TESIS 2. El Régimen Fascista se entregó al imperialismo norteamericano subordinándose a los intereses económicos, políticos y militares de la superpotencia que, desde entonces, y de forma creciente, mantiene secuestrado el destino de nuestro país.
En la LiP del 78 se afirma:
LA DICTADURA FASCISTA Y LA INTERVENCIÓN DEL IMPERIALISMO AMERICANO
(…) Por otra parte, el Régimen Fascista que sólo consiguió el poder mediante la intervención militar del imperialismo alemán e italiano con la ayuda solapada de los imperialistas ingleses, franceses y americanos, al ser vencidos Hitler y Mussolini, buscó cobijo en el imperialismo yanqui, y así, en 1953, firmó los vergonzosos acuerdos yanqui-franquistas, acuerdos que permiten la Instalación de una red de bases militares, convirtiendo a España en un peón estratégico de su política imperialista y prevén la intervención de las fuerzas militares yanquis de ocupación, en caso necesario, contra el "enemigo interior", es decir, contra nuestro pueblo.
A la vez el Régimen Franquista toleraba una amplia infiltración de la CIA en su aparato estatal (Ejército, Brigada Político Social...) y establezca una legislación sobre Inversiones extranjeras absolutamente favorable a los intereses imperialistas que ha permitido que éstos, y en particular los norteamericanos, claven sus ganas en numerosas ramas de la producción y el comercio (bien por Inversiones directas de capital mayoritario, bien detentando el poder de decisión aunque tengan el capital minoritario o bien a través de la dependencia tecnológica) y coloquen en puestos claves de la economía y el Estado a sujetos que les son adictos, participando de ese modo en la explotación de la clase obrera y de las amplias masas populares de nuestro país.
Los intereses de la oligarquía financiera y terrateniente y los del imperialismo norteamericano están estrechamente unidos por multitud de lazos políticos, militares y económicos. La subordinación de España al imperialismo, y en particular al norteamericano, se manifiesta también en lo científico y tecnológico, en la enseñanza, la cultura de los grandes medios de difusión.
La prolongada dictadura fascista la subordinación a los intereses imperialistas, el crecimiento hasta límites monstruosos del sector servicios, el mantenimiento a ultranza de las viejas estructuras de propiedad de la tierra y otros factores, han determinado que el capitalismo monopolista de estado en España no supere sus bases iniciales extraordinariamente débiles, estando en agudo contraste con el atraso y la pobreza de más de dos tercios del país. A la vez, tales factores han acentuado tanto los rasgos decadentes del capitalismo monopolista en general (tendencia a la especulación, a los gastos improductivos, a la inflación y al subconsumo...) como los propios de capitalismo español desde sus orígenes. España forma parte de la cadena de estados capitalistas pero es uno de sus eslabones más débiles y en ella repercuten, con particular intensidad, los efectos de la descomposición y la crisis del sistema capitalista mundial. (…).
De este extracto concluimos que:
1º.- El Régimen Fascista, que sólo pudo llegar al poder gracias a la intervención imperialista de Alemania e Italia, buscó cobijo en el imperialismo norteamericano firmando los acuerdos de 1953, que no sólo permitieron la instalación de las bases militares, sino que permitió la entrada de capital norteamericano y de sus servicios secretos en los aparatos de estado.
La victoria del bando fascista en la Guerra
Nacional-Revolucionaria sólo pudo producirse gracias al apoyo militar directo de las potencias nazi-fascistas
-la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini- pero también gracias al apoyo encubierto de las "potencias
democráticas" (Inglaterra, Francia o EEUU), que amparándose bajo la
hipocresía de la "no intervención", suministraron al bando franquista financiación, combustible o material de guerra.
Tras la II Guerra Mundial, convertido en
superpotencia, despliega una frenética actividad en todo el mundo, construyendo los aparatos económicos,
políticos y militares para imponer su hegemonía. En 1947 se funda la CIA, el mayor aparato de intervención jamás
conocido por la humanidad. En 1949 se crea la OTAN en Europa. La existencia de una URSS que ha reforzado su
influencia global tras la IIª Guerra Mundial, y el avance de la revolución en
el mundo, es el principal peligro para la hegemonía
norteamericana.
Es en estas nuevas condiciones de la lucha de clases a
escala internacional en el que España -gracias a su posición geoestratégica- pasa a ser mirado con
otros ojos por la superpotencia. EEUU va a maniobrar para integrar a España bajo su área de dominio. En 1946
Washington impide que la ONU imponga sanciones económicas al régimen franquista, y también el reconocimiento
del gobierno republicano en el exilio. Un año después un informe del Pentágono
evalúa las ventajas de poseer bases militares en España.
