TESIS 2.- La transición se inicia con el asesinato de Carrero Blanco en 1973, que supone la primera gran reconducción para que el rumbo del país se ajuste a las necesidades de la superpotencia. Ejecutado por ETA e impulsado y diseñado por EEUU -y existen ya muchas pruebas de ello-, la eliminación de Carrero vence las resistencias de las “castas” franquistas a un cambio de régimen que fortaleciera el dominio norteamericano.
Así se analizó nuestro Partido el auténtico sentido del asesinato de Carrero Blanco en el serial “1976-1986. Diez años de transición”:
La oportuna voladura de Carrero Blanco.
El 19 de diciembre de 1973 el presidente del gobierno, almirante Carrero Blanco, recibía en visita oficial al secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger. Según todas las versiones, el encuentro fue borrascoso. El «mago» de la diplomacia norteamericana intentó una vez más, la última, convencer al mandatario español de la necesidad de introducir cambios en el régimen político franquista; cambios que dieran paso a un sistema homologable a los de Europa Occidental, y facilitar así el ingreso de España en el sistema defensivo occidental: la OTAN. Pero Carrero, el hombre en quien Franco había depositado toda su confianza para que asegurase la continuidad del franquismo una vez se produjese la inevitable desaparición del dictador, se negó tajantemente a aceptar las sugerencias del enviado de Nixon. Tras una agria discusión, se separaron sin acuerdo.
Al día siguiente, 20 de diciembre de 1973, un preciso
atentado acaba con la vida de Carrero Blanco. Su oportuna muerte removía, de un
solo golpe, uno de los principales obstáculos para la realización paulatina de
los planes de Kissinger.
El atentado, la famosa «voladura» de Carrero, fue
reivindicado por ETA. Un año más tarde, en Francia, ETA daba luz a un libro,
«Operación Ogro», donde se detalla la preparación del atentado y su
realización. Es enormemente significativo que la información acerca de la
«posibilidad» y la «facilidad» de acabar con Carrero le fuera «sugerida» a ETA
por ciertas personas de fuera de la organización, alguna de ellas «extranjera».
ETA, que tenía previsto realizar el atentado el día 18, en la calle Claudio
Coello (a escasos metros tanto de la embajada norteamericana como de la
residencia de Carrero), debió suspenderlo tras la llegada de Kissinger y las
medidas adoptadas para proteger el encuentro. El día 20, tras la marcha de
Kissinger y la retirada de toda medida de seguridad, el camino quedó expedito
para la voladura del almirante.
Alguien, sin duda, puso en bandeja a ETA su más famoso
atentado.
Nadie ha podido creer que la CIA ignorara que a escasos metros de su embajada se preparase un hecho así. En todo caso, muerto Carrero, la vía para la realización del plan Kissinger estaba abierta.
1.- Desde 1970 se intensifica la intervención norteamericana sobre España, para impulsar y pilotar un recambio del régimen al servicio de los intereses de la superpotencia.
En sus memorias, Henry Kissinger -secretario de Estado
durante las presidencias de Nixon y Ford y “cerebro” de la política exterior de EEUU de 1969 a 1977- afirma que “la
contribución norteamericana a la evolución española durante los años setenta
constituyó uno de los principales logros de nuestra
política exterior”.
La
intervención norteamericana en España durante esos años es frenética. Kissinger
visita Madrid hasta siete veces de
1970 a 1976, lo mismo harán el director de la CIA, Willian Colby y Vernon Walters
-segundo de la CIA de 1972 a 1976 y
omnipresente en todas las grandes operaciones norteamericanas en España desde
1953-. Hasta dos presidentes norteamericanos acudirán a España:
Nixon en 1970 y Gerald
Ford en 1975.
El
despliegue norteamericano en España es tan evidente que es motivo de debate en
los medios. En noviembre de 1974,
Cambio 16 publica un reportaje titulado “Que viene la CIA”, señalando que “se
ha producido un desembargo acelerado
de miembros de la Agencia”. Y paralelamente, en la televisión norteamericana se
hace público que Portugal, Grecia, Italia y España
constituyen en esos momentos
una prioridad máxima para la CIA.
