Continuación del artículo "Cinco razones frente a cinco mentiras (II)".
3.- No es cierto que los
sistemas de capitalización bajo control de los fondos privados, al “ajustar ingresos y gastos” y “controlar el
déficit”, sean más eficientes y sostenibles que los basados en un sistema
de reparto bajo gestión pública.
La
realidad es que las pensiones privadas, al someterlo todo a maximizar el
beneficio de los grandes fondos, no
solo provocan una tragedia social, reduciendo el nivel de vida de los pensionistas. También elevan los costes,
provocando más déficit. Y son mucho más inestables que un sistema público y de reparto.
Entre 1981 y 2014 se impuso en 30 países, a través de la actuación del FMI o el Banco Mundial, la privatización total o parcial del sistema público de pensiones. En 2018, más de la mitad de ellos, en concreto 18, habían revertido esa privatización, retornando a un sistema público y de reparto. Así sucedió en varios países hispanoamericanos como Argentina, Venezuela, Ecuador, Nicaragua o Bolivia. Pero también en países europeos como Bulgaria, Hungría, República Checa o Rumanía.
Privatizar las pensiones, entregando su control a
grandes fondos, en su inmensa mayoría extranjeros, no solo había recortado drásticamente la calidad
de vida de sus pensionistas, se había convertido en un agujero que consumía, en beneficio del gran capital
financiero, los recursos nacionales, convirtiendo la situación en insostenible.
En primer
lugar salen perjudicados los pensionistas. La tasa de cobertura se redujo drásticamente, impidiendo a millones de personas el acceso a una pensión, y su
cuantía se recortó en la mayoría de los casos
entre un 40% y un 50%. Especialmente castigadas fueron las mujeres,
reduciendo en Bolivia a la mitad el número que podía percibir una pensión.
Los “gastos administrativos”, a través de una catarata
de comisiones, muchas de ellas ocultas, se dispararon, muy encima de lo que suponían en un sistema público. En Bolivia
tres veces más, en Hungría siete veces más, y
en Argentina ocho veces más. Llegando a extremos de usura. Cuando
llegaba el momento de cobrar la pensión, esos
“gastos administrativos”, impuestos arbitrariamente por los grandes fondos, se
comían entre un 15% y un 22% de todo
el capital aportado, recortando la pensión a cobrar.
Comparación gastos administrativos, en % sobre las cotizaciones
País |
Antes de la
privatización |
Después de la privatización |
Argentina |
6,6% |
50.8% |
Bolivia |
8,6% |
18,1% |
Hungría |
2% |
14,5% |
Colombia |
2,6% |
25,9% |
Fuente: La privatización de las pensiones, tres décadas de fracasos.
Y en segundo
lugar le supone un coste mayor al Estado. Por un lado porque ha de asumir los “costes de transición”
hacia un sistema privado. En Polonia se cuantificaron en torno a un 14,5% del
PIB y en Kazajistán un 36,5%. Por
otro lado porque el Estado subvenciona con dinero público los planes privados
de pensiones a través de
bonificaciones fiscales o incluso como sucede en Reino Unido financiando parte
de los planes de empresa. Y porque es el
Estado quien garantica la pensión
descargando de riesgos
y pérdidas a los fondos
privados.
En Argentina, antes de ser renacionalizadas las pensiones, el Estado
debía pagar el 77%
de las pensiones que no garantizaban los fondos privados.
Las pensiones privadas, presentadas como “sostenibles
y seguras”, son una auténtica “estafa piramidal global” del gran capital financiero.
Según la Asociación de Instituciones de Inversión Colectiva y Fondos de Pensiones (Inverco), solo el 5% de los planes de pensiones españoles tiene rentabilidad positiva, el resto están en pérdidas. Y según un estudio de la Universidad de Navarra, solo un
13,2% superan la rentabilidad
que ofrece la deuda pública.
A eso se une que, al colocar
el capital de los planes
de pensiones en activos
financieros, muchas veces de alto riesgo,
buscando la máxima rentabilidad, están sometidos a las sacudidas económicas.
Tras el crack de Wall Street en 2008
los fondos de pensiones de los países de la OCDE perdieron un 30% de su valor.
Para recuperar estas pérdidas,
necesitaron devorar una parte importante de las pensiones
públicas en Hispanoamérica o Europa.
Ahora la consultora Mercer,
en representación de los grandes
fondos privados de pensiones, anuncia
que entre los efectos de la pandemia se cuentan la devaluación de sus
activos, la disminución de las aportaciones por el aumento del desempleo o el rescate anticipado de planes de
empleo para obtener liquidez. Reclamando una
nueva ronda de privatizaciones de los sistemas públicos de pensiones que lo
compensen.
(CONTINUARÁ)
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