El estado Mayor conjunto norteamericano presiona a la
Casa Blanca para establecer una alianza con España, a fin de poder utilizar a la península como “la
última posición firme en la Europa continental” sin la cual no sería posible la defensa de una Europa atacada por la
URSS. Para finales de 1950, la decisión está tomada y en enero del 51 comienzan las negociaciones que culminarán
con la firma de los Tratados de Amistad hispano-norteamericanos, la instalación de bases militares yanquis en
España, la sujeción de España a los planes estratégicos y la doctrina militar norteamericana y la inclusión de nuestro
país bajo la órbita de influencia, intervención y dominio del imperialismo yanqui.
Un tratado que significa la entrega de la soberanía militar de España a una potencia extranjera, y cuyas cláusulas secretas autoriza la intervención de tropas norteamericanas de ocupación en caso necesario, contra un “enemigo interior”. Pero al que la oligarquía española accede, pues significa un seguro de vida contra el pueblo revolucionario. Tras la firma del tratado, Franco exclama: “ahora sí que hemos ganado la guerra”.
2º.- Tras la instalación de las bases militares norteamericanas en 1953, el régimen franquista establece una legislación que permitirá al gran capital norteamericano controlar numerosas ramas de la producción y el comercio. Y tolera una amplia infiltración estadounidense en los principales aparatos del Estado. EEUU va a colocar en puestos claves de la economía y el Estado a sujetos que les son adictos, participando de ese modo en la explotación de la clase obrera y de las amplias masas populares de nuestro país.
No se produce primero la penetración económica del
capital norteamericano, reflejándose luego esa dependencia en el terreno político y militar. Es
exactamente al revés. Las bases y la VIª Flota llegan antes, abriendo camino a
la Ford o a la Coca-Cola.
La capacidad de intervención y dominio que a partir de
ese momento adquirió el imperialismo yanqui, le ha permitido desde entonces instalar en puestos claves del Estado y
de la vida política y económica del país a sujetos que le son adictos, reforzando así su capacidad de intervenir desde dentro en los destinos de nuestro país.
Los principales aparatos del Estado pasan a estar, de
manera creciente, bajo una dependencia e intervención orgánica por parte del hegemonismo norteamericano. Respondiendo
cada vez más a los dictados de Washington que
a los de la propia
oligarquía o el régimen franquista.
Ocurre en las principales empresas, pero también en
los medios de comunicación, en los círculos políticos, en la judicatura, en la policía, en los
servicios secretos y en las Fuerzas Armadas. En el ejército, las nuevas
hornadas de altos mandos
y oficiales se forman en academias norteamericanas, condición para acceder
a los más altos grados,
3º.- Es en estas condiciones de dependencia e intervención político-militar que el desarrollismo franquista multiplica el control y dominio del hegemonismo norteamericano sobre nuestro país.
Entre 1959 y 1973 –conocidos como los años del
desarrollismo– se va a producir lo que puede considerarse como una auténtica (y tardía) revolución
industrial en España. En poco más de dos décadas, nuestro país va a pasar de
ser un país subdesarrollado,
eminentemente rural y agrícola, a convertirse en 1975 en la 7ª potencia industrial del mundo. Entre 1960
y 1973, España disfruta de una tasa media de crecimiento del PIB del 8,6%
anual, donde el principal impulso lo
una industria que crece a un 10,4% anual. Durante este periodo el motor
económico principal ya no va a ser
la sobre explotación de la fuerza de trabajo (descensos salariales,
alargamiento de la jornada de trabajo...), sino
el incremento de la productividad de esa fuerza de trabajo. La renta per cápita
se multiplica por cuatro, traduciéndose
en un aumento espectacular del nivel de vida. Es entonces cuando se crea una
auténtica sanidad y educación públicas, y un sistema de pensiones garantizado
por el Estado.
Sin embargo, el principal legado del desarrollismo
franquista va a ser abrir de par en par las puertas a la penetración del capital extranjero, fundamentalmente
norteamericano, permitiéndole que controle los principales resortes
económicos y se apropie de una parte creciente de la riqueza nacional.
Los “ingenieros” del desarrollismo son altos cuadros
del Estado ya vinculados a Washington, además de a la oligarquía. Son una nueva generación de políticos, los llamados
“tecnócratas”, surgidos de los cuerpos de élite de la alta administración político-burocrática del Estado, con una
triple vinculación al Opus Dei, a históricos clanes oligárquicos (Banco Popular, Banesto...) y a los nuevos
organismos internacionales creados por el hegemonismo yanqui tras la 2ª Guerra Mundial (FMI, Banco Mundial,
OCDE)
Una inversión norteamericana que no se dirige
mayoritariamente a los sectores más rentables a corto plazo, a los más especulativos (estos quedan en manos
del capital nacional), sino a los más estables, decisivos y económicamente importantes en el largo plazo.
Siderurgia, química y petroquímica, automóviles, electrónica, maquinaria,
productos farmacéuticos y alimenticios....
De la intervención yanqui sobre estos círculos saldrán
los hombres adictos a Washington que irían a lo largo de los años 60 y 70
ocupando puestos claves en la economía, el Estado,
los medios de comunicación, la política...
(CONTINUARÁ).
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