Como
cuenta Pilar Urbano en “Yo entré en el CESID” -antecedente del CNI, Centro
Nacional de Inteligencia-: “A partir
del asesinato de Carrero Blanco se detectó una descarada afluencia de agentes
de la CIA hacia nuestro país. Aunque
la CIA no haya admitido jamás estar operando -espiando, influyendo, vigilando-
en España, se llegó a hablar de una presencia -y no precisamente turística- de mil quinientos
agentes (...) Desde la
séptima planta del edificio
de la embajada americana en la
calle Serrano -impenetrable sancta
santorum de la Estación CIA en España-, los agentes americanos se sentían capaces de extender sus tentáculos por todas
partes. Lo mismo celebraban reuniones con políticos
de izquierdas, de derechas y de centro, que invitaban a periodistas a
sugestivos viajes de ocio y estudio (...) Con
tanta naturalidad como frecuencia, los hombres de la CIA se dejaban caer por
las oficinas de la Dirección General
de Seguridad, en la Puerta del Sol (...) y aprovechaban ya el viaje para
quedarse curioseando los archivos policiales.
(…) Se tomaron como cosa propia la tarea de auspiciar que aflorase la oposición
política socialista o nacionalista vasca;
pero se creían con derecho a controlarla ellos”.
2.- La eliminación física de Carrero Blanco, a través de un atentado de ETA, remueve las resistencias que los proyectos norteamericanos para España encuentran en las altas esferas del régimen franquista.
Carrero Blanco es la “mano derecha” de Franco desde 1940 es elevado a la categoría de presidente del gobierno en junio de 1973. Es la única figura con la autoridad para unificar a las distintas familias y clanes del régimen, y adopta como misión prolongar el franquismo tras la muerte de Franco con los menores cambios posibles.
Pero, sobre todo, Carrero representa un régimen que desde 1953 ha encadenado España a EEUU, pero que al mismo tiempo, por su origen -que no es obra de Washington- y por su desarrollo, mantiene un cierto margen de autonomía respecto a los planes de EEUU y un relativo hermetismo frente a la intervención de la superpotencia.
Carrero no es “antinorteamericano”: participa en las negociaciones para la instalación de bases norteamericanas en España, y apadrina a los “tecnócratas” del Opus Dei, que favorecerán la penetración del capital estadounidense.
Pero el que todos califican entonces como “delfín de Franco” considera que “hay que ser más exigentes con EEUU”, defiende desde 1958 una modificación sustancial de los acuerdos de defensa con EEUU, quejándose de las mínimas ayudas que España recibe y afirmando que “los americanos han resuelto sus problemas, pero nosotros no”.
Carrero será capaz de decir No a EEUU en asuntos importantes. Durante la guerra del Yom Kipur, entre Israel y los países árabes, se opone a que EEUU utilice sus bases en España para ayudar a Tel Aviv. España, que no tenía relaciones diplomáticas con Israel, debía proteger su amistad con los países árabes, que vendían petróleo a España en mejores condiciones que a otros, y eso chocaba con los intereses norteamericanos.
Y cruzará “líneas rojas” vetadas por EEUU. En la reunión con Kissinger celebrada un día antes de su asesinato, Carrero le mostró el esquema del “Proyecto Islero”, un plan para que España, con ayuda de la Francia de De Gaulle, que acaba de abandonar la estructura militar de la OTAN, tuviera acceso al arma atómica. Entrar en el “club atómico” daba a España una carta política para exigir un trato diferente por parte de EEUU.
Esta es la razón de que Washington tomara la decisión de echarle a cualquier precio de la presidencia. En enero de 1971, la embajada norteamericana dirige a Washington el “Telegrama confidencial 700”, donde se afirma que “el mejor resultado que puede surgir de esta situación sería que Carrero Blanco desaparezca de escena”. Y en octubre de 1973, tras el incidente del Yom Kipur, Kissinger encargará un informe para “explorar posibles fórmulas de presión para obligar a las autoridades españolas a mostrarse más acomodaticias en el futuro”.
