSOE renovado" y en el cual se dice: "Querido Klauss, muchísimas gracias por los dineros recibidos" y a continuación hay un presupuesto; una fotocopiadora, un teléfono..., y lo llamo el acta fundacional porque esa es la oficina en la cual empezó a funcionar Felipe González en la primavera del año 75, antes de la muerte de Franco”.

Años después estallaría el escándalo Flick. A través del monopolista Friedrich Karl Flick -enriquecido gracias a su relación con el nazismo-, los servicios secretos alemanes habían entregado al PSOE, procedente de los fondos reservados, entre 1 y 3 millones de marcos durante la transición.

La Internacional Socialista, controlada por el Partido Socialista Alemán, y a cuyo frente estaba Willy Brand, presidente germano y reconocido miembro a sueldo de la CIA, juega un papel clave. Su apoyo al círculo de González les permitirá imponerse frente al resto de grupos que reclaman la representación del socialismo español.

Y en esta operación participan también los servicios de inteligencia de la dictadura, que mientras detienen y acosan a comunistas y partidos revolucionarios, protegen al nuevo PSOE. Manuel Fernández Monzón, capitán del SECED -antecedente del CESID-, cuenta como “en un restaurante madrileño hablamos con González para garantizarle su viaje a Suresnes”, proporcionándole el pasaporte. Añadiendo que “cuando González volvió de Francia, después de haber sido elegido, un comisario de Sevilla le detuvo, creyendo que había dado un pelotazo. Se llevó una bronca tremenda y tuvo que soltarle enseguida”.

Estos apoyos, desde Washington y Berlín y desde los nódulos de la oligarquía y el Estado, permitirán al PSOE, que apenas existió en la lucha antifranquista, encabezar en las primeras elecciones el campo de la izquierda.

3.- Esta operación, construyendo un partido “de izquierdas” directamente vinculado a los centros hegemonistas y oligárquicos, es una de las de mayor calado de la transición, y que mayores consecuencias tuvo en las décadas posteriores.


Especialmente en un país como España, con una mayoría social progresista y un movimiento popular especialmente combativo -y en pleno auge durante la transición-, reforzar el dominio de Washington y de la gran banca exigía dotar al sistema político del nuevo régimen democrático de una “pata izquierda” totalmente encuadrada.

Los hechos posteriores han demostrado el hondo calado de la maniobra ejecutada en Suresnes en 1974. Las bases del PSOE, de votantes pero también de afiliados e incluso de cuadros, forman parte de la mayoría social de izquierdas. Pero han sido las sucesivas direcciones del PSOE -muy por encima de “la derecha”- quien ha prestado mayores servicios en España a los grandes centros de poder extranjeros y nacionales. Fue el PSOE de Felipe González quien certificó nuestro ingreso en la OTAN, algo que no podía hacer la Alianza Popular de Fraga. Fue el PSOE de Zapatero quien abrió el camino de las oleadas de recortes, que luego siguió Rajoy, acatando dócilmente los mandatos recibidos del FMI o del mismísimo presidente norteamericano, Barack Obama.


(CONTINUARÁ).


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