14 Tiempo ordinario (C) Lucas 10,
1-12. 17-20
SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).
ECLESALIA, 03/07/13.- El Papa Francisco está
llamando a la Iglesia a salir de sí misma olvidando miedos e intereses propios,
para ponerse en contacto con la vida real de las gentes y hacer presente el
Evangelio allí donde los hombres y mujeres de hoy sufren y gozan, luchan y
trabajan.
Con su lenguaje inconfundible y sus palabras vivas y concretas, nos está
abriendo los ojos para advertirnos del riesgo de una Iglesia que se asfixia en
una actitud autodefensiva: “cuando la Iglesia se encierra, se enferma”; “prefiero
mil veces una Iglesia accidentada a una que esté enferma por encerrarse en sí
misma”.
La consigna de Francisco es clara: “La Iglesia ha de salir de sí misma a la
periferia, a dar testimonio del Evangelio y a encontrarse con los demás”. No
está pensando en planteamientos teóricos, sino en pasos muy concretos:
“Salgamos de nosotros mismos para encontrarnos con la pobreza”.
El Papa sabe lo que está diciendo. Quiere arrastrar a la Iglesia actual
hacia una renovación evangélica profunda. No es fácil. “La novedad nos da
siempre un poco de miedo, porque nos sentimos más seguros, si tenemos todo bajo
control, si somos nosotros los que construimos, programamos y planificamos
nuestra vida según nuestros esquemas, seguridades y gustos”.
Pero Francisco no tiene miedo a la “novedad de Dios”. En la fiesta de
Pentecostés ha formulado a toda la Iglesia una pregunta decisiva a la que
tendremos que ir respondiendo en los próximos años: “¿Estamos decididos a
recorrer caminos nuevos que la novedad de Dios nos presenta o nos
atrincheraremos en estructuras caducas que han perdido la capacidad de
respuesta?
No quiero ocultar mi alegría al ver que el Papa Francisco nos llama a
reavivar en la Iglesia el aliento evangelizador que Jesús quiso que animara
siempre a sus seguidores. El evangelista Lucas nos recuerda sus consignas. “Poneos en camino”. No hay que esperar a
nada. No hemos de retener a Jesús dentro nuestras parroquias. Hay que darlo a
conocer en la vida.
“No llevéis bolsas, alforjas ni
sandalias de repuesto”. Hay que salir a la vida de manera sencilla y
humilde. Sin privilegios ni estructuras de poder. El Evangelio no se impone por
la fuerza. Se contagia desde la fe en Jesús y la confianza en el Padre.
Cuando entréis en una casa, decid: ”Paz
a esta casa”. Esto es lo primero. Dejad a un lado las condenas, curad a
los enfermos, aliviad los sufrimientos que hay en el mundo. Decid a todos que
Dios está cerca y nos quiere ver trabajando por una vida más humana. Esta es la
gran noticia del reino de Dios.
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