ETA fue la “mano ejecutora”, pero no diseñó la operación. Ni siquiera se la había planteado. Se encontraba entonces en sus inicios, y sin capacidad para una operación de tal envergadura. Fue un “hombre de gabardina blanca con acento extranjero” quien cita a dos etarras presentes en Madrid para ponerles sobre la pista de Carrero, proporcionándoles información sobre las facilidades para atentar contra él.
El atentado se realizó a solo cien metros de la embajada norteamericana. Y los etarras trabajaron durante meses para picar un túnel donde instalar los explosivos. Nadie puede creer que los sofisticados equipos de radares y sónar de una embajada norteamericana, además blindada ante la visita de Kissinger, no lo detectaran.
Y, según revela Pilar Urbano o la serie dirigida por Miguel Bardem sobre el asesinato de Carrero, ETA utilizó un explosivo, el C4, que solo poseían los servicios secretos norteamericanos.
A
pesar de los rumores sobre la presencia en Madrid de un comando de ETA que
pretendía secuestrar o matar a Carrero,
la impunidad de los treinta etarras que visitarán Madrid es total, y en ella
jugó un importante papel el entonces
jefe superior de la policía de Madrid, Quintero Morente, un coronel muy
vinculado a la CIA y que años después
sería clave en la preparación del 23-F. E inexplicablemente, tras el atentado
no se toman medidas especiales de control en carreteras, fronteras ni aeropuertos, lo que permite
al comando etarra
pasar sin problemas a Francia.
EEUU
utilizó como brazo ejecutor para eliminar un obstáculo a ETA, cuyos dirigentes
mantenían ya una excelente relación
con unos servicios secretos
del PNV directamente vinculados a Washington.
Este
es un “secreto a voces” convenientemente acallado. El juez especial nombrado
para investigar el magnicidio, Luis
de la Torre Arredondo, manifestará en 1984 que “la CIA sabía que iban a matar a
Carrero”. Decidido a conocer la
verdad, se enfrentará a numerosos obstáculos de las altas instancias
judiciales, militares y políticas.
Gutierrez Mellado -teniente general y vicepresidente con Suárez- confirmó el
rumor de que el atentado “había sido organizado
por otros y que los de ETA habían actuado como la mano material de la CIA”.
El
origen de la transición se asienta sobre un magnicidio diseñado por los
servicios de inteligencia norteamericanos, capaces
de eliminar al mismísimo presidente del
gobierno, y ejecutado por ETA.
3.- El objetivo de EEUU en la transición es impulsar el cambio hacia un régimen directamente troquelado por Washington desde su mismo origen, donde se amplíe su capacidad de intervención y se garantice que sus mandatos se ejecutan.
Hoy estamos integrados en la OTAN, el ejército español está bajo mando norteamericano y el ex JEMAD, obligado a dimitir por el escándalo de la vacunas, ha pasado a trabajar en Washington, al servicio de EEUU como consejero militar y Asesor para Asuntos de Seguridad Hemisférica de la OEA (Organización de Estados Americanos). La OEA ha sido utilizada como ariete por Washington frente a todos los gobiernos antihegemonistas.
Este salto en la intervención norteamericana y en nuestra dependencia respecto a la superpotencia es la sustancia de la transición.
La determinación norteamericana de sustituir el franquismo por un régimen democrático tutelado, utilizando métodos tan brutales como el asesinato de un presidente del gobierno, no está provocada sólo ni principalmente por la necesidad de estabilizar su dominio en uno de los puntos más inestables y potencialmente vulnerables de su sistema de alianzas defensivas militares en el sur de Europa. EEUU necesitaba y exigía disponer en España de un régimen político directamente controlado e intervenido por Washington y por lo tanto resuelto a encuadrar al país dócilmente en sus proyectos.
(CONTINUARÁ).
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